Victoria Federica elige Sevilla para su debut en solitario en los actos sociales

La hija de la Infanta Elena fue la madrina de honor de la XXXIV Exhibición de Enganches de la Real Maestranza

Victoria Federica de Marichalar, en la plaza de la Maestranza EFE

ELENA MARTOS

Se corrió la voz en Sevilla. La tradicional Exhibición de Enganches de la Maestranza acogería la puesta de largo de una madrina de excepción: Victoria Federica de Marichalar y Borbón , que eligió la ciudad para su debut en un acto social en solitario. Con un clásico vestido de color albero del diseñador Enrique Rodríguez Hidalgo, la hija de la Infanta Elena y Jaime de Marichalar, llegó puntual a la cita y se dejó ver durante los momentos previos en los aledaños de la plaza de toros, donde su bisabuela, Doña María de las Mercedes, disfrutó tantas tardes de una de sus mayores aficiones.

La joven, que acaba de cumplir la mayoría de edad, fue la gran protagonista del domingo de feria, que comenzó con esta concentración de coches de caballos. Ya desde el sábado venía participando en los eventos organizados por el Real Club de Enganches de Andalucía , que es el anfitrión de la cita y del que partió la invitación. La fortísima vinculación de la Casa Real con esta institución es lo que ha motivado el nombramiento, pues su abuelo, Don Juan Carlos, sigue siendo el presidente de honor y su imagen está presente en los actos que se programan.

Junto a la madrina estuvieron en todo momento tanto Jaime de Marichalar como Doña Elena, quienes departieron, por separado, con los aficionados a esta disciplina hípica. Esta puesta de largo a la antigua, con mantilla beige de encaje de Bruselas y mantón de Manila sobre la falda, fue todo un homenaje a su madre, una apasionada de la ciudad y a su bisabuela, que pocas veces faltó a la cita con la feria, en especial cuando coincidía con la corrida de Curro Romero.

Entre el público decenas de curiosos clavaban en ella la mirada, sorprendidos por la elegancia y la altura de Victoria Federica. «Madre mía, si hace nada era una niña», deslizaba a pocos metros de la joven y con poca discreción una señora que admitía haber acudido este año sólo para verla de cerca. Tras el coche de caballos que la llevó hasta la Maestranza se concentraron otros muchos, aguardando el momento para pisar el albero del coso taurino.

Su aparición fue precedida por la Banda de Clarines del Escuadrón de la Guardia Civil, que celebró de esta forma el 175 aniversario de la fundación del cuerpo. Después le llegó el turno a su coche, tirado por cuatro caballos engalanados al estilo andaluz, que dio la vuelta al ruedo y en la plaza la contemplaron sus padres. Ella, desde la presidencia y acompañada por los miembros del Real Club. Él, apostado en la barrera y rodeado de varios amigos.

La hija de Doña Elena de Borbón respetó todos los cánones clásicos con este vestido de crepe de seda de falso escote en uve y complementos en coral. La mantilla iba sostenida por una peina de los años cincuenta y, para coronar el ajuar, un mantón de finales del siglo XIX en tono berenjena. Fue sobria en el conjunto, pero se atrevió a arriesgar con los zapatos, unos «stilettos» de color rojo, decorados con madroños .

La joven ya había sorprendido anteriormente con su estilismo durante la cena de gala que se celebró en el Museo de Carruajes el viernes por la noche. Para tal ocasión eligió un vestido largo en rojo con mangas y fruncido en la cintura. Así cierra uno de los eventos que quedará para el recuerdo, pues es el primero en el su protagonismo no se vio eclipsado por la presencia de otros miembros de la familia del Rey.

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