Un pediatra: «El mito más nocivo es creer que el pecho funciona como un depósito, ahora que está lleno, lo vaciamos»

El doctor José María Paricio acaba de publicar «El libro de la lactancia» (Todo lo que las madres y la ciencia nos han enseñado sobre la lactancia)

Carlota Fominaya

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Cuarenta y dos años de profesión y millones de conversaciones con mujeres que acaban de ser madres dejaban sobre la mesa que muchas se referían a problemas con una lactancia «mal llevada», apunta el pediatra José María Paricio. Así, de la principal duda que se planteaba en todas aquellas consultas nace «El libro de la lactancia» (Editorial Vergara) , una especie de enciclopedia cuya intención, asegura este experto, «es que lo entienda todo el mundo porque le puede servir igual a un médico pediatra, que a un estudiante de Medicina, una madre o una consultora de lactancia materna».

¿Qué lleva a una mujer a no optar por la lactancia materna?

A veces las decisiones son muy profundas, muy arraigadas, son historias que las mujeres tienen de tiempo antes, por circunstancias personales. De todas formas, no se puede descorazonar a todas las madres que no han dado pecho. Y si se opta por el biberón, se puede seguir el modelo de dar pecho: muy cerquita, mirando a los ojos y hablando al bebé… Es un modelo de comportamiento, no solo es el modelo nutricional e inmunitario. Que también. Pero como todo, no es una cosa de sí o no, es una cuestión de riesgo y probabilidades. Hay más probabilidades de coger una otitis, una bronquiolitis, entre los niños no amamantados que entre los de pecho. Eso no quiere decir que ningún niño amamantado acabe en el hospital con neumonía. Pero entre cientos de niños el porcentaje de enfermedades infecciosas y de riesgo de obesidad es mayor en los niños no amamantados… Pero no hay que ser determinista. Se puede compensar con una vida sana. Cuida tu alimentación y no eches la culpa a tu madre.

¿Qué percepción tiene usted sobre la aceptación de la lactancia materna en madres jóvenes? ¿Ha aumentado o disminuido la práctica?

En mi opinión está mejorando la aceptación social del pecho, según lo que nosotros estamos viendo y parece que también en las cifras. Pero es muy difícil saberlo en España porque no tenemos estadísticas oficiales claras. El Instituto Nacional de Estadística (INE) publica cada 5 años su encuesta nacional de salud, donde se recogen tres o cuatro preguntas sobre la duración de la lactancia materna. Y la lectura es que los datos van subiendo: se ha pasado del 20 por ciento a los 6 meses a casi al 40 por ciento. Ha doblado en los últimos veinte años. Pero no sabemos de qué tipo de lactancia se habla, si es exclusiva o no, porque las preguntas no lo indican.

¿Donde ve usted el punto de inflexión?

Daría como cifra desde el año 1995 más o menos. En esa época bastante sanitarios empezamos a estar más concienciados con este tema, porque llegó a nuestro hospital la iniciativa «Amigo de los niños», de la Organización Mundial de la Salud (OMS) , que era como una especie de premio para los hospitales que apoyaban la lactancia. Pero en este sentido el mayor esfuerzo lo han hecho mujeres. Madres que se han aliado unas con otras formando una fantástica red de apoyo. Son más solidarias que los hombres. No hay más que ver que existen más clubs o asociaciones de mujeres que de hombres trabajando,luchando y haciendo cosas. De ahí surge la red de grupos de apoyo a la lactancia y crianza como Amamanta , donde que acogen a madres que no han podido o querido. La que no ha querido suele tener las cosas claras, pero la que no ha podido suele tener problemas de culpabilidad.

¿Por qué resulta tan difícil dar el pecho para tantas madres?

Dar el pecho es una carrera de obstáculos para muchas mujeres porque vivimos en una sociedad donde tenemos una cultura de lactancia artificial y donde los centro sanitarios no tienen personal preparado o eficaz. Hay un montón de mujeres que no lo hacen o que lo querrían haber hecho y lo dejan al primer mordisco. ¿Qué les pasó? Que el pediatra, una auxiliar o la matrona del hospital les dijo una cosa, luego pasó otro profesional y les dijo otra muy distinta... Existe una auténtica falta de cultura de lactancia materna frente a la lactancia de biberón que es facilísima. La mayor parte de mujeres que fracasan en el intento se debe a un fracaso sanitario y de sus pares, porque no tuvieron el apoyo de quien las podían ayudar. Debemos saber que esos grupos de apoyo existen, pero muchas veces las madres lo van a buscar cuando ya tienen el problema. No deberían esperar.

