«Encajar 31 goles crea en los niños un daño evitable. Hay que enseñarles a ganar sin humillar»

José Antonio Luengo, psicólogo deportivo, explica cómo acabar con la competitividad mal entendida en el fútbol base a raíz del polémico 0-31 con el que acabó el partido entre los benjamines del SAD Villaverde y el Real Madrid

La ciudad deporttiva Boetticher, estadio del Sad Villaverde SAD VILLAVERDE

Helena Cortés

0-31. Así acabó el pasado fin de semana el partido de los benjamines del Villaverde San Andrés contra el Real Madrid . Pronto, los anfitriones mostraron su indignación en redes sociales por el mal trago que supuso para los chavales de entre 8 y 9 años , que en los primeros minutos prácticamente encajaron un gol por minuto: «Por un lado, los clubes grandes deberían utilizar estrategias deportivas para evitar estas goleadas y por otro lado desde la Federación hace falta una reestructuración de estas categorías». La polémica fue tan sonada que muchos han pedido un cambio de normativa que proteja a los clubes más modestos, mientras que otros han defendido que, por muy pequeños que sean los chiquillos, están expuestos a los avatares de la competición.

«Cuando un equipo de fútbol que es superior le mete 31 goles a otro equipo de niños de 8 años es una desproporción, un daño emocional evitable que no está justificado por la competición. La competitividad no está reñida con la educación, la humildad y el buen trato. Se puede ganar, pero hay que intentar hacerlo con dignidad, sobre todo cuando tienes la posibilidad de bajar el ritmo. Cuando ya eres superior hay que aprender a jugar sin hacer daño emocional, que es lo que notan los que están avasallados , que lo viven con dolor y sufrimiento», lamenta José Antonio Luengo, psicólogo del deporte y la actividad física, quien trabaja además con las categorías infantiles del Getafe F.C. Un resultado así, reconoce, es difícil de ver en los benjamines, ya que muchos de ellos llevan un par de años entrenando.

En su escuela, cuenta, enseñan a los chavales a dar ejemplo para «ganar sin humillar», y cuando el equipo lleva una clara ventaja tratan de hacer más cambios, tocar más el balón … «Muchos dicen que los niños tienen que aprender a competir o que les estamos haciendo blanditos. Pero es que estamos en una escuela deportiva, aunque firmen ficha hay que enseñarles a ganar y a perder. ¿Estamos enseñando a saber ganar si les animamos meter 20 o 30 goles? No, les estamos enseñando a avasallar. Si logramos que los que pueden marcar 30 hagan 6, sepan que han ganado y den un abrazo a sus oponentes es mejor. Así se puede también enseñar a los vencidos que aprendemos más cuando perdemos . Y eso con una humillación es difícil. No quiero pensar en cómo se sentirá ese pequeño portero», admite Luego, que habla no solo como experto, sino también como exjugador de las categorías inferiores del Getafe.

Cuando se sufre una derrota así, cuenta este psicólogo, poco puede hacer el entrenador vencido más allá de escuchar los llantos y lamentos de los chiquillos sin reprocharles nada, simplemente haciéndoles ver que los otros fueron mejores. «Lo mismo deben hacer los padres, explicarles que esto puede pasar y que nos hace más fuertes », asume.

«A los jugadores se les enseña a ganar, pero también hay que saber ganar. No hay que ir a meter 31, sino que cuando hay un 6-0 toca bajar la intensidad. Pero también es cierto que los niños disfrutan jugando y cuantos más goles metan mejor. Pero ahí hay que animarles a bajar la intensidad, seguir compitiendo pero sin ir a humillar. Es difícil de gestionar », reconoce Felipe Sánchez, jugador y entrenador de juveniles en equipos madrileños, que anima también a transmitir a los pequeños el aprendizaje que se puede sacar al enfrentarse a la cantera madridista. A estos pequeños «elegidos» hay que enseñarles también a respetar desde el campo y la grada. «Aunque a esas edades sea complicado medirse y leer el partido. Al final la mayor forma de respetar al rival es ir a competir siempre, aunque la diferencia sea muy grande», añade su compañero Gonzalo Arévalo, que apunta como solución una reestructuración de la competición de tal forma que en las categorías más bajas se cuente solo victoria, derrota y empate.

Incluso Zinedine Zidane, entrenador del primer equipo del Real Madrid, apuntó a un cambio de norma como posible solución: « Están ahí y juegan . Pase lo que pase en el campo. Lamentablemente puede pasar esto. Es un poco feo encajar 31 goles, pero no es competencia del entrenador decir que no ataquen. Es más cosa de la federación. En el baloncesto después de conseguir 50 puntos de ventaja se para el partido, hay que mirar por ahí», defendió.

Luengo no es partidario, sin embargo, de cambiar las normas. «Hay que ir acercándonos con prudencia al escenario de la competición. Los prebenjamines no tienen ranking. Hay que introducirles de manera progresiva en la competición, porque a veces sometemos a niños muy pequeños a cargas emocionales que no son necesarias. Es importante introducir las claves de dolor, frustración y aceptación del sufrimiento de una manera pautada y planificada y teniendo en cuenta las necesidades de los niños», cuenta.

Acabar con la agresividad

Sí es cierto, reconoce Luengo, que cuando buscan este equilibrio entre «una educación integral y el marco deportivo», a veces chocan con padres que ponen en duda sus principios. «A principio de temporada nos reunimos con los padres y algún jugador. Nuestra filosofía de trabajo incorpora al grupo en estas edades el crecimiento de valores. Pensad en Iniesta, competía al máximo y le aplaudían en todos los campos, porque era humilde y buena gente. Para jugar al fútbol valen muchos perfiles, pero intentemos introducir la dignidad, el buen trato, la honradez, el afecto …», subraya el psicólogo.

Aunque este experto defiende que el fútbol ha evolucionado mucho en los últimos años con la incorporación a los clubes de psicólogos deportivos y un concepto de competición que no mira únicamente el resultado, cree que aún hay margen de mejora. «Se habla mucho de ser más agresivo, cuando se quiere decir intenso y concentrado. No busquemos la agresividad, porque estamos en una sociedad que precisamente tiene que erradicar la violencia», insiste Luengo. «Se puede ser mentalmente muy fuerte siendo humilde , y muy intenso siendo buena gente. Ese es el reto. Muchos dicen que esos no llegan a nada, pero cada día encontramos más entrenadores que quieren jugadores así: honestos, limpios, sanos, que hagan grupo, que no sean egoístas y pongan toda la carne en el asador», concluye.

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