Bartomeu, tras el finiquito del Barça a liquidar el divorcio
Más allá del Barça triunfa como consejero de una empresa de pasarelas de embarque y carritos de equipaje

Josep Maria Bartomeu puso fin este pasado martes a un sueño en el Barcelona que, tras casi dos décadas, derivó en pesadilla. Miembro de la directiva de Laporta en 2003, pronto renegó del entonces presidente para convertirse en la mano derecha de Sandro ... Rosell , con el que derrocó al abogado en 2010 para asumir la vicepresidencia deportiva y posteriormente instalarse en el despacho presidencia cuando Rosell dimitió en 2014. Sus últimos años han sido un infierno en el que ha tenido que lidiar con la presión de una Generalitat que quería servirse del club para afianzar su ideología secesionista, del eterno entorno culé gobernado por los «ismos» y con un vestuario repleto de egos al que ha acabado otorgándole demasiado poder y concendiéndole todo.
Las luchas intestinas, los resultados deportivos, el deseo de Messi de abandonar el club y la factura del Govern han acabado por desmoronar las defensas del dirigente, al que la pandemia no solamente le ha afectado de forma económica en sus negocios. También en lo personal ha vivido un vía crucis que se saldó con el divorcio de Marta Frías , madre de sus hijos Víctor y Jan, y esposa durante 20 años, de la que se había separado dos años y medio antes (Bartomeu se había mudado a Sarriá mientras que su exmujer seguía instalada en la vivienda familiar en el barrio barcelonés de Les Tres Torres). De hecho, poco antes del confinamiento por la pandemia tuvo lugar el juicio por la separación matrimonial en el Juzgado de Familia número 18 de Barcelona en el que, según trascendió, Frías le reclamó cuatro millones de euros. Aún no hay sentencia.
Hasta entonces, los Bartomeu-Frías veraneaban en Formentera y componían un matrimonio discreto en el que ella, cinco años más joven que él, trabajaba en el sector de la publicidad, en su propia agencia. El empresario, mientras tanto, brillaba en el mundo de los negocios dirigiendo una empresa familiar vinculada al sector de la ingeniería y las infraestructuras dedicada a surtir de pasarelas a barcos y aviones, llegando a facturar más de 20 millones de euros. Actualmente, Bartomeu es consejero delegado de ADELTE Group , empresa de ingeniería para puertos y aeropuertos (especializada en pasarelas de embarque) que tiene sus raíces en Trabosa, empresa dedicada a la construcción de vehículos industriales creada por su abuelo en 1962. Es también consejero de Equipo Facility Services -EFS, dedicada al mantenimiento de terminales y equipos electromecánicos (gestión y mantenimiento de carritos portaequipajes, sistemas automáticos de transporte de equipajes, conducción de pasarelas de embarque, handling...).
Los que conocen al empresario aseguran que es una persona tranquila, discreta, educada y, sobre todo, resiliente, como ha demostrado estos últimos años al soportar de forma estoica los vaivenes del Barcelona, de su vida personal e, incluso, los de sus negocios castigados por una pandemia que ha afectado notablemente al sector turístico, del que se nutren sus empresas. «Barto es más fuerte de lo que la gente piensa», asegura Sandro Rosell cada vez que le preguntan por su sucesor. Hay quien apunta que buena parte de su serenidad en estos tiempos convulsos y turbulentos se debe a Gemma de Vicente, una mujer más joven que él con la que comparte actualmente su vida y con la que ha encontrado la estabilidad. Separada y con hijos de un matrimonio anterior, regenta una tienda de moda en Barcelona. La pareja fue captada por los fotógrafos en uno de los partidos de la última Copa Davis que se disputó en la Caja Mágica.

Sombra secesionista
Durante estas dos décadas que ha estado vinculado al Barcelona, Bartomeu ha tratado de desvincularse políticamente amparándose en la transversalidad del club y en la diversidad ideológica de su masa social. Alejado del independentismo, se especuló con la posibilidad de que el expresidente culé iba a seguir el camino iniciado por muchas empresas para trasladar sus respectivas sedes sociales a otros puntos de la geografía de España ante la incertidumbre en la que estaba sumido el mercado en Cataluña cuando estalló la rebelión secesionista con la convocatoria del referéndum ilegal del 1 de octubre de 2017. Incluso trascendió el episodio en el que un exsocio del Barça con una cámara oculta le filmó en una gasolinera mientras le pedía explicaciones por mezclar política con deporte. «Me quieren fuera del Barça porque no estoy ayudando al procés», respondió el dirigente.
En las imágenes se apreciaba como el hombre, indignado por el posicionamiento político de club, le recriminaba la gestión de la entidad con el tema del procés. Bartomeu trató de aplacar las reprimendas del aficionado repudiando el procés, para lo cual aseguraba que la Generalitat está en su contra precisamente por esto mismo: «Hay una campaña. Todo el soberanismo independentista va en contra de nosotros, porque no ayudamos ni financiamos... Yo respeto la libertad de expresión, pero el Barça no se puede politizar», concluía Bartomeu. Al final el Govern le ha pasado factura acelerando su salida. El empresario, castigado estos últimos meses («lo que hemos vivido estos últimos meses sobrepasa cualquier límite, se nos ha faltado al respeto, a mis compañeros de Junta y a mí; se me ha insultado, amenazado, incluso a mí y a mi familia»), se refugiará ahora en sus empresas y en su novia para recuperar una vida relativamente normal.
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