Isabel Pantoja y Carmina Ordóñez, una insólita pareja
El torero Francisco Rivera casó con «la mujer más bella de España», según titulación de la prensa de la época, y luego se separó para luego casar con la tonadillera de aquel momento, y muchacha de credo tradicional
No son una pareja sorpresa, Isabel Pantoja y Carmina Ordóñez , mujeres ambas del gran Paquirri , pero sí ahora, cuando Carmina ya había sido más bien olvidada, en los papeles de la popularidad, mientras Pantoja es la madre de Kiko , el zagalón del show, y no tanto la viuda de España. El pasado en común de ambas viene a subirse al futuro, ya en curso, de las portadas. El torero Francisco Rivera casó con Carmen Ordóñez, «la mujer más bella de España», según titulación de la prensa de la época, y luego se separó para luego casar de nuevo con Isabel Pantoja, tonadillera de aquel momento , y muchacha de credo tradicional.
Carmen era una fiesta, y Pantoja más bien no. Con el tiempo, se ve en ambas una biografía poco común, la de Carmina abismada, prematuramente, a la soledad, y la de Isabel ajetreada de aventuras insólitas, incluida la cárcel . Carmen resucita ahora porque hay que solventar la herencia taurina de Paquirri , mientras Isabel resucita a cada rato, porque tiene unos hijos que se han pluriempleado en los temarios de familia, zona prime-time. Carmen vivió a bordo de su melena de portada. Era vividora y religiosa. Era generosa y enamoradiza. Era entregada y adicta. Carmen Ordóñez era Carmen y sus amistades peligrosas, que tenían para ella más peligro que amistad. Era famosa de dinastía y bellísima porque sí. Isabel ha sido la esencia nacional llevada hasta sus consecuencias más extremas, que en ocasiones han sido muy extremas, si somos sinceros.
Reúne todos los números para triunfadora del sorteo de folclórica del siglo, quizá de todos los siglos: presentó mamá, presentó huérfano, presentó hasta prima, y un hermano soltero. Y perdió a su hombre en los ruedos. Hay dos Pantojas, abreviando, Pantoja con sonrisa, y Pantoja sin sonrisa, y si no vayan y miren todo el menú de andariega de aeropuertos. Pantoja ha estado en la crónica social incluso sin estar. Quiero decir que sale en los papeles, desde siempre, porque es noticia todo lo que a ella se refiera, participe directamente o no. En esto tiene también parentesco con Carmen Ordóñez, que era campeona primerísima en lograr de su propia vida un derrotero laboral. De ambas ha vivido mucha gente que incluso tenía poco que ver con las vidas de ambas. Pantoja es una ausente muy presente , auxiliada en tal condición mágica, quizá a su pesar, por su inquieta familia revuelta, que le ha pillado gusto a la cátedra de plató. Carmen hablaba a menudo de «El Chuli», o «El Pai», y de otros que nunca la abandonaron en la mala vida de los tablaos y otros excesos. Vivió siempre rodeada de mucha gente, entre el flamenco y el whisky , pero aquel que vive rodeado de tanta gente suele ser también aquel que más rigurosamente padece la soledad. Carmen amaba la farra, quizá en una secreta huida de sí misma, porque la soledad estaba ahí, al día siguiente de cada noche, que en su caso era todas las noches. En cuanto a Pantoja, ya veremos en qué para, ahora que un hijo no la adorna de bondad, precisamente. Y lo cuenta ante media España.
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