Dificultades de aprendizaje: 7 consejos para afrontarlas como padres
Entrevista con Ana Santiago Martínez, psicóloga y terapeuta familiar, especialista en Orientación Educativa y coordinadora de la Unidad de Evaluación de del Centro Corat de la Fundación Aprender
Son niños aparentemente sin problemas físicos, pero que mantienen una lucha titánica por aprender al ritmo de los demás. Para su edad cronológica, presentan problemas para leer o escribir, para realizar operaciones matemáticas simples, para expresarse bien, o sencillamente, para prestar atención a lo que les está contando el profesor . Echan muchas más horas que sus compañeros delante del pupitre, sin aparentes resultados. Acuden a multitud de terapias, tienen menos tiempo para jugar y, por lo general, mucha, mucha frustración y falta de autoestima. ¿Cómo se vive en casa cuándo un menor presenta en los primeros cursos de primaria o antes, lo que se denominan «dificultades de aprendizaje» ? Así lo explica Ana Santiago Martínez, psicóloga y terapeuta familiar, especialista en Orientación Educativa y coordinadora de la Unidad de Evaluación del Centro Corat de la Fundación Aprender .
¿Que son y a qué diferentes trastornos pueden hacer referencia las llamadas «difultades de aprendizaje»?
Las dificultades específicas de aprendizaje (DEA) son aquellas dificultades que interfieren en un correcto desarrollo del niño o la niña que las presenta, ya sea a nivel académico, social o emocional. Dentro de esta clasificación se encontrarían: dificultad específica para la lectura, para la escritura, para las matemáticas o discalculia, el trastorno de aprendizaje no verbal, el déficit de atención , trastorno del lenguaje, entre otras.
Debido a ellas, el menor necesita aprender y ser evaluado en su colegio de formas distintas a lo «normativo» para alcanzar los aprendizajes escolares.
Lo más normal es sque sea el colegio el que da la voz de alarma. ¿En qué momento del aprendizaje o en qué curso suele suceder esto?
Según va avanzando la escolaridad, las DEA se hacen más evidentes porque quien las presenta no quiere leer, se niega a escribir , no termina de comprender enunciados o textos, tiene problemas para organizar operaciones matemáticas, no es capaz de estar atento a las explicaciones del profesor, no apunta las tareas, o no puede expresar todo lo que siente o piensa, etc.
En este sentido, podemos encontrar alumnos que ya en la etapa de educación infantil muestran algunos signos que pueden estar condicionando su aprendizaje y que actúan como una señal de alarma para tratar de comprender qué sucede, bien por su forma de relacionarse con los demás, por dificultades en el desarrollo motor como ajustes posturales frecuentes o excesiva inquietud, también dificultades en la realización del trazo que permanecen en el tiempo, rechazo a la escritura o la lectura; dificultad para seguir las normas, etc.
Pero suele ser en en los primeros cursos de educación primaria, que normalmente se les exige haber alcanzado un mínimo de lectura y escritura para acceder además a otros conocimientos, cuando aparece de forma más intensa la frustración, el rechazo o la desmotivación, y cuando las dificultades se hacen presentes con más fuerza manifestándose por diferentes conductas. Este no «llegar a lo esperado por edad» es lo que suele movilizar al profesorado y a la familia en busca de una comprensión o/y un diagnóstico que explique lo que le pasa a esa niña o ese niño con la finalidad de ofrecer la respuesta educativa más adecuada.
Ante una mínima sospecha... ¿cómo deben reaccionar las familias?
La detección va a depender de muchas causas. Lo primero que diría es el cómo se manifiesta en cada menor cuando algo va de forma distinta a lo «esperado». Esto va a hacer que su familia o profesores/as se movilicen más rápidamente, o no, para encontrar una explicación y orientación que ayude a abordar dichas dificultades.
Es importante en este punto ver al pequeño de forma global y valorar todas sus áreas de desarrollo: sensorial-físico, psicopedagógico-cognitivo, emocional-afectivo y social como hacemos, por ejemplo, en nuestra Unidad de Evaluación del Centro Corat de Fundación Aprender.
Los padres luego suelen empezar con pruebas diagnósticas que duran años... ¿Cuál es la mejor manera de afrontar este duelo?
