La última voluntad de Soledad Cabeza de Vaca
La marquesa de Moratalla excluye en su testamento a su hijo biológico en favor de su hijo adoptivo
Tras años de disputas con Forester Labrouche, en 2012 firmó un documento en Ginebra para desheredarlo
El pasado 8 de diciembre ABC publicaba una esquela en la que se anunciaba la misa de «corpore insepulto» en la iglesia de Sant Jean Baptiste, del diminuto pueblo vasco-francés de Arcangues, de Soledad Cabeza de Vaca y Leighton , marquesa de Moratalla, fallecida el 29 de noviembre de 2017 en Bayona. Rogaban «a Dios en caridad» por su alma los dos hijos de la difunta, Forester Labrouche y Germán de la Cruz Cabeza de Vaca y Leighton Moratalla , así como su hija política, Stephanie Keddari ; su nieta, Olga Labrouche; y sus fieles empleados. Aquel texto hacía pensar que, tras años de desavenencias, peleas, demandas y llamativos titulares en la prensa francesa, Forester y Germán se habían reconciliado . Nada más lejos de la realidad: no solo mantenían sus disputas, sino que lo peor estaba por llegar.
La esquela no reflejaba el desacuerdo entre los hermanos, pero sí aportaba un dato llamativo: el entierro de Soledad Cabeza de Vaca se anunció para 11 días después de la defunción . Esas casi dos semanas de espera se debieron a que se efectuó una autopsia al cuerpo de la marquesa por requerimiento del mayor de sus sucesores , Forester Labrouche, quien dudaba de la naturaleza del fallecimiento de su madre. Los resultados han constatado que se debió a causas naturales.
La tregua entre hermanos ha durado un suspiro . La ley no entiende de duelos ni de lutos y días atrás, una vez cumplidos los plazos reglamentarios, se procedió a la lectura del testamento de Soledad Cabeza de Vaca, fechado en Ginebra en 2012. Este documento fue firmado por la marquesa ante notario y con testigos, en plenas facultades mentales y tras años de disputas con Forester, quien le reclamaba «su parte» del importante patrimonio familiar.
La legítima, para la nieta
A través del documento, Soledad Cabeza de Vaca deshereda a Forester Labrouche y nombra heredero universal de su fortuna a su hijo adoptivo Germán de la Cruz . El albacea del mismo es el abogado suizo Marcus Frey, del despacho suizo Niederer Kraft & Frey, cuyo padre ya había administrado el patrimonio de la marquesa. Según un abogado español experto en derecho de familia, la ley suiza permite desheredar a un hijo, pasando automáticamente sus derechos a la herencia legítima al siguiente familiar, en caso de tenerlo. Así pues, la parte legítima que le correspondería a Forester Labrouche pasa directamente a su hija Olga , tal y como han relatado los representantes legales de Germán y de la marquesa, Ronald Asmar y Romain Jordan, al diario francés «Le Monde». Con esta decisión, la marquesa respondía a los ataques y demandas a los que, desde 1999, le había sometido Forester y que le hicieron sufrir de forma tremenda, económica y emocionalmente.
El patrimonio que ahora recibe Germán Cabeza de Vaca, en detrimento de Forester, proviene de la fortuna que Soledad heredó de su madre, Olga Leighton , viuda de Frank J. Mackey , cofundador del Banco HSBC. Olga trazó una inteligente estructura financiera y al fallecer, dejó como depositarios de su fortuna a su hija Soledad y a su nieto Forester , que había convivido con ella durante mucho tiempo y al que quería con pasión. Se cuenta que en tan solo 20 años, tras el fallecimiento de Olga Leighton, Sol -como la llamaban en la intimidad- había llegado a percibir por los intereses y réditos de sus múltiples fondos e inversiones unos 120 millones de euros y su hijo , nada menos que unos 80 millones . La importante fortuna estaba alojada en un fideicomiso entre Suiza y Luxemburgo, bajo el nombre de Fundación Newin y administrado por la firma de abogados Niederer Kraft y Frey.
Además, Soledad generó un inmenso patrimonio gracias a sus caballos, sus premios, sus criaderos y sus yeguadas. Su cuadra de purasangres, que corría bajo los colores rojo y verde, era una de las más importantes del mundo, temida por el Agha Khan y capaz de ganar miles de euros en cada premio que disputaba.
El regeso de Germán
El distanciamiento entre Soledad y Forester comenzó cuando este le propuso a su madre que fuera su esposa, Stephanie, quien gestionara el patrimonio familiar. Ante la negativa de Sol, la relación entre madre e hijo comenzó a torcerse, hasta el punto de verse enfrentados en los tribunales. Soledad ganó todos los litigios, pero declaró públicamente que no quería volver a verles y les negó el acceso a Domaine de Coumeres , su casa de campo cercana a Bayona. Nombró entonces como tutor legal a su hijo Germán, de 47 años, adoptado en Colombia a los 7 y al que había mantenido al margen de las disputas con su hermano mandándole a trabajar a Zúrich bajo las órdenes de los Frey. Germán volvió a Bayona hace más de un año para cuidar de su madre , que se encontraba en avanzado estado degenerativo.
El último intento de acercamiento por parte de los Labrouche a Soledad fue hace unos meses, con la excusa de presentarle a su nieta, una adolescente a la que Sol no había llegado nunca a ver. En esa ocasión, quisieron aprovechar la coyuntura para eliminar la tutela de Germán haciéndole firmar a Soledad unos documentos. Ante la gran discusión que se originó , Labrouche interpuso una denuncia contra Germán en el juzgado de Bayona, alegando que su hermanastro tenía secuestrada a su madre y no les dejaba acercarse a la casa. La acusación fue desestimada, pero la guerra saltó a los titulares de los periódicos franceses y españoles. La muerte de la marquesa es el último capítulo de una historia en la que el final, pese a todo, aún no está escrito.
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