Fallece a los 86 años el cofundador de la casa de moda francesa y marchante de arte
Francia despide a Pierre Bergé, el gran amor de Yves Saint Laurent
Francia despide a Pierre Bergé con los honores de un icono nacional, fallecido ayer a los 86 años, dejando detrás una leyenda sulfurosa de gran creador de empresas, animador de las industrias del lujo francés, gran coleccionista y marchante de arte y hombre sensible con mano de hierro.
Emmanuel Macron , presidente de la República, le ha rendido homenaje en estos términos: «Fue un hombre de acción tan apasionado en su deseo de comprender el mundo, y hacerlo más bello, que solo podía ser un militante de muchas causas, comenzando por la homosexual».
Compañero sentimental de Yves Saint-Laurent durante varias décadas, Bergé fue un adolescente atormentado, educado por su madre en la tradición anarquista francesa. Soñaba ser un gran escritor, en la estela de Sébastien Faure. Sensible y con un talento descomunal para los negocios, el joven Bergé que llegó a París en la inmediata posguerra trabó pronto relaciones no solo amistosas con los grandes pontífices y patriarcas de la época, de Jacques Prévert a André Breton, pasando por Sartre, Camus, Mac Orlan, Cocteau y Jean Giono, que tuvo un puesto importante en su vida.
Su primer gran amor, el pintor Bernard Buffet , cambió su vida. Las ilusiones libertarias de su adolescencia se transformaron en una sed voraz de influencia. La pareja Bergé-Buffet tuvo varios años de gloria. Hasta que Bergé encontró al joven Yves Saint-Laurent: juntos vivieron una legendaria aventura amorosa y empresarial.
El genio creador de Saint-Laurent encontró en el genio comercial de Bergé un apoyo capital. Saint-Laurent contribuyó a cambiar el rumbo de la historia de la moda parisina. Bergé convirtió al modisto en una marca y un negocio mundial.
Siguieron tumultuosos años de amor, negocios, creación, exilios (en Marruecos, donde la pareja vivió y dejó una huella llamada a transformarse en museo, este otoño), droga y profundos descarríos íntimos. Bergé terminó sufriendo en sus carnes el vagabundeo amoroso de Saint-Laurent. Varias biografías y dos películas han contado la turbadora historia de las pasiones sadomasoquistas de Saint-Laurent y su descenso a los infiernos de la droga.
La separación final de la pareja no puso fin a su alianza empresarial. Juntos en el negocio, alejados en el lecho, terminaron transformándose en arquetipos, iconos de un París que coqueteaba con el abismo, cuando la muerte prematura de muchos «ángeles caídos» anunciaba la fúnebre irrupción del sida en la vida nocturna de la capital.
Tras la muerte de Saint-Laurent, Bergé siguió siendo fiel a la memoria del segundo gran amor de su vida. Creó una fundación, echó los cimientos de dos museos, y… decidió vender en subasta pública su fabulosa colección de arte.
Convertido en un empresario de los más altos vuelos, Bergé fue amigo personal de François Mitterrand (socialista) y de Jacques Chirac (conservador). Y apoyó con su dinero la carrera de varias personalidades socialistas (Ségolène Royal y François Hollande). El mes de enero pasado anunció su apoyo a la candidatura de Emmanuel Macron. Desde años atrás, Bergé había jugado un papel político significativo como accionista del vespertino Le Monde.
En marzo contrajo matrimonio con el paisajista Madison Cox . Su fortuna estaba evaluada en unos 180 millones de euros. Se desplazaba en silla de ruedas, desde hace meses. Con su muerte, entra en la tierra de nadie de las leyendas sulfurosas.
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