ENTREVISTA
Gonzalo Vargas Llosa: «Si Isabel hubiese actuado de otra manera, habríamos podido tener una relación cordial»
La exclusiva del Nobel en «¡Hola!» ha profundizado las diferencias con su hijo: «Dice que ha sido el año más feliz de su vida. Para nosotros ha sido el más infeliz»
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Una bomba envuelta en papel satinado. Así es como ha caído la reciente entrevista que concedieron Mario Vargas Llosa e Isabel Preysler a «¡Hola!» entre algunos miembros de la familia del premio Nobel. «Este ha sido el año más feliz de mi vida», confesó el escritor en una conversación en la que también admitió veladamente que su relación con la «reina de corazones» comenzó en febrero de 2015 , cuando el autor de «Conversación en la catedral» todavía convivía con su prima y esposa, Patricia Llosa .
La metralla generada por la exclusiva ha hecho aún más mella en la relación del escritor con algunos de sus hijos . Gonzalo Vargas Llosa no habla con él desde el pasado mes de mayo, cuando salió a la luz el que muchos llaman « el romance del año ». « He querido y sigo queriendo a mi padre », aclara en conversación telefónica con ABC. Él es el único miembro de la familia que ha criticado públicamente a su progenitor por cómo ha encarado su nuevo idilio. «No lo juzgo por haber terminado su matrimonio, pero alguien tiene que decirle que se está equivocando en cómo está exponiendo su intimidad en ciertos medios . ¿Quién mejor que su hijo?», añade desde Londres.
—La exclusiva de su padre en «¡Hola!» ha sentado mal a parte de su familia. ¿Por qué?
—Lo que más me chocó fue el titular de portada, donde dice: «Este año ha sido el más feliz de mi vida». Estoy seguro de que, como escritor, él conoce muy bien el peso de las palabras. Una cosa es que a lo mejor lo piense, pero que lo diga en público delata una falta de sensibilidad, tacto y elegancia alarmante. Porque, claro, este es el mismo año en que se separó de su compañera durante más de 50 años y en el que prácticamente no ha tenido comunicación con dos de sus tres hijos y cuatro de sus seis nietos... Es decir, con tres cuartas partes de la familia Vargas Llosa. Para varios de nosotros, este año ha sido el más infeliz de nuestras vidas.
—¿Cómo se encuentra su madre?
—Está en Lima, rodeada de amigos y de su familia, incluida mi hermana Morgana, que es un extraordinario apoyo para ella. Mi cariño y mi admiración por mi madre crecen cada día por la manera tan digna en que ha venido manejando su separación. En estos ocho meses no la he escuchado expresarse ni una sola vez con rencor sobre mi padre. Incluso ha intentado disuadirme de hacer declaraciones públicas. No creo que existan muchas mujeres como ella en el mundo.
—Mario tuvo una difícil relación con su padre. ¿Se repite la historia?
—Desde pequeño, en casa le escuché hablar del daño enorme que su propio padre, Ernesto Vargas, les hizo a él y a su madre, Dora Llosa. Qué irónico y trágico que mi padre, que siempre ha sido un pater familias ejemplar, haya terminado, sin quererlo, haciéndole daño a su familia. No tengo la menor duda de que la idea de esta última entrevista, y de toda la cobertura de «¡Hola!» desde el principio, no ha sido de él, sino de Isabel. Pero un hombre como mi padre, que siempre ha tenido un carácter fuerte, debería poder trazarle límites a su pareja.
—¿Tan grave es que su padre hable de su vida privada? Tiene derecho...
—Esta última entrevista es una manifestación más, probablemente la más grave, de falta de respeto a mi madre. Sigo sin comprender cómo puede haber cambiado tanto. El otro día recordaba el episodio cuando en 1976 mi padre puso fin a su hasta entonces entrañable amistad con Gabriel García Márquez porque este le hizo un comentario inapropiado a mi madre. ¿Dónde está ese hombre que defendía el honor de su esposa?
—Usted también está divorciado...
—Así es. Yo también me divorcié de mi esposa, Josefina, hace varios años, así que no juzgo a nadie por el hecho de ponerle fin a un matrimonio. Pero mi mujer y yo hicimos las cosas con un enorme cuidado y con discreción, de tal manera que redujimos al mínimo el impacto negativo para la familia. Y el resultado es que tengo una relación magnífica con mis dos hijas y muy cordial con mi exmujer. Mi padre podría haber hecho lo mismo. Su gran error, y lo que le ha hecho mucho daño a nuestra familia, es que permitió que Isabel y su revista convirtieran su separación en un producto comercial.
