Trucos para acabar con los incómodos ruidos en los colegios
Con sencillas fórmulas es posible mejorar la acústica y que el ambiente entre alumnos sea más relajado
La acústica en las aulas a menudo es un asunto con frecuencia olvidado en el panorama educativo español. Y eso que en España seis de cada diez centros sufren contaminación acústica. El ruido de fondo y la reverberación inhiben la concentración y el rendimiento académico. Tres son los factores que provocan contaminación acústica: el ruido procedente del exterior, el ruido generado por la actividad de alumnos y profesores y la reverberación del sonido en paredes, suelo y techo.
La Asociación «CLAVE atención a la deficiencia auditiva» (www.oiresclave.org ) quiere concienciar sobre la importancia de la acústica para un correcto funcionamiento del desarrollo educativo.
Para ello propone diez sencillas medidas:
1. Planificar los horarios de aquellas actividades fuera del aula que generen cualquier ruido externo.
2. Colocar protectores en las patas de las sillas y los escritorios.
3. Poner fieltro o goma en la base y en el interior de las bandejas y cajas de material a fin de reducir el ruido que se produce al recoger los materiales.
4. Descartar el uso de estuches y material educativo metálico .
5. Utilizar calzado de suela de goma
6. Delimitar las distintas zonas de actividad en el aula con alfombras, corcho o goma.
7. Usar fuentes de luz silenciosas .
8. Colgar paneles o figuras decorativas realizadas en corcho o en otro material absorbente.
9. Entelar paños de pared sobre un acolchado de algodón o colocar paneles de corcho en las paredes .
10. Instar a los alumnos a una actuación responsable que respete el bienestar del resto del aula.
La mayoría de estas acciones no implican un dispendio económico, algo que sí ocurre cuando el problema es estructural y de diseño. Para eso CLAVE aconseja situar las aulas de manera que no compartan paredes con los focos de ruido; instalar vestíbulos de previo acceso al aula o instalar puertas especialmente acondicionadas; evitar las paredes y superficies acabadas en hormigón, vidrio u otras superficies lisas; construir techos altos que dejen espacio para la instalación de paneles absorbentes; e introducir entre los pisos un material absorbente que traspase las paredes y diseñar paredes que no sean paralelas entre sí.