Donald Trump ofrece hotel de lujo para cumbres de jefes de Estado

Al presidente de EE.UU. le sale por la culata su jugada de proponer que el G-7 se reúna en 2020 en su resort de Miami: en sus camas hubo chinches

Entrada al hotel Doral, en Miami, propiedad de Trump AFP
David Alandete

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En una de las espaciosas salas de reuniones del hotel y club de golf que Donald Trump regenta en Doral, en la zona metropolitana de Miami, cuelga un gigantesco retrato de él de dos metros de altura pintado en tonos anaranjados por el argentino Havi Schanz . Según se supo hace un año, el cuadro lo compró en 2014 la empresa de Trump con fondos supuestamente destinados a fines caritativos y por tanto desgravables. Si el presidente se sale ahora con la suya, es probable que ese cuadro acabe siendo testigo de una de las reuniones de los siete hombres más poderosos del planeta.

En la última cumbre del grupo del G-7, en Biarritz, Trump propuso abiertamente que la siguiente reunión, que debe celebrarse en Estados Unidos en 2020, tenga lugar en el resort que él mismo adquirió en 2013 y renovó con 250 millones de dólares (220 millones de euros) de inversión. ¿Quién mejor para explicar el porqué que su propio dueño? «Tiene una serie de edificios magníficos que llamamos bungalós. Cada uno tiene entre 50 y 70 habitaciones de lujo extremo . Las salas de reuniones son increíbles, los restaurantes también».

Suena a folleto informativo sobre lo maravilloso que sería pasar un fin de semana jugando al golf en Doral por algo más de 200 dólares cada noche, pero lo cierto es que el presidente de EE.UU. hizo esa descripción en una conferencia de prensa oficial en la clausura del G-7 con su homólogo francés, Emmanuel Macron , algo desconcertado en el podio de al lado. Posteriormente, la Casa Blanca confirmó que uno de los 12 hoteles que estudia para el G-7 de 2020 es el que el presidente regenta en Doral.

«Blue monster»

La matriz inmobiliaria, hoy en manos de dos de los hijos del presidente, compró el resort después de que los dueños anteriores se declararan en suspensión de pagos. Trump pagó 150 millones por el recinto e invirtió casi el doble en la reforma , tras la cual quedaron 643 habitaciones de hotel, 90 hoyos y un campo de golf muy solicitado para campeonatos y que lleva por nombre «Blue Monster». En ese campo organizaba cada año un torneo la Asociación de Golfistas Profesionales que, cuando Trump lanzó su campaña electoral, se trasladó a México por la retirada de los patrocinadores, en especial Cadillac.

La empresa Trump es privada y, al no cotizar, es bastante opaca sobre su hoja de resultados. Sin embargo, varias investigaciones recientes han revelado que el resort en Doral se está resintiendo desde la llegada de Trump a la Casa Blanca. Si en 2015 ingresaba 92 millones al año, en 2017 esa cifra había caído un 18% hasta los 75 millones. Muchos analistas inmobiliarios creen que la presidencia le está costando dinero a Trump , que no cobra por hacer su trabajo. El propio presidente coincide. En Francia dijo que cree que en total su paso por la Casa Blanca, si se prologa hasta los ocho años como él quiere, le supondrá pérdidas estimadas de «3.000 a 5.000 millones de dólares», una cifra de la que no dio más detalles y parece algo exagerada.

Doral ha sido parte central del imperio Trump. Allí se celebró en 2015 el concurso de Miss Universo, cuyos derechos el presidente compró en 1996 y todavía retiene. Pero estos días ese resort no copa las páginas de los diarios por las muchas misses que han pasado por allí, sino por algo más prosaico y molesto: los chinches .

Donald Trump en el resort con la miss Paulina Vega en 2015 Andrew Patron

En marzo de 2016 un huésped, Eric Linder , denunció a Trump porque durante su estancia en una de las suites de Doral le picaron esos parásitos. La empresa le pagó una indemnización para no llegar a juicio. Hurgando en los archivos judiciales de Florida, los medios locales, como el «Miami Herald», han encontrado quejas abundantes sobre ese resort, incluidas inspecciones por cucarachas y moscas.

Puede que, finalmente, la sagaz jugada de Trump de sacar a relucir el nombre de su resort justo en una cumbre del G-7 ante miles de periodistas le salga por la culata. Apenas una semana después ha tenido que desmentir en Twitter que en ese lujoso hotel haya chinches. «¡Es un rumor, una falsedad!» , dijo el presidente. Puede, pero él, al fin y al cabo, pagó una indemnización por esos mismos chinches cuya existencia ahora niega.

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