Fernando Simón, así es la nueva estrella catódica en España
Cuando no hay alertas sanitarias, la vida de este epidemiólogo de 59 años es igual de sencilla que sus comparecencias
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La mejor receta contra el miedo ante una alerta sanitaria es la información. Por eso Fernando Simón se ha convertido en un rostro familiar y querido en los hogares españoles. Millones de personas le escuchan cada día con atención, sabedores de que sus conocimientos ante la pandemia son irreprobables porque así lo ha transmitido en otras ocasiones. Él es quien se encarga de lanzar un mensaje de tranquilidad y responsabilidad ante el temido coronavirus chino.
Desde la crisis del ébola de 2014, los españoles saben que cuando Simón -el encargado de dirigir el Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias del Ministerio de Sanidad- comparece ante una cámara es porque la salud del país está en riesgo. Con ese pelo alborotado, su aspecto terrenal, ese (ya inconfundible) tono de voz rasgado y su forma de hablar tan llana es lo que le ha conferido a este epidemiólogo de 59 años la imagen de ser el mejor experto al que la opinión pública puede escuchar.
Una sencillez que casa con su día a día cuando no hay un virus que pueda poner en casi cuarentena a todo un país. Y es que, cuando todo esto termine, Simón recuperará la calma junto a su mujer - María Romay-Barja , una científica especializada en enfermedades tropicales- en su casa del madrileño barrio de Alameda de Asuna. Allí viven junto a sus tres hijos. Los dos mayores, tal y como contó «Vanity Fair» hace unos días también se han decantado por el mundo de las Ciencias.
Simón y Romay-Barja comparten su día a día desde 1990. Juntos pasaron ocho años trabajando en África, América Latina y Francia. En 1998, decicieron volver a España para que sus hijos pudieran pasar más tiempo con sus abuelos. Cuando no hay amenazas sanitarias que se lo impiden, Simón - «Doc» para sus amigos de profesión- disfruta de jornadas de montañismo y escalada en compañía de sus hijos, a quienes además de su vocación por la ciencia les ha transmitido su pasión por la naturaleza .
Fue en 2014 cuando Simón se convirtió en una estrella de la comunicación y llegó a la vida de millones de españoles con la crisis del ébola. Desde entonces, y pese a los cambios políticos, nadie ha cuestionado su cargo. Quienes han trabajado con él aseguran que es un profesional riguroso, templado y disciplinado que no se deja llevar por la presión. «Tampoco le importa el color político del Gobierno, él trabaja bien con quien esté, siempre que se escuchen argumentos científicos», contó a ABC a principios de mes un antiguo cargo del Ministerio que apostó por él como portavoz cuando España se enfrentó a la crisis del ébola.
Como recordó la periodista de esta casa Nuria Ramírez hace unos días, con la crisis del ébola en Moncloa vieron a Simón como el candidato perfecto para explicar todo lo que iba aconteciendo: era un personaje desconocido, sí, pero sus conocimientos eran irreprobables. Lo que sí cuestionaron fueron sus aires bohemios y su vestimenta informal, llegando incluso a plantearse desde el gobienro si le debían pedir que se pusiera una americana durante sus comparecencias. Pero es precisamente su apariencia sencilla y tranquila lo que ha hecho que la opinión pública se sienta a salvo.
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