El último viaje de los campeones
Hay tragedia en el deporte, de pronto, como ahora, cuando Kobe Bryant sube a los cielos porque un helicóptero puede resultar un último viaje
Ángel Nieto murió de accidente insólito de tráfico, en Ibiza, para ser el eterno que ya era. Juan Gómez «Juanito» fue el «7» de rebeldía del Real Madrid y murió mientras dormía de copiloto en un coche de madrugada. Juanito tenía 37 años, y su espíritu de entusiasmos vive en pie desde entonces, en la grada más peleona de Chamartín. Ángel Nieto nos dejó hace poco, Juanito se nos fue en abril del 92. Ayrton Senna , el Picasso de los pilotos, perdió la vida al estrellarse durante el Gran Premio de San Marino, en Imola, Italia. Una colisión de coche, contra un camión, llevo a la muerte instantánea a Drazen Petrovic , célebre figura croata del baloncesto internacional. Le acompañaba su novia.
Citamos deprisa varios casos de célebres que murieron de azar de susto, porque toda muerte es imprevista, pero unas lo son más que otras. Hay tragedia en el deporte, de pronto, como ahora, cuando Kobe Bryant sube a los cielos porque un helicóptero puede resultar un último viaje . También Fernando Martín , primer español en la NBA, y titán del Real Madrid de baloncesto, murió de accidente de tráfico, en la M-30 de Madrid. Era la gran figura principal de ese deporte, en los años 80. Su muerte dio un luto concreto a su generación, y aquel luto llega hasta hoy, todavía. Porque Martín fue un apolo en camiseta que logró lo que sólo logran los únicos: trascender a su deporte ejercido, y llegar al peatón, en general. De modo que, más allá del baloncesto, estuvo Fernando, hasta hoy.
También ocurrió con Nieto, y con Juanito, y con Yago Lamela , o María de Villota . María, piloto de profesión, murió en inesperada hora, en Sevilla, después de varios años de superación admirable de un accidente de su oficio, que se cobró incluso un ojo.
Intoxicado de abandono
A veces, los protagonistas de oro de las páginas del deporte trepan a los titulares de las páginas de sucesos , siempre a su pesar, porque la tragedia manda. La muerte de María de Villota fue una conmoción, y la de Ángel Nieto, o la de Juanito. De modo que la gloria de todo ellos fue deportiva, pero ya vamos viendo que fue mucho más que una gloria deportiva. Yago Lamela fue un Sansón del atletismo, y repercutió, por lámina, y por carácter, mucho más allá de su disciplina deportiva. Había cumplido 36 años cuando le encontraron muerto en su casa de Avilés. Marco Pantani , aquel calvo histórico del ciclismo, murió en un triste hotel de Rímini, intoxicado de abandono, entre otras cosas, y más solo que la luna. Tenía 34 años, el mundo le conocía como «El pirata», y la prensa arriesgó que una dosis de fármacos fue demasiada dosis de demasiados fármacos.
En España, la muerte trágica, nos lleva hasta Luis Ocaña , el ciclista, que ganó un Tour de Francia y una Vuelta a España; y lejos de España nos lleva hasta Rocky Marciano , púgil mítico, que murió antes de cumplir los cuarenta y seis, en un accidente de avioneta. Como Bryant, pero de otra manera. A todos la eternidad nos los ha devuelto.
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