Pablo Iglesias e Irene Montero, padres de una familia numerosa burguesa
En solo cinco años el líder de Podemos ha pasado de alzarse contra las clases más altas a aterrizar abruptamente en un chalé de lujo en Galapagar
Pablo Iglesias siempre se jactaba de vivir en Vallecas, con el pueblo, en un pisito de 60 metros cuadrados: «Es un barrio popular que a mí me entusiasma», y advertía que había que tener cuidado con los políticos que se refugiaban en sus grandes mansiones: «El rollo es aislar a alguien, entonces no sabe lo que pasa fuera. Es decir, este rollo de los políticos que viven en Somosaguas, que viven en chalés, que no saben lo que es coger el transporte público...». Un Iglesias que se pavoneaba al criticar lo que hacía la «casta» -una expresión que a día de hoy ha desaparecido de su vocabulario, pues ahora él mismo practica-.
En solo cinco años, el líder de Podemos ha pasado de alzarse contra las clases más altas a aterrizar abruptamente en un chalé de lujo en Galapagar que cuenta con una parcela de dos mil trescientos metros cuadros y tiene piscina, jardín y casa de invitados. Un magnífico chalé por el que aseguró haber pagado 600.000 euros aunque, según afirmaron en su día expertos inmobiliarios conocedores del mercado, valía bastante más del doble.
La decisión de Pablo Iglesias y su pareja Irene Montero de trasladarse al exclusivo inmueble en la sierra de Madrid, pese a todo, debería pertenecer a su ámbito privado y no a la esfera pública como ocurrió. Sin embargo el error fue de la propia pareja al haber «señalado» y criticado a sus oponentes por vivir acomodados y alejados de la realidad social , un discurso que a día de hoy se aleja mucho de la presuntuosa ejemplaridad que pretendían dar con su pisito en Vallecas.
Es más, en poco más de un año ambos disfrutan de la vida aburguesa que tanto despreciaron en sus inicios. Eso sí, con la tranquilidad de contar con escoltas y policías de paisano que salvaguarden su seguridad y la de sus mellizos: Leo y Manuel , nacidos el pasado verano de forma prematura.
Ayer, tan solo nueve meses después de dar a luz a los pequeños, Irene Montero volvía a utilizar las redes sociales para anunciar la llegada de un nuevo miembro a la familia. «Leo y Manuel van a tener una hermana. Estamos bien, felices y preparadas para cuidarnos mucho y a la vez dar lo mejor de nosotras en estos meses decisivos», escribía una orgullosa mamá que se vio obligada a confesar su estado después de que su compañera Noelia Vera dijese en rueda de prensa que Pablo Iglesias se encontraba «cuidando a sus hijos e hijas». «A Noelia le jugó una mala pasada el subconsciente en una rueda de prensa, pero no fue por el lenguaje inclusivo sino por ser amiga antes que portavoz. Ella ya sabía que la familia crece », dijo junto a una imagen en la que aparecen las dos amigas muy sonrientes mientras Vera le toca la tripa.
Una noticia que aterrizó de manera inesperada después de que la semana pasada Pablo Iglesias anunciase su reincorporación, tras disfrutar de tres meses de baja por paternidad. Una baja que alternó con su pareja , quien volvió a la escena política el pasado 20 de diciembre asumiendo las funciones de liderazgo del partido. A pesar de todo, esta anunciación no llegó a sorprender del todo pues fue el propio Iglesias quien, en conversación con el periodista Enric Juliana durante la presentación del libro «Nudo España», aseguró que la paternidad le había cambiado la vida: «Antes de tener dos hijos me planteaba qué cosas quería hacer después de la política. Ahora básicamente quiero criarles y ocuparme de ellos, y el resto es secundario. Creo que no me importaría tener más hijos. Soy muy excesivo en todas las decisiones que tomo», explicó.
Con estas palabras dejó claro que nada le impediría disfrutar de «sus hijos e hijas», ni siquiera la crisis interna que vive su partido, pues desde la piscina de su chalé en Galapagar -quizás- «las penas son menos penas».
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