Guerra entre el magnate John Dick y su hija por su mansión en la isla de Jersey
Tanya Dick alega que su padre defraudó a los fideicomisos familiares, utilizados en modo off shore para pagar menos impuestos
El magnate y diplomático nacido en Canadá John Dick tiene 82 años y la energía de un hombre treinta años menor. Al menos, eso dicen de él quienes le conocen, además de otros elogios, como que es muy carismático y que quienes trabajaron con él a lo largo de la vida en sus diferentes proyectos empresariales le tienen mucho cariño. No obstante, como sucede en muchas familias (sobre todo en las adineradas), de puertas para adentro la situación es distinta. El millonario y su hija mantienen desde hace tiempo una guerra abierta, cuyo epicentro es la venta de la mansión de St. John Manor , en la isla de Jersey , donde Dick vivió durante 40 años.
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Dick, que es director del gigante de los medios Liberty Global , propietario de Virgin Media, y cónsul honorario del gobierno de Ruanda, vivió la mitad de su vida en esta lujosa vivienda, ubicada en medio de unos grandes terrenos ajardinados en el paraíso fiscal que forma parte de las islas del Canal de la Mancha y que es una dependencia de la Corona británica . La inmensa propiedad incluye tres lagos, una capilla privada ( en cuya cripta Dick quiere ser enterrado ), un jardín japonés y un laberinto. Aunque el dédalo que de verdad enfrenta la familia es el de firmar la paz, algo que se ve muy lejano.
Tanya Dick-Stock , hija del primer matrimonio del empresario, apoyada por su esposo Darrin Stock , un hombre de negocios estadounidense, alega que su padre ha defraudado a los fideicomisos familiares, utilizados en modo off shore con el fin de proteger sus activos pagando menos impuestos. Ella, que es beneficiaria de dichos fideicomisos y además heredera de decenas de millones de libras esterlinas, ha criticado además la forma en que las autoridades de Jersey han gestionado sus reclamos. Pero el patriarca no se achanta, y afirma que su hija y su yerno son «no son absolutamente de fiar» y que prueba de ello es la cantidad de procedimientos judiciales en los que están involucrados en Estados Unidos. Además, como señalan los abogados del magnate, Tanya está sola en la batalla ya que su hermano John Dick II y los demás beneficiarios no la apoyan.
Pese a que en teoría el modelo off shore es legal , este sistema de fideicomisos también puede ser utilizado con fines fraudulentos y muchas veces se utilizan a su vez en otros más grandes que mueven dinero de dudosa procedencia. De hecho, Frank Casey , el analista financiero que denunció el escándalo de Bernie Madoff , asegura que la característica de estos movimientos es «la falta de transparencia y la falta de denuncia». Así, los beneficiarios de los fideicomisos no saben si sus inversiones se usan para blanquear dinero proveniente de las drogas, por ejemplo.
Gran valor histórico
Las sospechas de que algo iba mal en la familia Dick comenzaron cuando se puso en venta la propiedad. A lo largo de los siglos, otras familias notables de la isla fueron sus propietarias -al estar considerada como una de las mejores casas de las islas del Canal-, como los Carterets of Trinity , los Lemprière , los Le Maistre y los Le Couteur , apellidos históricos que en sí mismos aumentaron su valor pero que no consiguieron que se vendiera hasta pasados un par de años. Eso sí, reduciendo su precio inicial en cinco millones de libras. El comprador pagó poco más de 19 millones de euros por la propiedad.
Según la hija del millonario, el uso poco transparente de estos fideicomisos ha provocado reclamaciones sobre pisos en San Petersburgo y Londres , así como en coches de lujo y en una valiosísima colección de muñecas antiguas. Pero sobre todo, sobre la vivienda de Jersey, que se utilizó para obtener de manera fraudulenta un préstamo de unos ocho millones de euros gracias al uso fraudulento que hizo una oscura compañía de servicios off shore llamada PanTrust.
Esta sociedad, que apareció en los papeles de Panamá , administraba uno de los fideicomisos de Dick y la dirigía Richard Wigley , quien manejó los asuntos financieros del millonario durante treinta años. Tanya insiste en que Wigley manejó los negocios de su padre de forma fraudulenta porque así se lo encargó Dick, que su padre conocía que se estaban haciendo cosas al margen de la ley y que incluso Wigley llegó a recibir bonificaciones por ello.
El momento actual que vive la familia podría servir como guión para una serie de televisión, con nuevos capítulos emergiendo cada poco. En el penúltimo, Dick asegura que su hija vive una «historia alternativa» a la realidad, pero ella y su esposo están decididos a que todos los delitos de fraude vean la luz. Y de paso, proteger su herencia.