suceso en un instituto de barcelona

Así es por dentro un centro de protección terapéutica para menores

El adolescente de 13 años que acabo con la vida de un profesor en un instituto de Barcelona podría ingresar en uno de estos centros si le diagnostican problemas de salud mental

Así es por dentro un centro de protección terapéutica para menores isabel permuy

m. j. pérez-barco

Si finalmente el joven de 13 años que mató el pasado lunes a un profesor en el instituto Joan Fuster de Barcelona e hirió a otras cuatro personas sufre un trastorno de comportamiento o un problema de salud mental podría ingresar en un centro de protección terapéutica. Un lugar específico para la resocialización de menores que padecen trastornos de conducta, de personalidad o cuentan con un diagnóstico psiquiátrico y su familia no puede abordar la situación. «Hay chicos de 13 a 18 años que necesitan tratamiento terapéutico. Algunos pueden haber cometido faltas o delitos menores como hurtos en casa o en una tienda, o algún episodio de agresión a los padres», explica Gabriela Cartolari, psicóloga que ha trabajado como educadora en una de estas instituciones en Madrid durante varios años.

«Se trata de chavales con trastornos psicológicos o psiquiátricos cuyas condiciones personales de salud mental no son las óptimas, no pueden seguir un régimen normalizado de convivencia. Por eso, reciben un cuidado especial, con mayor asistencia psicológica y psiquiátrica y un tratamiento terapéutico intensivo», añade Eduardo Atares, director técnico del centro terapéutico residencia RecURRA-GINSO.

Estos chicos cuentan con «un programa terapéutico individualizado. Se comienza con un periodo de adaptación al centro, que suele durar un mes y durante el cual no se les permite salir», cuenta Cartolari. Una vez superada esa etapa pueden ir recuperando sus actividades cotidianas: ir a clase, relacionarse con sus iguales, visitar a la familia...

Dos años de terapia

El proceso para devolver de nuevo a estos chicos a la sociedad suele durar unos dos años, a lo largo de los cuales van superando diferentes etapas: adaptación; integración; independencia, autonomía... «El día a día —explica la psicóloga— es tratar de cumplir el objetivo educativo que se le propone a cada joven. Al principio son sencillos: mantener ordenado el cuarto, recoger y poner la mesa... Luego más difíciles como tratar de relatar su historia personal y vivencias. Siempre se trabaja con un psicólogo o psiquiatra. Como son chicos con problemas de autoridad, surgen muchos conflictos y hay que mediar en situaciones de violencia. La convivencia está basada en un régimen establecido de pautas y horarios. Se les marca lo que tienen que hacer: bañarse, almorzar, comer, actividades extraescolares, tiempo de ocio tranquilo...».

Pocos centros de este tipo existen en España. Algunos son públicos, otros gestionados por fundaciones y también los hay privados. «Estos centros tratan desde un punto de vista clínico el problema que tiene el joven. Puede conllevar una medicación y terapias para incrementar las capacidades intelectuales con el fin de que los chicos puedan asimilar criterios éticos y morales», dice Jesús de Blas Recio, psicólogo del Colegio de Psicólogos de Castilla y León.

Así es por dentro un centro de protección terapéutica para menores

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación