Carmen Thyssen celebra en Andorra su 77 cumpleaños

Confinada en el Principado con sus hijas Carmen y Sabina, sueña con volver a ver sus museos llenos de vida

Carmen y Heini Thyssen en una de sus comparecencias ante la prensa

Pilar Vidal

Confinada en su casa de la urbanización Can Diumenge (Andorra), este jueves Carmen Thyssen cumplía 77 años. Lo hacía junto a sus hijas mellizas, Sabina y Carmen , de 13 años. Ha sido una celebración atípica, aunque la baronesa no es de grandes festejos, pudo soplar las velas. Nada de regalos, pero sí muchas felicitaciones vía telefónica de sus familiares y amigos. La más especial sin duda, la de su hijo Borja , con quien ya limó asperezas tras siete años convulsos, en los que incluso se llegaron a cruzar demandas. Ahora tienen una relación estupenda. Tita, como le gusta ser llamada, siempre le ha apoyado en todo. Borja es, con el permiso de sus gemelas, su ojito derecho y su principal heredero.

Apertura del museo De izq. a dcha., Marie F. Raley, Solana, Miguel Satrústegui, Rodrigo Uría, la familia Thyssen y la madre de Carmen

Estos días Tita no sale de casa y está siguiendo todas las medidas de higiene. Aprovecha el tiempo para leer, hacer ejercicio y sobre todo a su pasión, pintar. Tiene claro que ahora lo más importante es «mantener la calma, atender a todas y cada una de las indicaciones que nos están llegando, pensar que esto va a pasar y que juntos podemos superarlo ». Sigue despachando los asuntos de sus cuatro museos: el de Madrid, Sant Feliu de Guíxols (Girona), el Museo Carmen Thyssen de Málaga y el de Andorra. Todos ellos vacíos y con la vista puesta en la vuelta a la normalidad y las medidas que deban tomarse para su reapertura. Las elecciones y la pandemia mundial han aplazado una nueva renovación del préstamo de su colección de arte Thyssen-Bornemisza con el Estado. Sin embargo, la baronesa no descarta la puesta en marcha de un próximo museo en Dubái que lleve su apellido, si consigue tras la crisis llegar a un acuerdo con los Emiratos Árabes. De hecho, hace unos meses viajaba a Abu Dabi con sus hijas para asistir a la inauguración del Museo Louvre. A Tita no le han faltado ofertas para abrir otras sucursales de su museo en otros países, como, por ejemplo, Rusia.

Su vida bien podría haber inspirado un guión de Hollywood. Aunque ella misma ha confesado que nada estaba planeado en su biografía y que se ha dejado llevar por el destino. En 1961 se convirtió en Miss Barcelona primero y en Miss España después. En 1965 se casó con Lex Barker , famoso actor de Hollywood por interpretar a Tarzán. Con él construyó una de sus casas favoritas, la que tiene en Sant Feliu, en un terreno que heredó de su padre. Ya viuda de Barker, en 1975, se casó con el productor y playboy venezolano Espartaco Santoni . Aquel matrimonio no fue válido porque él nunca se llegó a divorciar de su anterior mujer. Tita tuvo que buscarse la vida para salir de la ruina en la que la dejó sumida Santoni, con sus ruinosos negocios.

n 1992 Heini y Carmen Thyssen brindan con Javier Solana tras firmar el acuerdo para inaugurar el museo

El barón, su gran amor

Después de estos años convulsos, llegaría el amor de su vida. Fue en Cerdeña, en 1981, en una cena con amigos comunes cuando conoció a Heini Thyssen-Bornemisza , uno de los hombres más ricos de Europa. Fue un amor a primera vista. Cuatro años más tarde se casaron, y el barón adoptó al único hijo biológico de Carmen, Borja, fruto de su relación con Manolo Segura . Tita se convirtió en uno de los rostros de la jet internacional y comenzó su carrera como mecenas de arte. Tras el fallecimiento del barón en el 2002, pasó a controlar su colección de arte, una de las más importantes de Europa, valorada en casi 800 millones de euros.

La mujer que, gracias a su empeño, hizo posible que la colección del Barón Thyssen se quedara en España, es una mujer de carácter pero sencilla de trato. No le pesan sus títulos ni reconocimientos. Quiere ser simplemente Tita. Por eso muchos la llaman la anti baronesa . Es solidaria con todas las causas, sobre todo adoptando cachorros y protegiendo árboles, algo que la hace muy feliz. Ahora mira al futuro con la esperanza de que tras la crisis sus museos vuelvan a llenarse de vida.

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