Brigitte Bardot, la rebelde y sus causas
La legendaria actriz francesa, aguerrida animalista y votante de Le Pen, muestra su apoyo a los «chalecos amarillos
Brigitte Bardot (84 años) es BB, una abreviatura mágica que encierra algo así como el mohín lujuriante de poner los labios a lo BB, que es una cosa que inventó ella. Ha logrado auparse en la memoria de los cinéfilos, en general, y de los erotómanos, en particular, sin nombre, ni tampoco apellido. Es BB.
En estos días ha resucitado para dar apoyo de foto, más un grito de «Con vosotros», a propósito de la causa defendida por «los chalecos amarillos» , esa copa de franceses que protestan contra el alza del precio de los carburantes en su país
BB, en los 60, era un tope, y también en los 70. Se logró relevo de sí misma, con sólo cambiar de lencero, o de marido. Le dio a la interpretación, le dio a la canción, y cumplió una versión eterna de lolita con el peinado muy despeinado. Es la francesa más célebre, zona variedades, con permiso de Catherine Deneuve (75). BB es su póster de juventud, y una melena de rubia insuperable. Fue una diosa del foco, y luego una musa de las focas, mientras se iba momificando.
Suele arrimar el hombro a causas de rebeldía , pero cuando le parece. Ahora, con el gesto solidario hacia los «chalecos amarillos», ha incluido en la foto a su propio perro, al que le ha colocado el chaleco reivindicativo en cuestión.
BB se hizo archifamosa con la película « Y Dios creó a la mujer », y enseguida se acuñó aquello otro, en réplica, de «Y el diablo creó a Brigitte Bardot». Si asomaba, era la tentación. BB tuvo alguna época de bañador apabullante, como Sophia Loren (84), y hasta se ven ahora, en el tiempo, un poco o un mucho hermanas de antítesis, dentro ambas de sus semejanzas obvias, empezando o acabando porque Brigitte acaba de musa de focas, y la Loren de musa de inauguración de yate.
Enseñar sin enseñar
La Loren tiene tarifa de elegante, para las fiestas, y la Bardot más bien se oculta, con ajuar de vagabunda. BB es la hermana al revés de Sophia Loren, que luego se corta con los biquinis, y Brigitte no. BB usó medias negras, en su día, para enseñar sin enseñar. Hemos escrito medias, pero más bien aludimos a los panties, que son las medias más la comodidad. Al menos, la comodidad para la usuaria.
El erotismo es el susto del sexo, y ya nos advirtió Luis García Berlanga, una autoridad al respecto, que resulta más excitante la mujer vistiéndose que la mujer desnudándose. Ahí, en esos panties, está el susto, en efecto, o sea, la novedad, que no pasa de ser una costumbre al revés, pero nos vale. BB reinventó esas medias como lujosa funda lujuriante para el oro de violín de sus piernas, que eran dos estradivarius de piernas parisinas, por cierto. BB fue pionera en ponerse o quitarse los panties de barrio, que inmortalizó en varios desnudos sin desnudo.
Fue clienta pionera de estas artesanías de las corseterías, y lo fue también en abusar de biquini, con lo que la llamaron ordinaria. La envidia es que suele salir con mucho diccionario. BB fue un morbo único, y un museo inacabable. Con mucha o poca ropa. Una criatura celestial, en fin, con el imán de las mejores diablas sexuales.
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