Una abuela pide un sueldo a su hija por cuidar de su nieto: ¿trabajo o apoyo?
Las declaraciones de una mujer neozelandesa avivan la polémica sobre los cuidados de los menores
«Mi hija tiene 29 años, un hijo de un año y pronto volverá a trabajar. Trabaja cinco días a la semana, alrededor de 7 u 8 horas al día y me preguntó si estaría dispuesta a cuidar a su hijo dos o tres días a la semana. Claro que puedo pasar tiempo con mi nieto, pero le expliqué que me gustaría tener un sueldo de 12 dólares (unos diez euros) la hora». Este testimonio de una abuela neozelandesa publicado en Reedit ha dado la vuelta al mundo y ha reavivado un viejo debate sobre los cuidados de los menores : ¿Deben los abuelos vigilar de forma altruista a sus nietos? ¿Cuando se convierte esta ayuda en una esclavitud para ellos? « No soy una guardería , tengo mi propia vida, trabajo para mí y creo que debería entender que estaría renunciando a mi tiempo», se justificó la mujer, que ha cosechado casi tantas críticas como apoyos.
En España, la mitad de los abuelos cuida a sus nietos casi todos los días y el 45% lo hace casi todas las semanas, según un informe del Imserso publicado este año que subraya que los ancianos dedican de media 5,75 horas diarias a esta tarea (6,2 las abuelas y 5,3 los abuelos), lo que supone prácticamente una jornada laboral completa. «La mayor implicación de los abuelos en las relaciones de apoyo y cuidado es un fenómeno creciente debido a diversos factores sociales como la incorporación de la mujer al mercado laboral, la longevidad y condiciones de vida cada vez mejores de nuestros mayores, su gran disponibilidad... Y luego en la crisis de 2008 muchas situaciones de necesidad fueron atenuadas por las aportaciones de los ancianos tanto en el aspecto económico como en cuestiones relacionadas con los cuidados. A medida que nos fuimos recuperando de la crisis, muchas de esas costumbres se han quedado», explica Lourdes Bermejo, vicepresidenta de Gerontología de la SEGG (Sociedad Española de Geriatría y Gerontología). «La situación social hace que la crianza no sea una tarea fácil para aquellos que trabajan. Pero a veces no es tanto esa conciliación como el desarrollo de una vida de ocio para los padres».
Además, subraya esta experta, los patrones de apoyo y cuidado pueden ser muy distintos , y oscilar entre una mera ayuda logística, como hacer la comida y recogerlos del colegio y cuidarlo toda la tarde. «Muchas abuelas expresan la dificultad que tienen para ponerles límites o decirles que no a sus hijos cuando les proponen cuidar de los nietos. Muchas veces son más mayores y no tienen ni la misma ilusión ni las mismas ganas, pero se ven oblgiados por haber cuidado a los hermanos», apunta esta experta. «Influyen cuestiones relacionadas con la salud pero también con el proyecto de vida de los mayores. Pueden haber conocido gente o tener amigos y tener que cuidar de un nieto a jornada completa rompe su plan de vida . Muchas mujeres, sobre todo viudas, se sienten con poca libertad para poner límites. Y en muchos casos no se sienten libres».
Negociar siempre
El problema principal, apunta Bermejo, es que hay muchos hijos que atribuyen a sus padres una responsabilidad automática con sus nietos sin haberlo hablado o pactado. «Los adultos pueden tener una mejor calidad de vida porque tienen a los niños tranquilos , cuidados y sin costes, pero eso genera una enorme responsabilidad en las personas mayores, a lo que hay que sumar la presión social, ya que sienten que si ellos pueden necesitar a sus hijos en cualquier otro momento y si no les ayudan quizás luego. La clave es que cada familia llegue a sus acuerdos desde el respeto y el diálogo, pensando que todos tienen su derecho a tener su propio proyecto de vida y tomar sus propias decisiones», señala.
Otra cuestión que siempre sale a la luz cuando los niños se quedan a cargo de los abuelos mucho tiempo es la influencia que tienen en su educación. «Muchos padres cuando delegan el cuidado quieren que sea una continuidad de su estilo. Los padres y abuelos tienen que negociar porque hay una delegación por el tiempo que comparten. Esto no significa ir en contra del criterio de los progenitores, pero los abuelos también tienen sus valores y su forma de ser. Si se supone que delegamos en ellos por confianza y les llevamos nosotros nuestras propias instrucciones... ¿Qué mensaje les estamos dando? No ponemos en valor sus tareas», aclara la portavoz de la SEGG.
Ventajas mutuas
Desacuerdos aparte, para aquellos abuelos que quieren «ejercer de cuidadores de forma libre» este rol ofrece muchas ventajas, según relata Lourdes Bermejo: « Ocupan el tiempo en algo significativo y valioso , reconocido por sus seres queridos, están entretenidos con una tarea estimulante porque ven la evolución de los niños, se mantienen actualizados en cuestiones relacionadas con la tecnología y se mantienen activos». «Además, los niños dan mucho cariño y eso es una fuente de energía positiva. Si sus valores van por ahí y se elige libremente y no exige las capacidades del mayor, les hace sentir muy completos», sentencia.
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