El verano de mi vida

Jordi Roca: «No viviría el helado con tanta pasión sin ese verano»

El pastelero recuerda una época de amigos entrañables y muchísimos helados

Jordi Roca

Ana Luisa Islas

Jordi Roca se lleva con sus hermanos, Joan y Josep «Pitu» , 14 y 12 años, respectivamente. Cuando él era aún un niño, sus hermanos ya trabajaban en el restaurante de sus padres, Can Roca , en un polígono industrial en las afueras de Gerona. A falta de hermanos de su edad con quienes jugar, Jordi se hizo amigo de algunos vecinos del restaurante, pues vivían en el segundo piso del local. «Tenía una pandilla de amigos del barrio», explica: «unos hermanos de Marruecos, Mustafá y Mohamed, y Juanjo y Jesús, que también eran hermanos, pero venían de Murcia». Para él, el mejor verano de su vida fue, justamente, uno que pudo compartir con ellos, cuando tenía «entre, siete y ocho años» y que le «cambió la vida».

Cerca de donde ahora se ubica el Celler de Can Roca había una nave de distribución que funcionaba como almacén de la empresa de helados Frigo. Hasta que un verano, la empresa se mudó. Para la fortuna del menor de los Roca, sus compinches, y de los amantes de los helados que ahora disfrutan de sus creaciones en Rocambolesc o el propio Celler, la heladera dejó tras de sí un antiguo camión de helados «muy peliculero» y una cantidad importante de helados.

Jordi Roca, en su infancia

Su hija Queralt

«Hicimos de ese camión de helados nuestro cuartel: eran tiempos de aventuras», confiesa. Ese verano, los cinco amigos quedaban cada día para jugar en el camión. Con el paso de los días, los pequeños hicieron migas con los nuevos dueños de la nave, que, eran clientes de sus padres. «Un día, nos regalaron todas las mermas de los helados que habían quedado ahí», cuenta riendo. Al poco, su semblante cambia totalmente. Ahora, Jordi tiene una niña, Queralt , de un año y meses. Quizás piensa en ella cuando recuerda, «cogí tal empacho que tuvieron que llevarme al hospital». «El dolor de barriga más feliz que he tenido en mi vida», agrega, entre risas nuevamente. «Habremos comido como 20 o 30 helados cada uno, el congelador del bar de mis padres quedó lleno», explica.

Su inspiración

«Las vivencias que te marcan de niños, ponen la semilla de lo que te gusta de verdad», apunta, de nuevo serio. «Quizás no viviría el mundo del helado con tanta pasión si no hubiera vivido ese verano», confiesa. Para él, en aquella época, los helados eran increíbles, con historias y formas divertidas. «Eran unos helados icónicos, que me han servido de inspiración», comparte quien ha homenajeado los helados y polos de su niñez en muchas de sus creaciones, como la línea que creó en 2019 con Ale Rivas , su esposa y cabeza de Rocambolesc, para el lanzamiento de la tercera temporada de la serie de Netflix, «Stranger Things». Así como los helados siguen presentes, también la pandilla. «Mustafá colabora con una asociación de niños inmigrantes y hace relativamente poco me contactó para poder hacer algo juntos», cuenta. «Jesús estuvo aquí un verano hace no tanto, ahora vive en Murcia», agrega.

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