La faceta más desconocida de Irene Rosales por la que podría «jugarse» el divorcio con Kiko Rivera
El Dj se ha convertido en el blanco perfecto de su mujer durante sus vacaciones en Canarias y podría haber empezado a cansarse
Kiko Rivera (35 años) no gana para sustos este verano. La culpable: su mujer , Irene Rosales (28), quien, al parecer tiene «frito» al hijo de Isabel Pantoja con todas las bromas que lleva haciéndole durante sus vacaciones en Canarias y que, además, ha compartido en redes sociales.
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El Dj y la madre de sus dos hijas han aprovechado unos días de descanso para escaparse a las Islas Canarias, donde están diviertiéndose al máximo a pesar de echar de menos a las pequeñas Ana y Carlota . Diversión que no es suficiente diversión para Rosales, quien ha encontrado en su marido el blanco perfecto de sus bromas. Rosales no ha parado de ocasionarle sobresaltos a Rivera durante estos últimos días. Una faceta desconocida que demuestra que la ex concursante de «GH DÚO» es toda una caja de sorpresas.
«¡Pero, 'quilla', para ya! ¿No?», le dice Rivera con una media sonrisa en un vídeo que han compartido. Y es que el hermano de Cayetano Rivera podría estar empezando a cansarse de la situación -siempre siguiendo la línea bromista de su esposa-. Por su parte, Rosales ha confesado que no tiene intención alguna de parar aunque admite que cree que Kiko Rivera le «pide el divorcio» en el «siguiente susto». No obstante, no se trata más de que una graciosa manera de hablar que ella misma ha empleado a la vez que compartía con sus seguidores el bombardeo de bromas al que estaba sometiendo a su marido.
Pero no todo son sustos: también han hablado por teléfono con su hija Carlota, tal y como se puede ver en el vídeo que ha mostrado Rosales en Instagram y en el que la pequeña se intenta hacer entender a su manera. Como era de esperar, en esta ocasión, Irene Rosales también ha intentado trolear a su niña desde el más absoluto cariño que siente hacia ella. Durante la simpática conversación que han mantenido, Carlota intentaba explicarle a su madre lo mucho que la quiere en un lenguaje de niño pequeño, a lo Rosales le respondía «Pues yo un poquito más que eso. ¿Pero cuánto dices que me quieres?», le insistía una y otra vez entre risas.