¿Racismo o celos? O. J. Simpson, una vida perseguido por un sangriento crimen que no cometió (o sí)

El exdeportista quedará en libertad condicional en octubre tras ser condenado a 33 años por robo y secuestro

En 1995 fue absuelto, y después condenado por un jurado civil, por el asesinato de su exmujer y un amigo

O. J. Simpson, durante su juicio por doble asesinato REUTERS
Eduardo de Rivas

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Pocas veces la realidad supera a la ficción pero la vida de O. J. Simpson es difícil establecer una frontera entre una y otra. Hoy vuelve a ser un hombre libre, aunque sea en libertad condicional a partir de octubre , pero su historia tiene todo: sexo, racismo y acción, mezclados con un poco de sangre y con un misterio que envolvía todo y que nunca se resolverá.

Han pasado 22 años desde el asesinato de Nicole Brown Simpson y de su amigo Ronald Goldman pero la cuestión sigue sin tener una respuesta afirmativa. Tampoco negativa. Solo el propio O. J. podría revelar la verdad en algún momento ya que ni siquiera la Justicia pudo determinarlo a ciencia cierta. Un tribunal penal le declaró inocente del crimen en uno de los casos más mediáticos de la historia, pero años después uno civil lo consideró culpable y le obligó a pagar 33,5 millones de dólares por daños. Dos respuestas opuestas para una misma pregunta: ¿Mató O. J. a su exmujer?

Si lo hizo o no probablemente nunca se sepa pero está claro que fue el punto de inflexión de una vida que empezaba a ser ya decadente a mitad de los 90 y que terminó hundiendo a uno de los mayores jugadores de fútbol americano de la historia. La gloria del jugador que fue en los 70 le dio la fama suficiente como para dedicarse a la televisión al abandonar los campos. Era una figura, una estrella, un negro respetado al que los blancos trataban como si fuera uno de ellos y que creaba cierta disonancia entre los de su raza. Unos lo idolatraban por ser la persona en la que se había convertido mientras otros lo criticaban por considerar que se había vuelto «blanco». Y esa falta de acuerdo explotó cuando llegó su juicio por asesinato .

Su exmujer fue hallada muerta con varias puñaladas y en el coche de Simpson encontraron restos de sangre

El 12 de junio de 1994, Nicole Brown Simpson fue hallada muerta junto a un amigo cerca de una propiedad de O. J. Simpson. Ella había sido apuñalada en numerosas ocasiones en la cabeza, tenía heridas defensivas en las manos y un corte profundo en el cuello que dejaba al aire la laringe. Fue un crimen con saña que pronto le achacaron al exdeportista. Cuando la Policía acudió a informar a Simpson sobre lo ocurrido, encontraron un Ford Bronco blanco con sangre en el interior y el exterior, por lo que decidieron saltar la valla y desbloquear la puerta de la mansión sin orden de registro (alegaron posteriormente que lo habían hecho ante el temor de que O. J. también estuviera herido), pero Simpson no estaba allí, sino que había tomado un vuelo a Chicago a última hora de la noche. Lo que sí descubrió el detective Fuhrman fue un guante con sangre de las víctimas que parecía ser la pareja de uno igual que había encontrado en el lugar del crimen. Suficiente para emitir una orden de arresto.

A la fuga

Los abogados convencieron a O. J. de que lo mejor era que se entregara, a pesar de saber que el juez decretaría prisión sin fianza y que podría ser acusado de doble asesinato y enfrentarse a la pena de muerte. Sin embargo, el exfutbolista no se presentó a la hora acordada y Robert Kardashian, amigo de la familia, leyó a los medios una carta escrita por el propio O. J.: «No tengo nada que ver con el asesinato de Nicole… no sientan pena por mí, he tenido una gran vida» . Muchos entendieron aquellas palabras como una nota de suicidio y tiempo después se supo que el deportista lo llegó a intentar poniéndose una pistola en la cabeza en la habitación de Kim Kardashian .

Horas después de aquella comparecencia, un conductor alertó a la policía de que O. J. circulaba en un Ford Bronco blanco, pero el deportista evitaba que se acercaran amenazando con suicidarse con una pistola en la cabeza. Se convirtió en una persecución policial televisada con más de 20 coches y nueve helicópteros siguiendo a aquel Bronco. Mientras se disputaba la final de la NBA, las cadenas le quitaban protagonismo al baloncesto para centrarse en O. J. hasta que se entregó con la única condición de poder hablar con su madre. Fue el principio de un largo caso.

O. J. Simpson charla con sus abogados durante el juicio REUTERS

El juicio dividió al país, que lo vio en directo durante 134 días , y marcó el futuro de O. J.. Mientras unos pensaban que debía pagar por lo ocurrido con una seria condena, otros afirmaban que todo se trataba de una estratagema policial y que el deportista era solo víctima de una trama urdida en su contra. Lo cierto es que el tratamiento de las pruebas no había sido correcto y la defensa aprovechó para unirse a la teoría de la conspiración , mientras que la Fiscalía afirmó que se trató de asesinato pasional, por celos.

¿Culpable o inocente?

Pese a que las pruebas ganaban enteros a favor de la teoría del fiscal, cada una de ellas iba siendo desmontada poco a poco por una defensa que le costó a Simpson cerca de seis millones de dólares. El equipo de abogados, que fue conocido como «Dream Team», comandado por Johnnie Cochran y Robert Sapiro, acabó convenciendo a un jurado que mostraba recelos ante la fiscal Marcia Clark y que acabó sucumbiendo ante una duda razonable en torno a la custodia de pruebas y, en concreto, a la del ADN . ¿Era en realidad de Brown y Goldman la sangre que había en el guante o fue algo orquestado por el detective Mark Fhurman para culpar a O. J.? Para las doce personas del jurado -nueve de raza negra, dos blancos y un hispano- fue lo segundo y O. J. quedó libre. Algunos de ellos declararon posteriormente que creían que era culpable pero que la Fiscalía no había sido capaz de demostrarlo .

Lejos de alejarse de los medios tras el juicio, Simpson se involucró más y concedió numerosas entrevistas en las que siguió defendiendo su inocencia, pero su carácter se fue agriando con el tiempo y sus encuentros con la Policía empezaron a ser algo habitual. En 2001 fue juzgado y declarado inocente por robo y asalto en Florida; y en 2007 fue arrestado por un robo ocurrido en Las Vegas. Fue condenado a 33 años de prisión por robo a mano armada y secuestro , pero la prisión condicional que le concedió este jueves el estado de Nevada le permitirá una segunda oportunidad. O tercera. Quizás ahora, décadas después, responda a la gran pregunta que persigue su vida.

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