Lara Álvarez y Fernando Alonso: ruptura entre sospechas de deslealtad
El piloto, siempre celoso de su intimidad, pudo haber acusado a su pareja de filtrar a la prensa información sobre sus escapadas y salidas
Dicen que los polos opuestos se atraen, pero nadie confirma si esa atracción es suficiente para consolidar una historia de amor. La realidad nos demuestra a menudo que no. Y cuando uno de los deportistas más esquivos y celosos de su intimidad se enamora de una extrovertida y afable periodista las diferencias pueden volverse insalvables. Después de un año y cuatro meses juntos, Fernando Alonso y Lara Álvarez ya caminan por separado, tras una ruptura envuelta entre sospechas de traición y deslealtad.
Según ha podido saber ABC, el hermético piloto asturiano de 34 años pudo haber sospechado que era su propia novia la que filtraba información a los periodistas sobre sus escapadas y salidas . En más de una ocasión, el bicampeón de Fórmula 1 «le recriminó a Lara en público haber dado el chivatazo» a los fotógrafos para luego protagonizar las páginas del papel cuché. Sus sospechas llegaron tan lejos que, según su círculo íntimo, le ocultó que se mudaba a otra casa para evitar que Lara pudiera «irse de la lengua». Este clima de desconfianza enturbió su amor y acabó por dar al traste con su relación.
Alonso , sobreexpuesto en los circuitos, desarrolló desde muy temprano una suerte de alergia a los focos . Tras su primer podio, su padre, José Luis Alonso, espantó a los periodistas que montaban guardia a las puertas de su casa al grito de «esto no es Ubrique». Su obsesión por la privacidad le llevó a ocultar su matrimonio con la cantante Raquel del Rosario, en noviembre de 2006 en Oviedo, durante más de un año, hasta que el párroco que les casó dio el soplo. Con Lara, con la que empezó a salir en diciembre de 2014 tras conocerse en una fiesta de Ferrari, s uavizó esa actitud e incluso llegó a regalarle algunos gestos de cariño a través de las redes sociales . Pero su fobia a la prensa del corazón nunca desapareció del todo, y acabó señalándola a ella como culpable de sus constantes apariciones en la prensa rosa.
Independientemente de la veracidad de las acusaciones, Lara siempre ha sido una mujer mucho más accesible y natural, sin temor a hablar sobre su vida privada, siempre dentro de unos límites. No era raro verla charlando con los periodistas en el paddock cuando acompañaba a Alonso a las carreras o compartir bromas con quien se acercaba a ella para sacarse una foto.
A la incompatibilidad de caracteres y supuesta desconfianza se unen además sus divergencias en el plano profesional . El piloto quería que la atractiva periodista «relajase sus compromisos laborales» y diese un paso atrás. No le sentó bien que aceptase la oferta de Mediaset para volver a enfundarse en sus coloridos biquinis y ponerse al frente de «Supervivientes» desde Honduras. Alonso le había pedido que se quedase a su lado para acompañarle durante el Mundial de Fórmula 1, que arranca hoy en Melbourne, y sobre todo para alejarla de las cámaras. Una opción impracticable para la presentadora, quien, a sus 29 años, tiene la misma ambición del primer día.
Los que les conocen bien saben que es mejor así. Separados. Tanto la familia de ella como la de él se esperaban de alguna manera el desenlace y «se sienten aliviados» de que hayan tomado la decisión de terminar con su noviazgo cuando ya repicaban las campanas de boda.
Esta semana Lara era fotografiada a la entrada de un gimnasio y en el aparcamiento de un centro comercial, en Madrid, acompañada de una amiga. Silencio absoluto ante las preguntas de los periodistas, a los que únicamente les ofrecía como respuesta su sempiterna sonrisa. La procesión la lleva por dentro. «Lo está pasando muy mal. Le vendrá bien volcarse en su trabajo y desconectar de todo», asegura una fuente cercana a la periodista.
Menos sonriente se mostraba el piloto de McLaren-Honda el jueves pasado a la salida del circuito de Albert Park , en Melbourne , donde le aguardaban cientos de fans. Firmó algún autógrafo y se hizo un selfie sin cambiar su gesto serio y sin desprenderse de sus gafas de sol.
Tras vivir en Oviedo y Suiza, hace poco más de un año Alonso fijó su residencia en Dubái, donde rigen leyes muy estrictas contra los paparazis. Sin duda, uno de los grandes atractivos del emirato, donde también residen por temporadas otros astros del deporte, como el tenista Roger Federer. Pero por muy lejos que esté, refugiado a la sombra de infinitos rascacielos, las cámaras siempre le seguirán buscando, independientemente de que su corazón esté ocupado o no.
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