Las «penurias económicas» de Carmen Bazán
La madre de Jesulín de Ubrique concede una entrevista en la que habla de su vida después de la separación con Humberto Janeiro y la relación con María José Campanario y su nieta Andrea
Pese a que es el hombre de su vida, Carmen Bazán , con todo el dolor de su corazón, puso punto final a su matrimonio con Humberto Janeiro hace ya más de una década. Las muchas infidelidades con otras mujeres fueron la causa de su ruptura y el inicio de una nueva vida para la madre de Jesulín de Ubrique .
Pasados ya los malos momentos -llegó incluso a padecer una depresión-, Bazán ha abierto por vez primera las puertas de su casa y ha concedido una entrevista a la revista «Lecturas», en la que habla sin pelos en la lengua de cómo es su vida ahora. Su día a día es muy diferente al que tenía antes. Ahora ya no vive en Ambiciones sino en una humilde casa en El Bosque (Cádiz) y pasa las horas con sus amigas. «A las siete y media de la mañana me voy a andar una hora con mis amigas, después desayunamos en un bar de aquí al lado. Hacia las diez me cojo mi coche y me voy al mercado y vengo a guisar para mis dos hijos Víctor y Jesulín que vienen muchos días», explica.
Su separación también le afectó en el plano ecónomico . Vive como una pensionista más. « Cobro 487 euros y pago una hipoteca. Tengo algo de dinero ahorrado y mis hijos me traen de todo. Me estoy poniendo unos implantes en la boca. Valen un dineral y lo están pagando ellos», desvela, a la vez que asegura que tampoco es una mujer de lujos .
Unas declaraciones que distan mucho de las que dio el 12 de noviembre de 2008 cuando dijo que su hijo Jesulín y María José Campanario la habían «invitado a irse» de Ambiciones. Sea lo que fuere, la relación con su nuera y su hijo ahora es buena, según ha asegura la propia Bazán en la entrevista.
Con quien la relación no fluye tan bien es con su nieta Andrea , la hija de Jesús y Belén Esteban : « Hace dos años y pico que no la veo . Me gustaría verla más. Las cosas se han enfriado desde que la niña ha crecido». Y añade: «Los abuelos tenemos que ir a ver a los nietos, pero ellos también tienen que ir a ver a los abuelos. El año pasado me operaron durante ocho horas y media de una hernia de hiato que se complicó».
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