«Los rituales y hábitos caseros son muy importantes: construyen el tejido emocional de una familia»
La escritora y divulgadora acaba de presentar dos libros dedicados a enseñar a los más pequeños
![«Los rituales y hábitos caseros son muy importantes: construyen el tejido emocional de una familia»](https://s2.abcstatics.com/media/familia/2019/10/31/ELSA-PUNSET-BOBIBLUE-keED--1248x698@abc.jpg)
«Tocaba ahora hablar a los más pequeños y había que hacerlo de manera clara y alegre», señala la escritora y divulgadora Elsa Punset, quien regresa al mundo infantil con dos nuevos libros, «Buenos días, Bobiblú» y «Buenas noches, Bobiblú» . A través de estas dos historias se da a los padres herramientas para el día a día que ayudan, no solo a reforzar las rutinas, sino también a hacerlas más divertidas y amenas. Según Punset, «en esta franja de edad, de 2 a 5 años, la inteligencia emocional se traduce en una mezcla de estímulos físicos y cognitivos». Estos libros, señala, «son solo el comienzo, un punto de partida para que los más pequeños empiecen a entrenar sus habilidades personales y fortalezcan su inteligencia emocional».
¿Tendemos a olvidar la enseñanza de la inteligencia emocional en casa?
Tradicionalmente, los padres y educadores nos hemos centrado en el desarrollo cognitivo y conductual de los niños, y en su supervivencia física -que a según qué edades, ¡es un reto agotador!-. Es lógico, así es como nos educaron, en un mundo en el que parecía que las emociones no podían comprenderse ni entrenarse.
Pero era una visión sesgada de la inteligencia humana. Hoy en día, sabemos que nuestra inteligencia es emocional, es decir, que en la base de cada pensamiento racional, hay una emoción. Y que podemos comprender y entrenar nuestras emociones. Así que el mensaje sería: ¡No hay que centrarse en lo físico y abandonar lo emocional! ¿Qué podemos hacer para ayudar a nuestros hijos a desarrollar su inteligencia emocional? ¡La familia es nuestra primera escuela de inteligencia emocional! Como padres, podemos generar ambientes donde sea natural hablar de lo que sentimos- aunque algunos sentimientos sean más difíciles, intensos o tristes. Podemos reconocer cuando nos hemos equivocado -pedir perdón, disculparnos, reconocer en qué hemos fallado. Y podemos enseñar a nuestros hijos, con nuestro ejemplo (¡y no solo con nuestras palabras!) a celebrar las pequeñas alegrías de la vida y a aprender a enfrentarse a los inevitables retos del día a día con esperanza y optimismo. ¿Qué mayor regalo podemos hacerles que educarles en su conjunto, en plenitud?
En ese aspecto, hay dos momentos esenciales que los padres comparten con sus hijos que son la mañana y la noche, y muchas veces están envueltos en gritos. ¿Hay alguna para afrontar mejor el día, que no falle (casi nunca!)?
Educar es crear buenos hábitos. Y eso, a esas edades tempranas, lo podemos hacer con rituales, jugando, disfrutando. Lo menciono en las pistas que hay al final de cada libro de Bobiblú: cada familia inventa sus propios rituales, rutinas o hábitos en función de sus preferencias y creencias: canciones, oraciones, momentos de silencio, lecturas, etc… Son muy, muy importantes: ¡construyen el tejido emocional de una familia, une a la familia y genera recuerdos imborrables! Es creativo y divertido celebrar y aprender con nuestros pequeños rituales- son la columna dorsal de cualquier familia- una forma consciente y sólida de generar buenos hábitos emocionales y de fortalecer nuestra inteligencia emocional en familia.
Y cuando la familia pasa malos ratos, o se siente vulnerable, o los padres están cansados… nuestros pequeños rituales o rutinas nos guían y ayudan a pasar los baches. ¡Es algo sencillo y muy sólido! Bobiblú está lleno de ejemplos concretos y prácticos de cómo formar estos pequeños hábitos o rutinas- por ejemplo, a la hora de dormir: la canción para recoger y ordenar, la hora del cuento, la hora del masaje (para relajar no solo mente sino también el cuerpo), el momento para decir «te quiero», para recordar «lo mejor del día», etc.