—¿Cree que algún día podrá tener un acercamiento con Isabel?
—La verdad es que si ella hubiese actuado de una manera distinta, con cierta discreción y con más sensibilidad hacia mi madre y nuestra familia, yo creo que, después de un tiempo razonable, habríamos podido tener por lo menos una relación cordial, como ocurre en la mayoría de los casos.
—¿Cómo reaccionó Mario ante las críticas que ha hecho usted hacia él?
—No muy bien. Recientemente, incluso ha tomado ciertas medidas en relación conmigo, asumo que por mis comentarios y críticas en el ABC. Yo acepto y hasta entiendo que esté molesto por mis declaraciones, aunque su reacción no ha dejado de sorprenderme. Francamente, para mí tener que recurrir a los medios no es nada agradable. Si Isabel no hubiese llevado este tema del terreno privado al público y si, además, no estuviese poniendo en riesgo la reputación que mi padre se ha ganado como intelectual, yo no me habría pronunciado. He querido y sigo queriendo mucho a mi padre, y sigue siendo una fuente de inspiración para los que nos dedicamos a defender los derechos humanos en el mundo.
—Hay quien dice que algunos miembros de la familia se oponen al romance porque hay otros «intereses» en juego...
—Como hijo suyo, cuando mi padre pase a mejor vida, que espero sea dentro de muchísimos años, lo único a lo que aspiro es a heredar el mismo ilustre apellido del que me he sentido enormemente orgulloso hasta ahora. Nada más. Ni siquiera quiero heredar de su parte del patrimonio, porque es su reputación, y no sus bienes, lo que siempre he valorado más.
—¿Le sorprende que su padre diga que lleva un año de relación con Preysler?
—Yo creo que se trata más de un lapsus de su parte que de una decisión consciente. En todo caso, es positivo que en la entrevista se haya confirmado la versión según la cual su relación con Isabel comenzó inmediatamente antes o después de que ella le fuera a ver al Teatro Español el 22 de febrero, es decir, por lo menos tres meses antes de que mis padres se separaran. También es interesante que mi padre haya mencionado que a mi familia su separación y relación con Isabel nos «tomó por sorpresa». Esto, claro, contradice la versión de Isabel, según la cual el matrimonio de mis padres ya estaba roto desde hace mucho tiempo cuando ella comenzó a salir con mi padre. De ser así, ¿por qué su separación nos habría «sorprendido»?
—Algunos le reprochan a su padre, autor del ensayo «La civilización del espectáculo», que haya dado el salto a la llamada «prensa rosa» que en su día tanto criticó...
—Es que no está actuando de una manera consecuente con sus posiciones. Hace cuatro años, en su ensayo «La civilización del espectáculo», él criticó, entre otros, a «¡Hola!» por su frivolidad y, en general, por degradar la verdadera cultura. Y en casa, a lo largo de los años, a menudo le he escuchado referirse con desprecio y burla a esa revista. En octubre del año pasado, en una entrevista a «El País», se quejaba de la «chismografía periodística» que «tanto para Isabel como para mí ha sido muy, muy pesada en estos últimos meses». Ahora mi padre se ha dejado convertir en el coprotagonista de la revista del corazón más importante del mundo hispano. No estoy sugiriendo que él haya experimentado un cambio ideológico radical; estoy seguro de que la explicación es más bien que quiere complacer a su pareja. Pero, aun así, su creciente involucramiento con el cuché puede tener consecuencias muy negativas.
—¿Lo dice por la frivolidad con la que alguna gente asocia este tipo de prensa?
—El aspecto frívolo es el pecado menor. Para mí, lo más grave es que algunas revistas muestran exclusivamente esa parte de la realidad que les conviene según sus intereses económicos y esconden aquella otra que no les conviene. Eso es lo que se ha hecho con el tema de la relación de mi padre con Isabel. Le han dedicado decenas de páginas, pero nunca han hecho alusión a la otra cara de la moneda, es decir, a cómo esta situación ha afectado a mi madre y a dos generaciones de Vargas Llosa. Y no lo han hecho porque lo que les importa es proteger la imagen de sus «productos estrella», que son Isabel y mi padre; pretender, por lo tanto que toda esta historia es color de rosa, que nadie sufre, y vender lo máximo posible. ¿Es compatible para mi padre ser un referente moral al mismo tiempo que protagonista de una revista así?