El pulso del planeta

La fiebre del estilo «Yeti»

Esta temporada, los furry shoes (zapatos con pieles) llegan a todos los escaparates en distintas versiones. Pero, ¿alguien los compra?

Sandalias de Zara

MARÍA LUISA FUNES

Los primeros osados a la hora de presentar una colección de mules con pieles o furry shoes fueron los creadores de Gucci hace tres años, cuando a su mocasín habitual en cuero le quitaron el talón y le añadieron una plantilla de pelo. En aquel momento, nueve de cada diez clientes pensarían en las dificultades higiénicas de la propuesta. Al fin y al cabo, los calcetines hay que cambiarlos a diario y esto no parecía tan sencillo de manejar.

El invento en sí data de la época del hombre de las cavernas, cuando se llevaban las pieles a modo de babuchas para protegerse de superficies incómodas. E imaginando esta historia, surgió otra de las cuestiones: lo poco que favorecían estos artilugios de la Edad de Piedra. En un siglo XXI tan sideral y galáctico, asemejar a un pariente lejano del Yeti no parece lo más atractivo. La idea de los furry shoes ni era práctica ni resultaba favorecedora, por lo que se convirtió en un complemento perfecto para aquellos necesitados de llamar la atención. Estilistas de programas de televisión de dudoso gusto, decoradores novatos en busca de notoriedad y algún que otro relaciones públicas fueron las primeras víctimas en caer en la «trampa» del mocasín peludo de Gucci.

La «plaga» continúa. Han sido marcas como Alexander McQueen las que siguiendo la estela han retomado las «Birkenstock» para exagerar su ya de por sí aire troglodita. Céline y Prada han ofrecido propuestas en las que el tacón o la plataforma está recubierto de pieles, original pero poco higiénico. Y algunas marcas han continuado la tendencia: Zara ha lanzado una atractiva colección de mules que une el diseño de las sandalias doradas del año pasado de Gucci , y el pelamen del mocasín de la casa florentina. Otras marcas, como , han presentado plataformas con la tira delantera de peluche.

Analizando la idea en sí, se encuentra una incongruencia adicional que convierte esta tendencia en un «invento tan coherente» como el bocadillo de lentejas: si se usan sandalias, es porque hace calor y por tanto sobra el borreguito; y si se lleva el borreguito, será porque no es época de sandalias. La cuestión es que se trata de una contradicción tan visualmente insultante como llevar un abrigo de hielo en invierno o un biquini de visón en verano.

Sea como fuere, como la moda tiene intereses que la razón no entiende y al fin y al cabo se trata de un negocio y una forma de expresión libre, habrá que preguntarse quién llevará las sandalias peludas este invierno . Si las más discretas se atreven con esta alocada tendencia será porque antes la ha adoptado alguna lideresa de opinión, ya se trate de una famosa con revista de cabecera, una estilista muy experimentada o la mismísima Reina de España. Mientras tanto, como los peep-toes en su día, los furry shoes o zapatos pe

La fiebre del estilo «Yeti»

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