Pueblos únicos

Buñol: aquí hay tomate

La localidad valenciana duplica su población el último miércoles del mes de agosto con motivo de la celebración de la Tomatina. Lo que empezó como una pelea es hoy una fiesta mundialmente conocida

Vídeo: Más de 700 efectivos vigilarán la Tomatina de Buñol MIKEL PONCE

ALBERTO CAPARRÓS

Si hay una fiesta en España capaz de competir con la de San Fermín por atraer la curiosidad de los turistas extranjeros es la Tomatina . Mientras que en Pamplona el rojo que predomina es el que lucen los mozos en sus pañuelos, en la localidad valenciana de Buñol las calles se tiñen de ese color el último miércoles del mes de agosto, desde 1945. Lo que comenzó como una batalla campal en las fiestas patronales de la localidad se ha convertido en una celebración que ha traspasado fronteras: más de un centenar de medios de comunicación se acreditan para cubrir la celebración en un pueblo que no alcanza los 10.000 habitantes.

Si hace 72 años un grupo de jóvenes encontró su «munición» en un puesto de verduras ambulantes, en la actualidad se reparten 160.000 kilos de tomates maduros para que 22.000 personas se enfrasquen en una guerra de hortalizas en la que dos de cada tres participantes procede del extranjero y todos han abonado una entrada al módico precio de diez euros. Entre los inscritos hay dos turistas de Guam que han recorrido 13.800 kilómetros para asistir a la fiesta.

La Tomatina dura una hora . Ni un minuto más ni uno menos. Sendas carcasas anuncian el comienzo y el final de la batalla. Y tiene su normativa. Hay que aplastar los tomates antes de lanzarlos y no se permite la entrada a ninguna persona con mochila, bolso, cámara o cualquier objeto que pueda ocasionar daños.

Este miércoles volverá a repetirse una tradición que comenzó a popularizarse en España en 1983, cuando el programa de TVE «Informe Semanal» emitió un reportaje firmado por Javier Basilio sobre la fiesta, declarada de Interés Turístico Internacional hace ahora quince años . Con todo, la Tomatina no ha estado exenta de controversias, como la que se extendió el pasado año en las redes sociales con las críticas procedentes de Nigeria por lo que se consideraba un desperdicio de alimentos cuando en aquel país había escasez de tomates por una plaga de polillas. Sin embargo, las 160 toneladas de hortalizas que teñirán de rojo Buñol no son aptas para el consumo . Una empresa de Castellón llegó a un acuerdo con el Ayuntamiento para destinar a la fiesta los excedentes no aptos para el mercado que antes se desperdiciaban.

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