Kike Sarasola, el vendedor de habitaciones en el centro de la refriega política
El anfitrión de Isabel Díaz Ayuso se siente «decepcionado» tras ver cuestionado el buen hacer de su cadena de hoteles Room Mate

Le gusta definirse como inconformista, irreverente y transgresor. Tres cualidades sobre las que Kike Sarasola (Madrid, 1963) ha sedimentado su exitosa carrera como empresario. Durante su época como jinete profesional, pasaba 300 días al año con la maleta a cuestas, recorriendo el mundo ... de hotel en hotel y con la sensación de que ninguno se ajustaba a lo que realmente buscaba. Y con esa espinita clavada, tras una lesión de espalda que le apeó del caballo, decidió abrirse paso en el negocio hotelero dando forma a lo que él había echado en falta como cliente: desayunos hasta mediodía, check out tardíos, mucha luz natural en las habitaciones... Junto a su marido Carlos Marrero y su amigo Gorka Atorrasagasti, dio forma al hotel de sus sueños y fundó Room Mate hace 16 años . El dinero que faltaba para poner en marcha esta empresa lo aportó Rosalía Mera, la primera esposa de Amancio Ortega, el dueño de Inditex. A día de hoy preside una potente cadena de 26 hoteles bautizados con nombres de persona: seis en Madrid, cinco en Barcelona, dos en Málaga, dos en Florencia y el resto repartidos por Granada, Miami, Nueva York, Amsterdam, Milán, Estambul, Ciudad de México, Róterdam, San Sebastián, París o Mallorca. A comienzos de la pandemia, Sarasola saltó a los medios tras anunciar que cedía tres de sus hoteles en Madrid para transformarlos en hospitales. Una acción aplaudida que esta semana quedaba ensombrecida o al menos cuestionada tras salir a la luz que la presidente de la Comunidad de Madrid Isabel Díaz Ayuso lleva casi dos meses hospedada en uno de sus apartamentos de BeMate Plaza de España y que por «un error humano» se publicara un contrato de la Comunidad de Madrid de medio millón atribuido a su cadena Room Mate que rápidamente desapareció.
Hombre bien bregado en los medios y siempre atento con los periodistas, ha decidido que no merece la pena seguir hablando. Decepcionado, triste y en palabras textuales «jodido» . Así se siente y deriva a su director de comunicación Yeyo Ballesteros para seguir desengranando los pormenores de esta polémica. «Hemos enviado ya dos comunicados. Es una situación triste, verse así después de lo que hemos ayudado», comenta parco en palabras.
Sarasola ya defendió que «nunca hemos solicitado, ni nos han adjudicado ni hemos recibido pago alguno desde ninguna de las consejerías u organismos de la Comunidad de Madrid». Pero le duele que se utilice su marca para tergiversar la información. «Vivo de vender habitaciones, y camas. Me da igual que sea el señor Pablo Iglesias, me da igual que sea la señora Ayuso», puntualizó más tarde. Desde el PP sospechan que la mano de Ciudadanos, su socio de Gobierno al frente de l área de Políticas Sociales, podría estar detrás de la publicación de ese contrato fantasma.

A Sarasola el estallido de la pandemia le pilló en Canadá por motivos de trabajo. Al recrudecerse la situación puso rumbo a Colombia con su madre, Cecilia Maralunda, su marido y sus dos hijos. En esta país forjó su fortuna su padre, el también empresario Enrique Sarasola, un gran relaciones públicas que supo moverse bien en los círculos de poder e íntimo amigo de Felipe González. De hecho, fue el expresidente socialista el encargado de casarle en 2006 con su pareja.
Kike Sarasola sabe bien lo que es lidiar con la polémica y el pasado diciembre se vio obligado a defenderse de las acusaciones de la Fiscalía de Madrid sobre un presunto fraude fiscal relacionado con la herencia de su padre. De nuevo, le toca respirar profundo, coger aire y esperar a que escampe.
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