Noemí, madre de acogida: «He visto como niños que crecen sin familia se ven afectados neurológicamente»
Hoy, 20 de noviembre, es un día importante: se celebra el Día Universal del Niño
«Con la proyección actual de la acogida familiar, es muy difícil, por no decir imposible, captar familias»

El relato de Noemí, maestra y madre de acogida de dos niñas pequeñas de orígenes diferentes (12 y 8 años) es estremecedor: «He visto como niños, por falta de todo lo que rodea a una familia, se han visto envueltos en una situación de descontrol ... de su vida, de estrés traumático, hasta tal punto de estar afectados neuronalmente y neurológicamente y no saber desenvolverse con la madurez relativa de su edad».
Su testimonio como familia de acogida, «que no adopción», remarca, de dos niñas tuteladas por la administración cobra especial relevancia hoy, Día Universal del Niño, donde los datos señalan que en España hay 16.177 niños, niñas y adolescentes creciendo en centros residenciales, 1.039 de ellos menores de 6 años.
Esta increíble diferencia que tiene para el cerebro de un niño el hecho de crecer en una familia ella lo ha vivido de cerca de dos maneras. Una, durante su etapa de profesora en un centro de educación especial, donde trabajó con niños que venían de residencias, rememora, «y que estaban ahí no por una cuestión física ni genética, ni por una enfermedad de nacimiento o un mal momento en el parto... sino por una cuestión emocional».
Y ahora, de forma más persona, gracias a su experiencia como madre de acogida, que no ha hecho más que reforzar esta visión sobre las dificultades que puede acarrear crecer sin figuras de referencia. Aunque sea un periodo muy corto, asegura Noemi, «este solo hecho va a marcar mucho como el niño se enfrente a la vida posteriormente. En mi caso, mis dos hijas de acogida llegaron a casa durante su primer año de vida, una con 15 meses y la otra con 9, y cada una ha lo ha expresado de una manera diferente».
«Es verdad que mis hijas, comparadas con niños más mayores, que han tenido otro recorrido, no son tan marcadas. Y si alguien ha sido madre biológica, o ha vivido los primeros momentos de un bebé desde su nacimiento, los primeros minutos, horas, días... Sabe que ese calor, esos besos, esas miradas, todo eso que rodea… es súper importante en el desarrollo humano«.
En el caso de la mayor, relata, «esta tomó una actitud más laxa, de dejarse llevar. Hubo un momento el que hubo que abrir el ámbito de la estimulación porque en cierta manera dejaba que la vida pasara sobre ella un poco y no había iniciativa para muchas cosas».
Sin embargo en el caso de la pequeña, prosigue, «su carácter era diferente y lo que vimos que era su estrategia de supervivencia era un enorme enfado. Estaba enfadada con la gente en general, rechazaba a las personas por enfado. Es decir, la mayor quería ganar cariño a toda costa y adulaba y a la pequeña había que ganársela. Cada uno su vida y sus estrategias«.
Evidentemente, reconoce, «hay desfases madurativos, dificultades de aprendizaje… Pero aquí estamos para ayudar y colaborar y acompañar en lo que se necesite y cómo se necesite. Nosotros los dos somos maestros y hemos buscado una manera de acompañarlas en el terreno educativo muy respetuosa. Creemos que es lo mejor que hemos podido hacer en el momento en el que ellas lo necesitaban, darles tiempo, maduración, seguridad, para que pudieran desenvolverse siendo ellas mismas».
Por fortuna, para Noemi en los colegios «cada vez más nos acercamos a pedagogías que ven las cosas de otra manera, a un enfoque diferente, pero queda mucho trabajo. Hay mucha presión burocrática y a veces se escapan las cosas pero es súper importante informar sobre los beneficios de este sistema porque creo que sigue habiendo mucho desconocimiento. O no lo conocemos o no queremos verlo«, matiza.
El colegio, un espacio 'nido'
A día de ella su trabajo como funcionaria de un colegio público de integración motora, donde comparte espacio con niños de acogida le permite trabajar sobre ello, «aunque como maestra me entristece un poco ver que el entorno escolar todavía no esté preparado para esto. Soy una acérrima defensora de que el colegio tiene que ser antes de nada, un espacio 'nido'. Es decir, un espacio seguro, de confianza, en el cual venimos contentos y nos desenvolvemos como personas, se nos tiene en cuenta, y somos partícipes de todo». Ella trata de hablarlo mucho con las familias porque «el colegio tiene que ser partícipe de la sociedad en que vivimos».
Para esta docente, «hay mucho por hacer y creo que hay un enfoque en el que hay que trabajar mucho que es el cómo nos pueden pasar situaciones que no esperábamos, que de repente llegan, y que no hacen cambiar toda la vida de golpe».
En definitiva para Noemi, acoger es casi «un hecho de responsabilidad social y hay que trabajar mucho e informar sobre este sistema porque a lo mejor hay que gente que por desconocimiento no se anima«. »Creo que esto es muy importante porque colabora a un bienestar. Debemos saber que el acogimiento es 'compartir', es 'acompañar'«.
«Se debe por tanto seguir con la campaña de difusión, a viva voz. También en los colegios debería haber más formación e información. Y, aunque cada vez se hace más, trabajar con los maestros en pedagogías alternativas y desarrollo neurológico. No solo por el acogimiento, que también, sino por las situaciones adversas que se pueden dar en la infancia», añade.
Invertir en esta medida de protección social es, también, la demanda de la Asociación Estatal de Acogimiento Familiar (ASEAF), única organización con presencia nacional en exclusiva al acogimiento familiar, quien insta al Gobierno y a las CC.AA a utilizar los fondos europeos para apoyar la desinstitucionalización de la infancia hacia un modelo en el que se priorice por fin el acogimiento familiar.
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La organización asegura que para lograrlo se deben fortalecer y apoyar a las asociaciones de familias de acogida, piezas clave para poder cumplir con el objetivo que en mayo se marcaron el Gobierno y las CC.AA: que en 2026 no haya menores de seis años creciendo en centros y en 2031 tampoco lo hagan los menores de 10 años.
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