CIBERBULLYING

«Los jóvenes cuelgan fotos sin pensar que sus futuros jefes podrán verlas en la red»

Un colegio de Madrid instaura la figura del Defensor del Alumno para luchar contra esta lacra

JOSÉ RAMÓN LADRA

CARLOTA FOMINAYA

Hace poco más de un año, el Colegio Los Robles (Madrid) decidió que no podía mirar para otro lado en el espinoso asunto de acoso escolar . Así llegaron a la conclusión de que antes que nada, había que prevenir, y crearon la figura del Defensor del Alumno, encarnada en la persona de Charo Tejedo. Para esta experta ingeniera informática, es clave ayudar y aconsejar a unos estudiantes cuyas vidas se desarrollan gran parte en el mundo de las redes sociales, pero también a los padres que, a su juicio, «abandonan en cierto modo a sus hijos en internet» .

—Parece extremadamente difícil detectar cuando se trata de un caso de acoso y cuando es algo más serio. ¿Cómo diferencian ustedes?

—No es fácil, es verdad. Pero hay que diferenciar con sumo cuidado cuando te quitan el bocadillo un día, y cuando te lo están robando todos. El problema es que los niños que sufren acoso están aterrorizados, y no suelen atreverse a contarlo. Existe un secretismo entorno al tema no solo por parte del acosado, también por parte de los espectadores, que en la mayoría de los casos no se atreven a hacer nada por que tampoco tienen las herramientas adecuadas. Los profesores debemos estar vigilantes . En nuestro caso, por si eso sucede, los alumnos disponen de un buzón en el hall del colegio y de un correo electrónico donde pueden contar o explicar sus temores. Además hay niveles, y no todo es denunciable, pero todos los casos hay que tratarlos. Para los niños su vida es el colegio, por lo que no se puede permitir que vayan con miedo, pero tampoco a disgusto.

—¿Qué pasos siguen cuando detectan un caso de acoso escolar?

—Este colegio es un centro muy familiar, muy cercano, y tenemos la suerte de enterarnos de casi todo a tiempo, bien por observación directa, bien por señales que puede detectar el tutor, como una disminución en el rendimiento escolar, una bajada en la participación, un niño solo en el patio. Muchas veces coinciden los estándares. En ese caso, lo primero que hay que hacer es estudiar el caso en el colegio, desde el departamento de orientación y la jefatura. Suelo decir que la sociedad tiende a centrarse más en el acosado pero en los casos de acoso o ciberbullying hay muchas partes implicadas.

Está la víctima, que en muchos no tiene herramientas para defenderse ante lo que está viviendo. Está el acosador, al que hay decirle que eso no se puede repetir bajo ningún concepto, y está el entorno. Es decir, están los compañeros de clase, que no han ayudado a poner freno a esa situación, y a los que hay que decirles que mañana les puede tocar a cualquiera de ellos, y por supuesto están los padres.

—Esta generación de familias, ¿no está pagando el pato de ser la primera formada por Millenials?

—Quizás un poco. En cierto modo esta generación es la primera que vive en las redes sociales, que por si mismas no son un peligro. Todo depende del uso que les demos. Lo cierto es que los adolescentes de hoy tienen incluso otra forma de ser delante del ordenador. Ellos no ven el peligro, y muchos padres tampoco. Te dicen «mi hijo no está en redes sociales porque no tiene Facebook, solo tiene WhatsApp». No se dan cuenta de que tiene exactamente el mismo peligro, o peor. Pueden enviar fotos y acosar de la misma forma. Los padres ven el WhatsApp como una herramienta muy buena, que les ayuda a comunicarse mejor con sus hijos, pero deben tener un control.

—Como Defensor del Alumno, ¿que consejo les da a los jóvenes?

—Es importantísimo que sepan que foto que mandan, foto que es pública. La manden por donde la manden, e incluso sin haberla enviado. Pueden haberse conectado a una red pública, y les pueden haber estado robando las fotos sin que las hayan enviado. ¿La solución es dejar de utilizar el móvil? No, porque ya forma parte de nuestras vidas, pero es importante que tanto la escuela como la familia sepa inculcar una cultura de redes. Los niños y adolescentes de hoy no piensan en los trabajos del mañana, y cada vez se hace más «ingeniería social». Es decir, cada vez se investiga más a los candidatos. Una frase en Twitter hoy no tiene importancia, pero es muy difícil de borrar el rastro .

—Además, los padres cada vez regalan antes un móvil a los niños.

—En realidad, el problema está en el gran desconocimiento de padres e hijos. Un móvil ofrece las mismas opciones que una tablet o el ordenador de mesa. Los padres tienen que ser consecuentes con lo que regalan. Y en el colegio debería estar prohibido.

—Ustedes insisten en que lo fundamental es la prevención.

—En efecto. Desde el departamento de orientación organizamos charlas formativas de forma constante. Para ello trabajamos codo con codo con los agentes tutores . Les llamamos a menudo. Son un excelente apoyo. Hemos visto a niños salir llorando de sus charlas. Pero para casos más extremos, con quien hay que consultar es con la Policía. Los colegios tienen que saber que están en la obligación de denunciar. Por fortuna, cada vez hay más conciencia social del problema.

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