La historia de los bañadores o cómo quitarse un «gran» peso de encima
Hasta la I Guerra Mundial las mujeres se bañaban con vestidos que llegaban a pesar la friolera de hasta 3 kilos mojados. El motivo era el plomo que les añadían para que no se levantase con las olas
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Por suerte para las muchos, los tiempos cambian y evolucionan . Aunque hoy en día en determinados aspectos de la sociedad se echan de menos algunas de las costumbres y tradiciones de antaño, la verdad que en cuanto al bañador hemos mejorado. De tener que bañarse vestidos y con prendas que pesaban más de 3 kilos , a encontrar diseños que se amoldan a la figura como una segunda piel.
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Hace no mucho tiempo, unos 250 años, las playas en verano se encontraban exactamente igual que en invierno: completamente vacías. Al mar se le temía . No había ni niños jugando en la arena, ni jóvenes zambulléndose en el mar, ni señoritas y caballeros intentando coger un poco de color. Aunque pese a todos estas datos que hoy nos parecen imposibles de concebir, años después de ese desolador panorama, hubo unas valientes que se atrevieron a aparecer por las costas a bañarse, eso sí vestidas y no solo eso, sino con trajes que pesaban más de 3 kilos mojados gracias al plomo que le añadieron a los diseños de las faldas para evitar que éstas se levantasen al sumergirse en el mar.
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Los primeros «chapoteos» en el siglo XIX
El hábito de bañarse en el mar fue prohibido durante toda la Edad Media por ser considerado un impulsor de vicios que no estaban bien vistos y había que evitarlos. A todo aquel que se le viese efectuando esta práctica se le azotaba, hasta el año 1621. Fue esta época cuando el médico Robert Burton afirmó que el mar tenía la capacidad de poder combatir la tristeza y la depresión. En el siglo XVIII asimismo, se propagó la idea de que los baños fríos en el mar eran beneficiosos para la salud siendo la clave para la cura de diversas enfermedades.
Por esta razón, con el paso del tiempo se generó la necesidad de confeccionar una prenda específica para esta práctica, la cual siguió los mismos principios que los vestidos que las mujeres lucían en las calles. Los diseños del siglo XIV se caracterizaban por la ausencia de matices eróticos que ocultaban al completo las formas femeninas .
Entre el año 1846 y hasta la Primera Guerra Mundial el modelo cambió hasta componerse por varias piezas en las que destacaban un corpiño ajustado, una falda hasta las rodillas por encima de un pantalón, el cuello alto y las mangas hasta los codos.
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Después de la tempestad, la calma (y otra era)
Tras la I Guerra Mundial, la moda de baño evolucionó a conjuntos más cómodos , ligeros y estéticos,. Incluso llegaron a incluir en sus confecciones detalles con distintos tejidos como encajes y bordados, además de dar más presencia el uso de telas de colores más vivos y estampados. La largura de los primeros modelos se redujo hasta la rodilla, las mangas se acortaron y el escote bajó hasta situarse encima del pecho.
Fue en 1921 cuando se lanzó el primer traje de baño elástico constituido por una única pieza. Hasta pasados 25 años no se pudo ver la aparición del popular bikini que se convirtió en la principal revolución de toda la historia de la moda de baño.
Quién iba a decir que esta moda pudiera perderse en el tiempo y no reapareciera hasta que, a mediados del siglo XX, el ingeniero de automóviles y renombrado diseñador de moda Louis Réard volviera a crear de nuevo este bañador de dos piezas de la Antigua Roma. Sirva como ejemplo del impacto de este diseño que, en 1946, Réard no encontró modelo dispuesta a lucirlo y tuvo que recurrir a una «stripper»: « Su bañador va a ser más explosivo que la bomba de Bikini », le dijo, dando nombre a este bañador. La estética se había finalmente impuesto.
El famoso bikini que tanto costó implantar, se convirtió en todo un icono en el cuerpo de actrices como Brigitte Bardot y Ursula Andress , que han pasado a la historia como dos de las mujeres más sensuales del planeta.
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Vuelve el bañador y la braga alta de bikini
Hoy en día el panorama es bien distinto, los bikinis están a la orden del día al igual que los modelos donde en algunos casos son más diminutos para no dejar marcas del sol en la piel. Sin embargo, y tras estar algunos años de capa caida el bañador vuelve con fuerza y llega para quedarse ya que se está apostando por el favorecer la situeta de la mujer. Algo parecido a lo que está sucediendo con los bikinis cuya braguita sube por encima del ombligo y dan más personalidad y sugerencia al sector femenino.
Lo que sí marca claramente la diferencia entre las distintas épocas es la libertad . Libertad donde poder elegir y libertad para decidir con qué sí o qué no se siente uno identificado.