Libertad y responsabilidad de educar
Patricia Santos Rodriguez, profesora Titular Filosofía Política y del Derecho de la Universidad CEU San Pablo
En estos momentos, como ciudadanos, tenemos muchas necesidades urgentes que atender: comprobar si nuestros hogares o los lugares de trabajo están confinados, si somos susceptibles de ser vacunados, si la meteorología añadirá alguna nueva circunstancia a nuestro quehacer diario.
Como ciudadanos penden de nuestra respuesta necesidades importantes, por ejemplo, la cuestión de la libertad educativa. Se nos está arrebatando la capacidad de ejercer esta libertad que legítimamente nos corresponde. ¿Qué respuesta hemos sido capaces de organizar desde la publicación de la ley Celaá? ¿Con quiénes hemos compartido nuestra preocupación, cómo vamos a seguir respondiendo? Todos nos rebelaríamos ante la posibilidad de tener una sola cadena de tv, una sola radio, un solo periódico… y vamos de camino a un solo tipo de escuela, la estatal.
Un solo tipo de escuela nos encamina hacia una sociedad de pensamiento y moral únicos, el que dicte la agenda de Naciones Unidas; lo vamos a ir construyendo en las aulas, con el informe de PISA en mano, dirigiendo a los alumnos hacia la desmemoria histórica y fomentando la enseñanza residual en castellano. Esta ley, ¿realmente hará crecer a nuestros hijos, los ayudará a ser más libres y cultos, más responsables, más desarrollados según sus capacidades y necesidades educativas, o los hará más manipulables?
La libertad que no se ejerce y que no se defiende cada día, se pierde. La educación sin libertad es un producto “fake”. No es educación, es adoctrinamiento, venga de quien venga. Técnicos, sentimentales, sin memoria, sin identidad y sin sentido crítico, así se dibujan las generaciones futuras. A veces, ejercer algunas libertades se convierte en una responsabilidad, ¡viva la rebeldía!