«Pronto vi que el recreo iba a ser la asignatura más difícil de superar»
El 80% de los niños con discapacidad han sufrido bullying en algún momento, aunque no es menos terrible es otra lacra contra la que muchos luchan cada día: la soledad y el aislamiento

Belén González del Amo tiene 21 años y es ciega total desde que nació. Cuando entró en preescolar, en el colegio que le tocaba, no entendía por qué no podía correr como el resto de los niños, por qué tenía libros distintos o por qué ... no podía olvidar su bastón. «Cuando pasé a Primaria, noté que mis compañeros no me hablaban . Desde ese día me di cuenta de que el recreo iba a ser la asignatura más difícil de superar. Siempre estaba sola , no tenía amigos y no jugaba con nadie porque nadie me enseñó a jugar como ellos. Con 8 años empezó el acoso como tal. Era la más débil y, sobre todo las niñas, empezaron a meterse conmigo», confesó la joven en un encuentro organizado el viernes por la Fundación Cermi (Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad) para proponer soluciones ante la soledad y el acoso escolar que viven los alumnos con capacidades diferentes . Aunque es difícil hacer estadísticas realistas, desde la Plataforma de la Infancia señalan que un 80% de los niños con discapacidad han sufrido acoso. Para muchos, su calvario no acaba con las burlas, ya que antes o después se enfrentan también a soledad y asilamiento. Más de la cuarta parte de estos chiquillos (32,7%) se sienten siempre aislados, rechazados o excluidos por el resto de compañeros, según un estudio de la ONCE.
«Me duele que ningún profesor hizo nada por ayudarme . No sé si no se dieron cuenta, si miraron a otro lado. Esto lo viví hasta que me dejaron en paz con 11 o 12 años. Yo no contaba nada, pensé que era solo culpa mía que hacía las cosas mal», admite la joven, que reconoce que su situación no mejoró siquiera en la universidad, donde todos querían ayudarla pero nadie la veía «como un igual». Acudir al colegio de la ONCE, así como el apoyo de su familia y la ayuda psicológica han sido clave para que Belén haya logrado sobreponerse a esta situación. De hecho, desde la Fundación ONCE advierten que casi seis de cada diez alumnos con discapacidad acosados lo sufre incluso lo acaban «normalizando». « Mi experiencia no es solo mía, y hay niñas que no pueden superarlo », insiste.
El caso Belén no es, por supuesto, aislado. Ignacio, que tiene un trastorno dentro del espectro autista, sufrió incluso más desde pequeño por varios motivos: primero, no fue diagnosticado hasta que superó la adolescencia, y después, su discapacidad no es visible. «Cuando llegué a la universidad el problema no era el bullying, sino el ghosting. No querían quedar conmigo y me quedaba solo. Eso te deja un daño y una ansiedad muy fuerte», reconoce con valentía. Pese a todo, logró acabar tanto la carrera de Biología como un máster especializado. En referencia a este tipo de problemas, Ruth Vidriales, de Autismo España, pidió que se tenga en cuenta a la hora de buscar soluciones a estos problemas que los chicos con este tipo de trastornos parten de una situación de desventaja, porque «no cuentan con un círculo de apoyo y tienen dificultades de comprensión social ».
En busca de soluciones
Jesús Martín, representante del Cermi en el Observatorio Estatal de la Convivencia Escolar, admite que tienen el diagnóstico, «la soledad»; los síntomas, «la tristeza, una autopercepción distorsionada...» y la vacuna, «la Convención Internacional de la Discapacidad de 2008». «En definitiva, la soledad en las escuelas se mitiga con convivencia, y eso solo ocurre cuando el derecho a la inclusión y la vida en comunidad están garantizadas».
Para paliar este problema de la soledad y el acoso, Carmen Jáudenes, de la Comisión de Educación Inclusiva del CERMI, cree que lo primero que hay que hacer es «luchar contra el desconocimiento» que hay en torno a la discapacidad. «La escuela también puede ser transformadora y ayudar a la inclusión», plantea. En este sentido, la portavoz recoge también otras iniciativas que pueden ayudar a solucionar estos problemas. La primera, generar en todos los niños, con o sin discapacidad, una imagen positiva de sí mismos , dándoles herramientas para favorecer su propia aceptación. Es importante también formar al profesorado , al personal de apoyo y a las familias. Asimismo, debe haber canales de atención y de denuncia fácilmente identificables. En este sentido, desde la Plataforma de la Infancia, creen que la nueva Ley de Violencia Infantil recoge una figura que puede ayudar a detectar y paliar estas conductas tóxicas: el coordinador de bienestar .
Es importante también, recuerda Jáudenes, contar con como servicios de apoyo y recuperación de las víctimas accesibles a todos. Todo ello sin olvidar las nuevas formas de acoso y la importancia de estar en contacto permanente con las asociaciones de personas con capacidades diferentes para lograr un diagnóstico preciso de la situación.
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