Día Mundial de la Dislexia
«Los niños con dislexia puede parecer que tienen cierta falta de capacidad cognitiva»
La dislexia dejaría de ser una dificultad de aprendizaje «si modificásemos las metodologías del colegio», advierte la presidenta de Fundación Aprender
«La dislexia dejaría de ser una dificultad de aprendizaje si modificásemos las metodologías del colegio y, además, trabajásemos las propias dificultades del niño», asegura Irene Ranz, presidenta de la Fundación Aprender, una entidad sin ánimo de lucro titular del Colegio Brotmadrid, en el Día Mundial de la Dislexia que se celebra hoy 8 de noviembre.
Tal y como explica Ranz, la dislexia está considerada como una de las principales dificultades de aprendizaje. «Pero nosotros nos gusta explicar que la dislexia en si misma es una característica neurobiológica de la persona que genera graves dificultades en el aprendizaje debido fundamentalmente a dos razones. La primera es que las metodologías tradicionales de aprendizaje son la lectura y la escritura, que son justo por definición las que tiene afectadas una persona con dislexia. Y la segunda es que debemos trabajar para mejorar las dificultades asociadas a la propia característica de la dislexia, como son problemas en la secuenciación, a veces en las lateralidades, problemas en los movimientos oculares, en la velocidad de procesamiento...».
Es decir, prosigue esta experta, «que debemos ayudar al niño cambiando la metodología, y ayudar al niño en todas sus dificultades propias o, generalmente, asociadas a la dislexia. Porque la dislexia es acompañará al niño durante toda su vida, pero si se trata por un lado a nivel escolar, con metodologías más inclusivas, vivenciales, experimentales y activas; y por otro lado, se trabaja con el niño para mejorar sus dificultades propioceptivas, motoras, vestibulares, visuales, auditivas... Así como sus posibles secuelas emocionales, hará que el niño sea más feliz».
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Porque no podemos olvidarnos de las consecuencias emocionales que las dificultades de aprendizaje pueden provocar y que también deben ser tratadas para recuperar la autoestima y la confianza en uno mismo y en sus posibilidades. «¿Qué ocurre? Que los niños disléxicos en el sistema tradicional, en el que el aprendizaje está basado en la lectura y la evaluación de lo aprendido en la escritura, pueden parecer que tienen cierta falta de capacidad cognitiva ». Pero no es justo que a un niño disléxico, añade Ranz, «que puede ser tremendamente inteligente en otras áreas de la vida, se le catalogue de tonto porque la lectoescritura se le da mal por su característica intrínseca de dislexia. Hay que evitar que el menor crea -por comparación con el resto- que es tonto o porque el entorno le devuelve a veces incluso la propia palabra de “tonto” , y empiece creer que no puede, porque puede acabar no pudiendo».
De hecho, sugiere la presidenta de la Fundación Aprender , «la dislexia puede llegar a ser un talento si la metodología del colegio le permite al niño aprovechar sus potenciales y exprimirlos, algo que será imposible con modelos tradicionales basados en la memorización de contenidos y que nada tienen que ver con la manera natural de aprender que es observando y asociando, experimentando y expresando».
«Hay niños creativos, imaginativos, con pensamientos divergentes, a los que se les está cortando las alas porque la fórmula de memorizar para ‘vomitar’ en un examen no funciona; además, ese contenido nunca llega a aprenderse de verdad, pues una vez ‘vomitado’ en el examen, se olvida», comenta esta experta. Este cambio metodológico, asegura Ranz, sumado a un buen trabajo con el propio niño a nivel de reorganización neurológica , provocará el desarrollo y la mejora de las habilidades motoras, emocionales y de aprendizaje. Por estos motivos, concluye, «es necesario trabajar todo lo que hay detrás de las dificultades de aprendizaje (propioceptivas, motoras, vestibulares, visuales, auditivas, kinestésicas...) que influyen en el procesamiento de la información y esto es algo que podemos hacer porque hay plasticidad neuronal», explica Irene Ranz, quien añade que «este trabajo se debe hacer siempre de la mano de profesionales y en centros especializados».
«Así, junto a cerebro (lo cognitivo) y cuerpo (lo físico), corazón (lo emocional) y contexto (social) completan el trabajo de las 4C que es el que consideramos el idóneo para que niños con dislexia tengan un pleno y feliz crecimiento», concluye la presidenta de Fundación Aprender.
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