«Lloré con la belleza del mar y la montaña de Mallorca»

Ninon Völkers, presidenta de Engel&Völkers Charity, lleva veraneando en España 18 años. Aún recuerda las sensaciones que experimentó el día que descubrió la isla

Ninon y Christian Völkers en Son Coll, la finca que poseen en Mallorca, en una imagen del verano pasado

Ninon Völkers

Acabo de cumplir la mayoría de edad veraneando en España, dieciocho años desde que me sorprendieron por primera vez los colores de la isla de Mallorca , los azules del Mediterráneo y el verde de su naturaleza, ese maravilloso contraste entre el mar y la montaña. Cuando vine por primera vez a Banyalbufar , donde está mi actual casa, en la finca Son Coll , y contemplé los olivos, las montañas y el mar, me puse a llorar. Me pareció alucinante tanta belleza y me emocioné mucho. Enseguida comprendí por qué mi marido, Christian, y su familia llevan pasando aquí el verano ¡45 años!

Cada temporada disfrutamos de un verano tranquilo , rodeados de naturaleza y de caballos, con una parte de las vacaciones dedicada a la familia y otra a los amigos. Ya es tradición que nos vengan a visitar con todos sus hijos durante diez días en los que tenemos la casa llena. Por momentos parece que va a explotar, pero no nos importa. Somos felices de estar juntos en Mallorca hablando de todo en lo que hemos ocupado el año. Ni las altas temperaturas ni la humedad de agosto pueden con nosotros.

Productos locales

Me fascinan los productos locales, como el aceite de oliva, los limones y los tomates. Tengo mi propio huerto y a veces, como directamente de la planta. Mis platos preferidos son el trampó (una ensalada a base de cebolla, tomate y pimiento verde picados muy fino) y esos maravillosos pescados del Mediterráneo, enteros, como sirven aquí el Cap Roig o el gallo de San Pedro. En Can Madó , en el Port d’es Canonge , Cati prepara la mejor lubina del mundo (una vez pedí en Francia un pescado y especifiqué entero, sin filetear. Me preguntaron dos veces y terminaron trayéndome un pez de más tres de kilos...).

También tenemos muchos amigos autóctonos. Sabemos que a algunos mallorquines no les gusta que los extranjeros compren propiedades en zonas como el centro histórico de Palma, pero esas inversiones han servido para rehabilitar magníficos edificios que se encontraban en muy mal estado. Pese a estos pequeños choques, mi relación con los mallorquines es magnífica. De hecho, el carácter español me parece fantástico , pero sí me gustaría hacer una crítica constructiva a las autoridades: la isla está saturada . En más de una ocasión nos hemos vuelto a casa tras una hora sin lograr aparcamiento en Palma. Si no se controla de algún modo ese exceso de turistas que hay en verano, los cruceros con miles de personas y los alojamientos masificados, Mallorca perderá su encanto. Hay que buscar el equilibrio, el turismo de calidad, por el bien de esta maravillosa isla, y todos los que la disfrutamos debemos cooperar. Por ejemplo, la Unesco está luchando para conservar la Sierra de Tramontana y las instituciones locales no tienen el suficiente dinero para conservarla, pero no aceptan aportaciones de fondos privados extranjeros para ayudarles a cuidarla. Esto, para mí, carece de sentido, es tirar piedras sobre ellos mismos.

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