Elegir estudios: el gran dilema de muchas familias con hijos adolescentes

Los constantes cambios del sistema educativo, la mayor oferta de títulos, las nuevas realidades laborales... Son numerosas las dudas de los adolescentes para decidir un itinerario académico

Ante todo hay que escuchar sus preferencias y determinar qué se ajusta más a sus posibilidades
Laura Peraita

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Cuando los alumnos cumplen 14 años se ven en la tesitura de tener que tomar una de las decisiones más importantes, quizá la primera, de su vida: elegir qué itinerario continuar con sus estudios y sentar las bases de lo que será su futuro profesional. Ante ellos se presenta la incertidumbre de decantarse por asignaturas como Biología-Geología y Física y Química, o por Economía, Latín... Un planteamiento no exento de dificultad para los que no tienen una vocación clara y que les lleva, incluso, a echar una mirada a su futuro profesional y cuestionarse en qué les gustaría trabajar.

Como guías que son, los padres intentan ofrecer los mejores consejos, pero se encuentran muchas veces inmersos en un mar de dudas a la hora de querer apoyarles para que tomen la opción más acertada. Algunos docentes aseguran que los progenitores lo tienen hoy más difícil que los de generaciones anteriores. « El sistema educativo cambia muy rápido y de forma muy enrevesada y, además, hay una oferta amplísima tanto de títulos universitarios como de grados de Formación Profesional, lo que complica aún más este proceso de decisión», asegura Jaime Guijarro, responsable del departamento de Orientación del Colegio Joyfe .

Los niños se conocen poco

Es muy común mirar en internet las posibilidades de estudio, «lo que, en ocasiones, dificulta aún más la situación por la complejidad de canalizar todos los datos», apunta Kika Fernández-Iriondo, fundadora de Future Talent. Según esta experta en asesoramiento académico a jóvenes, en España se reflexiona poco sobre cómo deben tomar una decisión de futuro los alumnos. «Los niños conocen muy poco sobre su perfil, su personalidad, sus puntos fuertes, los que necesitan reforzar... Los padres suelen pensar más en lo que tienen que ser sus hijos que en lo que son hoy. Deben ayudarles a hacer una reflexión que determine qué les gusta pero , sobre todo, para qué tienen cualidades. Las aptitudes académicas son importantes, pero la personalidad y dónde pueden encajar en el mundo laboral son claves».

En esta labor, Jaime Guijarro recomienda a los padres que escuchen a sus hijos, que intenten razonar con ellos la elección que desean y comprueben si es una decisión madurada. «Es importante ayudarles a realizar un análisis que les lleve al autoconocimiento, a que reconozcan con criterio qué es lo que les gustaría estudiar, aquello para lo que creen que pueden valer en su futuro, a descubrir sus verdaderas capacidades y aptitudes, si es capaz de realizar el sacrificio y esfuerzo que supone su elección... Y, también, si será capaz de superar la frustración si no lo consigue», advierte.

Fernando Alberca, profesor de Secundaria, licenciado en Filosofía y Letras y autor, entre otros libros, de «Todos los niños pueden ser Einsten» , explica que hay que fomentar que «el niño se sienta protagonista de su decisión. Para ello propone responder a una serie de preguntas: ¿quiero una profesión atendiendo a gente, o no?, ¿relacionada con la salud, con tecnología?, ¿asociada al pensamiento como Humanidades?, ¿como profesor o maestro?, ¿en el campo?, ¿coordinando personas de una empresa en medios de comunicación, cine…?, ¿estudio Bachillerato o ciclo medio?, ¿Universidad o ciclo superior?, ¿en España o fuera? Es esencial determinar qué profesiones no quiere ejercer. Para ello resulta muy conveniente hacer una lista de ellas, para visualizar y restar un montón de posibilidades. Hemos de enseñarle –matiza– a acotar la elección. Aislar lo que queremos para descubrirlo porque el miedo a decidir camufla entre otras opciones la que quieren».

Uno de los problemas que Guijarro se encuentra cuando recibe a las familias es que tienen a sus hijos muy sobreprotegidos, «por lo que tomar esta decisión tan importante les supone un verdadero quebradero de cabeza al no estar acostumbrados a decidir nada puesto que sus padres se lo han dado siempre todo hecho. Por tanto, se ven impedidos a decidir con la madurez que requiere porque no son ni se sienten autónomos».

Aumentar la autoestima

En este sentido, Fernando Alberca asegura que hay dos vías posibles. «En primer lugar diciéndole 35 cosas positivas que hace cuando las veamos en hechos cotidianos suyos, tengan o no que ver con los estudios o lo intelectual. Esto fomentará su autoestima, necesaria para elegir con ilusión y decisión. Posteriormente, h abrá que decirle que elija pensando en la trayectoria profesional que le gustaría tener en su vida, no en las asignaturas de los estudios elegidos. Con 14 años debe elegir la opción que corresponda a esa vida profesional futura y, si aun así no lo sabe, (tras emplear la razón), que elija con el gusto, lo que más intuya que le gustará».

Kika Fernández-Iriondo añade que esta edad es adecuada para hacerse esta cuestión. «El problema es que tienen muy poco acompañamiento para tomar esta decisión ». Explica que a los alumnos que llegan a su empresa les hacen un test psicotécnico y un test 360º para valorar aspectos como si son capaces de asumir riesgos, si son introvertidos, si aceptan la jerarquía... «El asesoramiento de mentoring, que es personalizado, está muy extendido en otros países, no tanto en España, y permite que sea el propio niño el que poco a poco se dé él mismo respuestas a sus dudas».

Aún así, el responsable de Orientación de Joyfe advierte que vivimos en un «mundo líquido» y aunque hoy los jóvenes decidan un camino, quizá dentro de 10 años se requerirán otras exigencias debido al cambiante mundo laboral. «Por ello, es importante que adquieran competencias emocionales y sean capaces de dar un giro a su opción inicial. La educación en el error y la flexibilidad para reconducir la trayectoria elegida es un método de aprendizaje esencial».

Reconoce Jaime Guijarro que a los padres es a quien más les cuesta aceptar que su hijo admita que los estudios elegidos ya no son de su agrado y que prefiere cambiar. « No deben considerarlo como una pérdida de tiempo , toda decisión es un camino experiencial, una ganancia, sobre todo si ayuda a saber lo que quiere. Eso ya es un acierto», concluye.

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