Carlos Iglesias Rangel ya puede utilizar el apellido Koplowitz

Carlos Ernesto Iglesias Rangel ha tenido que esperar una vida para poder llamarse Carlos Ernesto Koplowitz . La Justicia suiza acaba de aprobar el cambio de nombre del hijo ilegítimo del magnate Ernesto Koplowitz Sternberg , que nació el 12 de agosto de 1961 en la clínica Hirsladen de Zúrich. En diciembre de 2012, tras doce años de batalla legal, el juzgado de Primera Instancia nº 49 de Madrid falló que Rangel era fruto de la relación secreta entre el fundador de Construcciones y Contratas y la venezolana Albertina Rangel . Sin embargo, su cambio de nombre estaba en manos de las autoridades helvéticas.

Ahora, tras dos años de trabajo burocrático en su país natal , el quinto Koplowitz ha logrado que el apellido de su padre aparezca en su DNI suizo . Pero, según adelanta a ABC, es solo el comienzo de su particular cruzada. El hermano de las empresarias Alicia y Esther Koplowitz empezará los trámites para tener la doble nacionalidad y ser también español. « Es un orgullo poder hoy entablar acciones para hacerme español », escribe a ABC desde su casa en la localidad de Rivaz, a orillas del lago Lemán.

« La lucha continúa para mí ante los tribunales y ante los medios de comunicación», añade, refiriéndose a la demanda que tiene en marcha en España desde diciembre de 2014 reclamando el reconocimiento de sus derechos sucesorios respecto a la legítima de su padre . Aunque pesa el secreto de actuaciones sobre ese proceso, ABC ha podido constatar que en su demanda no reclama cantidad alguna de dinero.

« El trámite ante los juzgados se alarga . Estoy en primera instancia desde 2014», se lamenta este empresario de 54 años, divorciado y padre de una niña. « No he podido entablar negociaciones para encontrar un acuerdo . Imagino que mi familia espera que la Justicia española se pronuncie antes de poder iniciar un intercambio de ideas y soluciones», añade Carlos, que actualmente no tiene relación con sus hermanos.

También está preparando un libro sobre la novelesca historia de su vida. « Escribir el libro sobre este trayecto me está llevando más tiempo del que pensaba », apunta. No más del que le llevó ser un Koplowitz.