A subasta el legado del «principe de la decoración»

Sotheby’s pone en venta la colección privada de antigüedades del insigne Mario Buatta

María Luísa Funes

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El año pasado murió en su Nueva York natal el insigne decorador Mario Buatta , quien se ocupó de embellecer las casas de políticos, actores y grandes empresarios norteamericanos durante casi 60 años. Ahora, Sotheby’s pone al alcance de cualquier postor una subasta -también online- de las piezas decorativas más valiosas de las propias residencias de Buatta, acercando al público el trabajo y el estilo de este creador de espacios acogedores.

Mario Buatta se enorgullecía de saber recrear con tino la grandeza del estilo campestre británico, con un toque recargado y cálido, que replicaba la decoración de las grandes manors de la aristocracia. « No soy conde ni duque , solo un proveedor de piezas decorativas, pero cuando entro en una casa señorial, lo hago por la puerta grande», confesaba el elegante neoyorquino.

Buatta nació en octubre de 1935 en Staten Island, Nueva York, en una familia descendiente de inmigrantes italianos. Su padre era violonista y un reconocido director de orquesta. Tras el colegio, Mario comenzó a interesarse por el arte y las antigüedades. Entró en la entonces poco conocida Parsons School of Design, que tantos creadores ha formado en múltiples disciplinas.

Su tía Mary Mauro

«Mi tía Mary Mauro fue una verdadera Auntie Mame», solía comentar Buatta cuando relataba sus inicios en la decoración, refiriéndose al curioso personaje creado por Patrick Dennis en el libro del mismo nombre, convertido en película y obra de teatro. Acompañando a su tía, Mario descubrió maravillosas residencias neoyorquinas, grandes anticuarios y fabulosas tiendas de decoración. Con 12 años, compró su primera pieza, una mesa de estudio de 13 dólares que pagó a plazos de 50 céntimos de dólar por semana .

Sus pinitos profesionales los llevó a cabo decorando grandes almacenes y pronto Elisabeth Draper , una reputada interiorista, comenzó a contar con sus servicios. Su estilo y su sello personal se hicieron reconocibles pronto y en 1963 se montó por su cuenta tras un viaje a Londres en el que estableció una larga relación con el decorador John Fowler , socio de Colefax & Fowler, la conocida empresa de telas y papeles pintados. Fowler le impulsó a crear un estilo campestre británico modernizado y se convirtió en su mentor.

Salón decorado por Buatta con un marcado estilo británico campestre

En el estilo que desarrolló Buatta, proliferaban volantes, cojines, flores y pasamanería. Abundaban las alfombras y era muy exigente con la pintura o el tratamiento de las paredes. El decorador, que no cobraba minuta pero que se llevaba un 25% del valor de las antigüedades compradas e incluso el doble en algunos cuadros y objetos de época, tardaba a veces años en completar una habitación, añadiendo poco a poco con detalles que dotaban de personalidad a cada espacio. Fue conocido como «el príncipe del Chintz» por la frecuencia con la que utilizaba este material, siendo el chintz un tipo de algodón impreso -frecuentemente con dibujos florales- con un acabado brillante.

Empresarios de la talla de Wilbur L. Ross , Malcolm Forbes o Henry Ford II fueron algunos de sus clientes más potentados, mientras que Nancy Reagan , Barbara Bush , Lee Radziwill o Mariah Carey estuvieron entre sus clientas con más notoriedad entre el público general. A Mario Buatta también le encargaron el interiorismo de múltiples edificios oficiales en Washington D.C.

El estilo Buatta agrupaba gran número de muebles y detalles decorativos, replicando las casas británicas, cargadas de piezas heredadas de generación tras generación. Con el tiempo, Mario Buatta incluso llegó a acuerdos de licencias para poner su nombre a colecciones de telas, sábanas, alfombras o muebles.

Polvo por todas partes

Exagerado, divertido y presumido, Mario Buatta animaba reuniones de amigos y cenas con clientes. Original hasta limites insospechados, en todos los sentidos, Buatta admitía que en su casa había polvo por todas partes , pero que servía de protector de los muebles; y explicaba que decoraba sus casas con posesiones familiares -«solamente que no son de mi familia»-.

Su gran profesionalidad y capacidad de trabajo le llevó a trabajar desde 1963 a 2018, ocupándose de sus proyectos casi en solitario, ayudándose -eso sí- de excelentes proveedores de distintos gremios. Ahora, las piezas de la colección privada del decorador que supo llevar el flair del campo británico al Upper East Side de Manhattan están a la venta en una subasta organizada por Sotheby’s, en la que se puede encontrar un objeto decorativo por 500 dólares o un sillón por 50.000 . Aunque no se necesite con urgencia un mueble de chinoiserie con remates en bambú, ni una mesa de centro Art Decó, ni una escultura en bronce de un fauno, ni tampoco un juego de jarrones de Sevrès, una visita a la web de Sotheby’smerece la pena.

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