El preocupante estado de salud del nieto del marqués de Larios tras el desahucio
Tras aquel fatídico día para sus vidas, Sandra Fernández de Villavicencio y su hijo, Kenzo, viven en un piso mucho más «modesto» en Arroyo de la Vega en Alcobendas, que poco o nada tiene que ver con la mejestuosidad del chalé de La Moraleja de 180 metros cuadrados y más de 1.800 de parcela
Han pasado casi ocho meses desde que el marqués de Larios, José Carlos Fernández de Villacencio y Eleta, desahuciase a su hija, Sandra Fernández de Villavicencio -fruto de su primer matrimonio con Eva Lydia Isabelle Frommer-, y de su nieto Kenzo, de seis años. Aquel fatídico día para la joven fue uno de los peores que recuerda en su vida: se quedó en la calle y sin un techo en el que refugiarse. La escena fue insólita. Para el desahucio fueron necesarios cuatro coches de la Policía Municipal, un furgón de la Policía Nacional, dos guardias de seguridad de Alcobendas, un par de miembros de la comisión judicial, un cerrajero y un trabajador de la perrera municipal.
Ahora viven en un piso mucho más «modesto» en Arroyo de la Vega en Alcobendas, que poco o nada tiene que ver con la mejestuosidad del chalé de La Moraleja de 180 metros cuadrados y más de 1.800 de parcela en el que disfrutaron más de dos décadas. Pero este cambio en la vida de Sandra no es lo que verdaderamente le quita el sueño, sino el actual estado de salud de su hijo, Kenzo, como así desvela a Jesús Carmona para «Jaleos». «A raíz de todo esto que hemos pasado, ha tenido un par de problemas; tiene un tic nervioso en los ojos y un problema en el corazón. Se queja de dolores en el corazón desde hace tres meses. Hemos estado de médico en médico, pero finalmente me han dicho que debe ser por el estrés que ha pasado», cuenta Sandra.
Como así apunta, estos síntomas podrían tratarse de una consecuencia directa de lo que el menor ha vivido en los últimos meses: «Han sido muchos cambios, le quitaron a sus mascotas, su hogar, su normalidad. Cambió de colegio, amistades». No tuvo que ser nada fácil para un menor asimilar, de la noche a la mañana, esos cambios y ver el espectáculo que se formó en la casa en la que vivían felices.
Aquel 17 de abril de 2018, Sandra intentó aguantar por todos los medios dentro de su hogar, pero nada podía evitar lo inevitable y hacer que su padre entrase en razón y diese marcha atrás al desahucio. «La manera de hacer las cosas, mi propio padre, es un cabrón y voy a demostrar todo lo que me ha hecho: me ha abandonado, ignorado y me ha maltratado psicológicamente», decía Sandra entre lágrimas ese día. Pero su sinsabor no es solo con su padre, también con la Justicia que, según ella, no ha hecho nada por ayudarla: «Quiero recalcar que este señor (su padre) me ha echado a la calle diciendo que no tiene dinero. No han hecho nada por corroborar si es así o no, pese a que yo he presentado pruebas de lo contrario». Y lo cierto es que así lo ha hecho. Sandra se encuentra embarcada en la aventura de escribir un libro para ofrecer su testimonio sobre lo ocurrido y «en busca de pruebas que desmonten el alto tren de vida que, según ella, mantiene su padre».
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