Andrea Janeiro exprime Londres con sus amigos: de la firma de libros a la fiesta nocturna
La hija de Jesulín de Ubrique y Belén Esteban está disfrutando al máximo las ofertas de ocio de la capital británica
Cuando Andrea Janeiro cumplió los 18 años, perdió el anonimato. Sus fotos se despixelaron y junto a su madre, Belén Esteban , tomó la decisión de irse a estudiar al extranjero para vivir una experiencia universitaria lo más normal posible. Entre todas las opciones, se decantó por la Universidad de Duke y puso rumbo a Londres , donde a juzgar por las redes sociales está exprimiendo la ciudad.
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De firmas de libros a bailes por la noche, este último fin de semana Andrea no ha parado. La hija de Jesulín de Ubrique acudió a una firma de libros para conocer a la modelo y actriz Cara Delevingne , y además de llevarse un ejemplar de su autobiografía firmado, se marcó unos pasos de baile junto a ella.
Y de ahí, a la noche. Como cualquier joven de su edad, Andrea disfruta de la vida nocturna, y pocos lugares como Londres tienen tanta oferta de ocio cuando cae el sol. La hija de Jesulín de Ubrique y sus amigos encontraron un local en el que se pinchaba reguetón, y no dudó en demostrar sus dotes en la pista de baile al ritmo del tema «Papi Chulo» de Lorna, una canción que triunfó en el verano de 2002, cuando Andrea tenía la tierna dedad de tres años.
Su propio camino
Belén Esteban ya avisaba cuando se acercaba el cumpleaños de su hija: Andrea ya no era Andreíta , y no estaba interesada ni en el mundo de la televisión ni en el de las revistas. Su hija temía la pérdida de anonimato y quería poner tierra de por medio con el mundo del corazón.
Y eso que su primer reto como mayor de edad no fue nada fácil. Fueron varias las personas que publicaron comentarios hirientes y malintencionados contra Andrea el día de su cumpleaños, llamando la atención de la policía por el «bullying» que estaba sufriendo .
Dispuesta a huir del revuelo causado, la hija de Belén Esteban decidió poner rumbo a Malta para disfrutar de unas vacaciones tranquilas, un adelanto de lo que quería que fuera su vida sin pixel: todo tranquilidad y el mayor anonimato posible.