Estos dos nuevos cuentos llevan incorporada música. Con música, ¿todo es mejor?
La música sirve de dos maneras muy concretas: primero, entretiene al niño mientras hace actividades que le cuestan más, como ordenar su habitación. Y segundo, le da una idea del paso del tiempo- así quien si le dices, «¡es hora de lavarte los dientes!», le das el truco de que ese pequeño ritual- lavarse los dientes- debería durar más o menos lo que tarda en cantar o escuchar dos canciones de «cumpleaños feliz». Es el truco de Bobi, ¡y así le cuesta menos lavarse los dientes!
En Bobiblú, hemos querido facilitar una lista de Spotify con canciones diversas que acompañen los rituales de cada día: levantarse, darse los buenos días, ordenar, desayunar, bañarse, dormirse… los padres y niños pueden añadir las suyas, inventarlas, o simplemente echar mano de nuestras sugerencias. ¡Ojalá las disfruten!
Asegura usted que un niño con buena inteligencia emocional va a tener mejor rendimiento académico al estar relajado... Los padres se suelen olvidar y muchas veces acaban estresando al pequeño.
Sí, la ciencia nos confirma que una buena inteligencia emocional no solo tiene un impacto enorme en el rendimiento académico de nuestros hijos, sino también en su capacidad para ser felices, creativos, empáticos, para motivarse o calmarse, para tomar buenas decisiones, para tener mejores relaciones con los demás…
A los niños vivir felices se les da mucho mejor que a nosotros, los adultos . Es básicamente porque ellos no tienen nuestras responsabilidades, y tienen además un cerebro dotado para vivir en el presente, para disfrutar del momento. Así que nuestras prisas, preocupaciones y estrés, ni lo entienden ni lo comparten.
A veces los adultos nos frustramos porque sentimos que fallamos, o no estamos a la altura, o no sabemos manejar bien una situación… ¡Pero es que nosotros también, a lo largo de toda la vida, vamos a estar aprendiendo a gestionar mejor nuestras emociones! Y e familia lo hacemos en circunstancias no fáciles: siendo los guías de niños y niñas que cambian constantemente, que nos exigen y nos agotan. ¡Pero no hay que intentar ser perfectos! Usemos nuestros fallos como oportunidades de crecimiento y también para que los niños, que nos imitan en todo, nos imiten también cuando nos equivocamos: que nos vean pedir perdón, mostrar nuestras vulnerabilidades y hacer esfuerzos por mejorar . ¡Eso también forma parte ineludible de educar!
¿Puede compartir con nuestros papás lectores alguna manera de relajarse en familia?
En Buenos Días Bobiblú empezamos precisamente con esos pequeños rituales del despertar que nos ayudan a empezar de buen pie, y a tratar a todos en casa con respeto. Así que nada más despertar, para dejar a un lado nuestras prisas y preocupaciones, tan adultas, y que tanto desconciertan a los niños, reservamos una minutos para celebrar nuestro despertar: cantamos una canción de buenos días, hacemos nuestros abrazos y saludos preferidos (algunos son tiernos y necesarios, como el abrazo de 6 segundos que le gusta a papá… y otros divertidos como el «chócala» que le gusta a Bobiblú…); desayunamos, nos lavamos los dientes con el «truco» de la canción de Bobi… nos vestimos y nos ayudamos, entrenando la paciencia y la alegría. Para los más pequeños, cualquier acto cotidiano puede hacerse con alegría , es su medio natural. Por eso los niños ríen y sonríen literalmente cientos de veces al día, pero los adultos, con sus prisas y sus responsabilidades y tendencia a memorizar lo negativo, perdemos gran parte de esta alegría. Un sugerencia: somos los entrenadores emocionales de nuestros hijos, si, pero ¿sabéis qué?... que también ellos son nuestros maestros, así que ¿por qué no dejarnos contagiar por su optimismo nato y sus ganas de disfrutar? ¡Aprendamos todos en familia!
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