Muchas mujeres se arrepienten de no haber dado el pecho años después y se siguen sintiendo culpables con el paso de los años.

Sí, lo he visto muchísimo en consulta. Habría que preguntarse en qué estamos fallando tan escandalosamente. Creo que en parte es porque se dice mucho «dar el pecho es natural». Pero la palabra natural es muy traidora. A las mujeres se las invita a estar «tranquilas porque lo van a hacer solas». Pero no es así. Se equipara «natural» a «fácil» y muchas llegan engañadas a algo que es verdad que es «natural» pero tiene su propia técnica. Si no se lo explican bien, se quedan muy frustradas porque no han sabido hacer algo natural como mamíferos que son. Es un mensaje culpabilizador para las mujeres que no lo hacen bien. Se quedan muy dolidas porque sienten que han fallado en algo que era su máxima responsabilidad.

Pero usted apunta más bien a un fracaso sanitario.

Es un tema de responsabilidad de nuestras autoridades, que no exigen un curriculum formativo a cada profesional que trabaja con madres y niños. Me da rabia, porque hace 20 años ya pasaba: la formación en los centros sanitarios sigue siendo un tema de voluntarismo de médicos, de pediatras, de enfermeras… En una maternidad te exigen saber realizar una punción lumbar o intubar pero nadie te exige que sepas hablar con una madre y prestar ayuda eficaz en algo cotidiano como es ayudar a una madre que empieza a dar el pecho. Llevamos 20 años luchando en pro de la lactancia pero todavía no hay nada en los hospitales articulado en ese aspecto. Es totalmente voluntario.

Otro de los impedimentos parecen ser las visitas al hospital para conocer al bebé en las horas posteriores al parto.

En efecto. Ni la institución ni nadie ha podido parar ese exceso de visitas que hay en los hospitales, que parece algo mediterráneo. Solo esta epidemia ha podido poner coto a las visitas a las maternidades. Debería ser la pareja de esa madre quien organiza estas visitas.

Advierte usted de que aproximar al niño al pecho durante la primera hora de vida del bebé es crucial para tener éxito en la lactancia.

Se han hecho muchos trabajos en este sentido que indican que hay una relación directa entre la primera toma y el éxito en la lactancia posterior. De hecho, si a un bebé lo dejan lo suficientemente tranquilo con su madre, en la primera hora el 95% de los niños se enganchan, porque les gusta comer, chupetear todo. Es más, a los tres minutos puede conseguirlo si la madre se encuentra bien. ¿Qué ocurre? Que en la primera hora llevamos una marcha tan tremenda… que si tomarle la huella, lavarlo, que si la cesárea... Y una primera toma tardía o retardada en más de una hora va a dificultar tanto la instauración como la duración. Curiosamente, esas mujeres que tardaron más de dos horas, el 60 por ciento no dieron el pecho y muchas lo dejaron al mes. Por tanto, insisto: no es culpa de la mujer, ni de su capacidad, es culpa del sistema, porque todo son escollos que no permiten empezar con buen pie. Los sanitarios de entrada no lo saben pero en cuanto empiezas a promoverlo desde el hospital te das cuenta cómo suben el índice de lactancias. No hay nada como empezar haciendo las cosas bien.

Por último, de todos los mitos que rodean a la lactancia materna, ¿cuál es el más dañino, el más perjudicial para el éxito?

El mito más peligroso de todos cuantos recojo en el libro es el de creer que el pecho funciona como un enorme depósito: «ahora que está lleno, lo vaciamos» . Hay que pensar que, en realidad, el pecho funciona como una especie de fábrica que está funcionando las 24 horas al día. El pecho es un órgano inteligente, que funciona bajo unas premisas, que si se cumplen funciona, y si no se cumplen, no funciona. Si el pecho no lo estimulas, el pecho piensa que «le han pedido» menos, y a descansar, va dejando de fabricar leche según le van estimulando menos.

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