Aquí debe explicarse a las familias lo que supone la dificultad específica de aprendizaje en su hijo, que va a ser distinta a la de otro niño con la misma dificultad dado que es una persona única, con su familia, con sus peculiaridades, y con necesidades diferentes a otro ser humano, algo que a veces se olvida.
Este momento es crucial para las familias. Recibir la noticia de un diagnóstico sin más se hace muy doloroso , por eso las personas que trabajamos con ellas debemos hacerlo con cercanía, comprensión y sin determinismo, porque las dificultades de aprendizaje no son una enfermedad, solo que su cerebro aprende de forma distinta o quizá es porque está pasando por un momento difícil que invade toda su atención y de lo que no pueden hablar. De ahí la importancia de mirar al niño en todas sus dimensiones, para descubrir qué le está sucediendo, poder ayudarle y para que las DEA no se conviertan en una barrera para su desarrollo, para su aprendizaje y para su propio bienestar.
¿Cómo se debería transmitir toda esta información a las familias?
Lo ideal es que fuera un profesional especialista en dificultades de aprendizaje con sensibilidad para comunicar , ya que este proceso es clave para lo que sucederá después e influirá también en cómo la familia se posicione ante las mismas. Ofrecer una mirada desde la posibilidad y desde la persona concreta es fundamental, no tanto desde la etiqueta diagnóstica, que en muchas ocasiones anula la personalidad de estos niños dejándoles «presos» a ellos y a sus familias, creando a su vez sentimientos de inseguridad, impotencia, incapacidad y baja expectativa de éxito. Consecuencias que les acompañarán a lo largo de sus vidas, especialmente en la adolescencia, y que marcan muchas dinámicas familiares generando tensiones y afectando significativamente los vínculos y las relaciones entre ellos.
¿Qué factores ayudan a las familias a aceptar mejor este tipo de situaciones?
Indudablemente, el entorno. Lamentablemente, observamos que estas situaciones se producen de forma cada vez más temprana, por ello me parece esencial que las familias puedan sentirse acompañadas en este proceso. En este sentido, la instituciones tienen un papel determinante para que los colegios, sus profesores, profesoras y orientadores tengan los recursos y los tiempos necesarios, no solo para detectar y derivar estas situaciones a los especialistas, sino para ofrecer una respuesta adecuada a las necesidades de cada niño y niña (adaptaciones curriculares en el proceso de enseñanza-aprendizaje, procesos de evaluación adaptados, apoyos y/o refuerzos, etc,) ya que muchas familias ejercen de profesores en casa provocando un gran desgaste y repercutiendo negativamente en sus relaciones. Pero también para transmitir mensajes de colaboración, compromiso y apoyo para que esa experiencia ayude a minimizar el impacto emocional en lugar de aumentarlo. «Porque si los adultos que comparten vida con ese niño o niña están bien y sienten apoyo y seguridad, ellos y ellas es mucho más fácil que lo estén también».
Desde esta posición, las familias podrán aceptar de forma más tranquila las dificultades y lo que supone; podrán asumirlas con más calma y, desde ahí, podrán relacionarse con su hijo con menos miedo e incertidumbre. De no ser así, es más probable que la angustia marque la relación con sus hijos, pero no solo con ellos, sino también con los profesores, resultando más difícil salir de esa espiral de miedo e incomprensión que genera tristeza y dolor en el menor con dificultades.
¿Muchas llegan a necesitar ayuda psicológica?
Sí, si las familias viven en la incertidumbre y no se sienten apoyadas, la ayuda psicológica se hace necesaria para cambiar este posicionamiento, para poder desprenderse de esos temores y recuperar la confianza, la serenidad y la colaboración con todos los agentes implicados. A su vez, y durante el proceso, el niño o la niña puede tener un espacio terapéutico propio donde ayudarle a elaborar experiencias que hayan dañado la sensación de seguridad y confianza personal, y en algunos casos es fundamental.
A su vez, me parece muy importante ayudarles a crear significados a las experiencias que hayan podido vivir y que no entiendan, también para que acepten sus fortalezas, habilidades y debilidades, así como para recuperar sus deseos y que puedan sentirse orgullosos y orgullosas de sí mismos y de sí mismas. Estos serían algunos de los objetivos a trabajar con ellos en el ámbito emocional.
Noticias relacionadas