Diez propuestas para exprimir el fin de semana en Bilbao

El Guggenheim la ha situado en el mapa internacional, pero la villa bilbaína ofrece mucho más. Aquí va el plan

Diez propuestas para exprimir el fin de semana en Bilbao efe

itziar reyero

Hace ya tiempo que para el imaginario colectivo pensar en Bilbao es pensar en el Guggenheim, icono de la nueva modernidad con un potencial atractivo que ha enganchado a millones de turistas de todo el mundo. Pero la villa bilbaína se sostiene en el mapa por muchas otras razones. Aquí va una propuesta para una escapada de fin de semana.

-Para los culturetas: El gigante de titanio acodado en la Ría del Nervión estena el próximo 9 de junio una retrospectiva dedicada a Jeff Koons, el padre de Puppy, el perrito guardián que florece a las puertas del museo. Pero, ojo, que cuando los de Bilbao hablan de «El Museo» se refieren a su estupenda pinacoteca de las Bellas Artes, que siempre tiene una buena muestra temporal (consultar el programa en la web). De postre, hay que ir a la Alhóndiga, el viejo almacén de vinos y licores remozado por Philippe Starck y que es el nuevo «ágora» de la ciudad, sobre todo cuando llueve. En las noches de verano triunfa la barra de su azotea.

-Para los que salgan del Museo de Bellas Artes, es obligada una vuelta lenta por el parque que lo rodea. Los jardines de Doña Casilda son un auténtico vergel de especies arbóreas infinitas. Los niños tienen un punto de encuentro con los patos y gansos del estanque y con los pavos reales.

-Para disfrutar de una perspectiva distinta del «botxo» hay que coger el funicular que sube por el Monte Artxanda (la estación está en línea recta desde el puente de Calatrava, en la margen derecha de la Ría). Así se aprecia cómo Bilbao se erige, con su nuevo coloso de la Torre Iberdrola, entre los montes, de ahí su sobrenombre («botxo» o «agujero»).

-Tras la excursión, lo mejor es tomar un respiro en el Casco Viejo, al que se accede paseando por el Arenal, una vez dejado atrás el imponente edificio del Ayuntamiento. Las siete calles son ideales para perderse entre bares de pintxos (Irrintzi, en la calle Santamaría, rompe con bocados más originales) y de raciones (Rio-oja es un clásico que hay que probar).

-Para quien tenga fuerzas, o pretenda quemar las alforjas, un buen reto es subir por las escaleras de Mallona (de memoria, son unos 311 peldaños) desde la plaza Unamunoy visitar a la «Amatxu» de Begoña. También hay ascensor, pagando el metro. Al final de las esclares, a la izquierda, verán el antiguo cementerio y, si se asoman, detrás de unas pistas de basket, encontrarán una campa con una panorámica fantástica sobre el casco viejo.

-De vuelta a ras de la Ría, la Plaza Nueva es punto de encuentro para locales y turistas. Acertarán en cualquier bar que entres y es muy posible que la noche caiga sin darse cuenta entre potes.

-Otras zonas de «pintxos» para apuntarse es Jardines de Albia (Iruña, haciendo esquina es un «must», con suerte está el hombre de los pintxos morunos; sí, morunos). En paralela de atrás, hacia la Gran Vía, peregrinan cada mediodía y cada tarde-noche cientos de bilbaínos de bar en bar. Es la calle Ledesma, peatonal.

-Pero el rinconcito por excelencia del picoteo es la calle García Rivero (pegando a la Alhóndiga). Ahí hay un bar solo de ostras (El Puertito), un bar solo de quesos (Gaztandegi), un bar de huevitos (Huevo Berria)... Si lo que se busca es sentarse en un buen restaurante clásico entrad en el Asador Indusi. De barra, la recomendación personal es el pepito de ternera, bien tierno.

-La espina dorsal de quienes alternan en los días de fútbol es Licenciado Poza, con el escudo del nuevo San Mamés guiando al fondo. Sitios míticos de «txuleta» en la zona está en la paralela (El «Goizeko Izarra», en la calle Gregorio de la Revilla). Reserven.

-En la plaza Campuzano, justo al lado, se halla el templo del vermú preparado, el Estoril. Su barra de pintxos seduce a cualquiera. No subestimen el de tortilla de chorizo, exquisito, pero también de merluza, bacalao, «txaka» (surimi de cangrejo)...

-Para el que no tenga coche y quiera una escapada menor, una opción muy recomendable es coger el metro e ir a ver el Puente Colgante, en Getxo. Se trata del trasbordador más viejo del mundo en funcionamiento. Pueden cruzarlo hasta Portugalete, donde se come muy bien (y barato) de pintxos, sardinas... Para los más animados, hay un paseo muy agradable, de unos 25 minutos hasta el Puerto Viejo de Algorta, donde respirar el sabor marinero de la costa vasca.

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