«No hay relación causa-efecto entre el modelo de familia y el bienestar de los hijos»
En el foro ABC y Obra Social La Caixa se recalca que «no hay mejores ni peores» formatos: «Lo que necesitan los niños para crecer bien es estabilidad»
La aprobación de la Ley del Divorcio, en junio de 1982, supuso un hito en la sociedad española. La norma dio lugar a dos nuevos tipos de familia, la reconstituida a partir de una separación o la llamada familia monoparental por elección propia -hasta entonces sólo se contemplaban estos modelos con la muerte de uno de los cónyuges-. Veintitrés años después, en 2005, se producía una nueva revolución cuando España se convertía en el cuarto país del mundo en legislar sobre el matrimonio homosexual, dando pie a las familias homoparentales (con cónyuges del mismo sexo). Ambas leyes supusieron hitos en el marco normativo, pero también en la sociedad española, y es el colectivo de los mayores uno de los que más ha tenido que evolucionar para adaptarse con naturalidad -a veces también con resignación- a los cambios del concepto de familia.
Es una de las conclusiones que se extrajo de la jornada «Nuevos modelos de familia», organizada por ABC en colaboración con Obra Social La Caixa, que la semana pasada llegó por primera vez a una ciudad castellano y leonesa para celebrar sus ya consolidadas «Conversaciones de mayores». La cita tuvo lugar en Salamanca, en el Centro municipal integrado Julián Sánchez el Charro, que congregó a cientos de mayores que guiados por el delegado de ABC en Castilla y León, José Luis Martín, y el psicólogo, terapeuta y responsable del servicio de atención a familias reconstituidas de la Unión de Asociaciones Familiares (UNAF), Gregorio Gullón, analizaron los nuevos «formatos» de familia, así como las implicaciones que estos suponen en su colectivo.
Definición complicada
«Dar una definición de lo que es una familia es bastante más complicado de lo que pueda parecer en un principio. Las familias son demasiado complejas para ponerles una etiqueta», advirtió el experto Gregorio Gullón nada más comenzar su intervención, aunque añadió que el consenso suele ser mayoritario respecto las funciones que ésta debe desempeñar, sea del tipo que sea, y citó a continuación roles imprescindibles que se le adjudican como «dar soporte emocional y afectivo» a sus miembros, inculcar sentido de pertenencia y criar a los progenitores.
Incidió también Gullón en que si hay algo en lo que estén de acuerdo los expertos es que «no hay una relación causa-efecto entre los modelos de familia y el bienestar de los hijos», así que lo que va a determinar su devenir es simplemente el tipo de interacciones que se establecen entre sus miembros. Así, recordó que uno de los grandes debates que se abrió con la aprobación de la Ley del matrimonio homosexual hacía referencia a en qué medida podría afectar a los hijos ese nuevo modelo de familia formado por parejas del mismo sexo a los hijos, aunque enseguida se publicaron estudios que contrarrestaban esta preocupación y demostraban que eran formatos «adecuados»: «Lo que decían básicamente es que estos nuevos modelos familiares suelen estar formados en su mayoría por dos mujeres con un alto nivel educativo, un alto también nivel económico, una amplia red social y una gran motivación para ejercer la maternidad», resumió el experto.
Inestabilidad
A lo largo de dos horas, el también terapeuta y mediador familiar hizo un repaso por este y otros tantos nuevos modelos de familia surgidos en las últimas décadas destacando tanto sus fortalezas como debilidades. Así, citó como ejemplo que mientras la «gran debilidad» de las familias monoparentales suele ser el soporte económico, nunca sus hijos serán víctimas de un grave problema que afecta a otros «formatos» como son las familias reconstitudas y a veces también a las llamadas «tradicionales» al quedar atrapados en las peleas de los progenitores.
Insistió por ello Gullón en que «no existen mejores o peores modelos de familia» y que lo que necesitan los niños para crecer bien es «un entorno externo estructurado, unas rutinas de relación predecibles y una estabilidad», algo a priori sencillo pero que a día de hoy cuesta, a juicio de este experto, ya que «si hay una característica vinculada actualmente a las familias es la de ser seno de un conglomerados de afectos, y éstos por definición son inestables».
Es quizá este punto donde los mayores han percibido un mayor cambio respecto a tiempos pasados, coincidieron los allí reunidos. Lo puso de manifiesto Juana Patrocinio Jiménez, una salmantina de 75 años viuda y con doce nietos. Formada en Magisterio -aunque no llegó nunca a ejercer como profesora-, defendió que el pilar del ambiente familiar debe ser la armonía: «Creo que es lo primordial», sostuvo. En aras de conseguirlo, esta salmantina aconsejó «trabajar para mantener un buen ambiente -evitar siempre las discusiones delante de los hijos-, saber escuchar, advertir a los vástagos de los peligros y hacer un esfuerzo por conocer a sus amistades, sobre todo durante la adolescencia».
«Lo más importante en la familia es el respeto por parte de los padres, pero también de los hijos», añadió Pilar Barbero Aguirre, la otra de la ponente de la jornada, que con 78 años, tres hijos y seis nietos, presumió de haber encontrado la receta para «encajar» a la perfección su vida de pareja con la personal.
Sin embargo, no siempre todo es tan sencillo, advirtió el terapeuta familiar. Según los datos que se desprenden de las actuales estadísticas, dos de cada cuatro niños van a pasar a lo largo de su vida por un proceso de separación o de divorcio, y lo perjudicial para el niño no es tanto el proceso en sí, explicó Gregorio Gullón, sino «el enfrentamiento que lleva asociado», motivo por el que son requeridos en muchas ocasiones profesionales como él, al igual que ocurre cuando aparecen «nuevas parejas, nuevas figuras adultas».
Reconstituidas
Y es que una realidad ya constatada es que a día de hoy «las familias reconstituidas son el modelo que ahora crece en España». No es que sea un nuevo «formato», advirtió Gullón, pero si antes el punto de partida era la muerte de un progenitor, ahora el origen de la misma suele estar en un divorcio o separación previa, «lo que es un cambio sustancial, porque va a haber otro padre u otra madre que vive en otro hogar y va a seguir estando presente». Esto da pie, continuó el mediador, a que aparezca el concepto de ambigüedad, que hará al vástago plantearse cuestiones que hasta entonces no entraban en su cabeza como: «¿Quién forma parte de mi familia y quién no?». La cuestión se complica aún más con hijos adolescentes. «Lamentablemente muy pocas comunidades autónomas tienen un soporte legal para estas relaciones», clamó el terapeuta familiar, quien recomendó dejar claros los papeles de cada miembro de la familia desde un principio.
Otros casos de similar complejidad son los que se viven en familias con adopciones, recordó el terapeuta, sobre todo «cuando los chicos llegan a la adolescencia y le faltan piezas en el puzle para construir su identidad».
¿Qué ha ocurrido?
Pero, ¿qué ha pasado para que esa diversidad de modelos de familia sean hoy tan comunes?, se cuestionaron los presentes. Nada que no haya ocurrido en otros países. Simplemente, matizó el psicólogo, estos «formatos» han evolucionado en consonancia a la sociedad, y destacó también como consecuencia el incremento de los matrimonios formados por personas de diferentes razas o nacionalidad -a raíz de los fenómenos migratorios- .
Asimismo, Gullón subrayó cómo también se han afrontado nuevas realidades derivadas de los avances científicos -por ejemplo, la fecundación in vitro-, o cómo en breve tendrán que hacerse frente a las consecuencias de recientes prácticas como la gestación subrogada.
Los mayores reunidos quisieron también hacer hincapié en que al igual que han cambiado los modelos de familia lo han hecho también las formas de educar en su seno. «En nuestra juventud debías seguir las directrices de tus padres y de la Iglesia», recordó Pilar Barbero, quien consideró que entonces «más que educación había miedo». «Hoy no sirve educar a nuestros hijos como nos educaron a nosotros porque el mundo exterior no es el mismo», incidió al respecto Gullón, advirtiendo que los problemas de hoy llegan del polo opuesto, es decir de una excesiva permisividad derivada quizá de esa tendencia a buscar la empatía. Lo idea, añadió, es «encontrar el camino del medio», y añadió al respecto.