Diana Vreeland, la legendaria gurú de la moda, sube a escena

«La revista ‘‘Vogue’’ nunca ha acertado mucho a la hora de prescindir de la gente. Una de sus grandes directoras, Margaret Case , se tiró por una ventana. Se había quedado sin trabajo, estaba sin blanca y la habían echado de la forma más horrible». Son palabras de Diana Vreeland (París, 1903-Nueva York, 1989) en la obra «Al galope», inspirada en la legendaria editora de moda y directora de revistas como «Vogue» y «Harper’s Bazaar», y que acaba de estrenarse, interpretada por la actriz Carme Elías , en la sala Margarita Xirgu del Teatro Español.

La escenografía de Ramón B. Ibars recrea el salón del piso que Diana Vreeland tenía en Park Avenue . Un lugar barroco, excesivo -«aberrante», lo define el escenógrafo-, que refleja la compleja personalidad de quien fue una de las máximas gurús de la moda durante las décadas de los cincuenta y los sesenta. La obra, escrita por Mark Hampton y Mary Louise Wilson , se sitúa en su apartamento, en 1971; Diana Vreeland, a punto de cumplir los setenta años, vuelve a Nueva York después de un viaje por Europa de cuatro meses tras ser despedida de la revista «Vogue». «Se encontraba en un momento muy delicado de su vida -cuenta Carme Elías-. Era un momento de crisis, después de quedarse sin trabajo. Y es asombrosa, y admirable, la capacidad que tuvo de reinventarse a sí misma ; mientras va hilvanando sus recuerdos se le van ocurriendo ideas, que la llevan finalmente a encontrar una salida como comisaria de exposiciones en el Costume Institute del Metropolitan Museum de Nueva York ».

Descubridora o impulsora de figuras fundamentales de la moda, como el diseñador Manolo Blahnik, el fotógrafo Richard Avedon o la modelo Twiggy. Exigente, implacable, con fama de déspota, esta obra muestra también otra cara de Diana Vreeland. «Cuando la despiden -cuenta el director, el italiano Guido Torlonia-, muchos de los que creía sus amigos le dan la espalda ». «Es un personaje apasionante por su carácter -completa Carme Elías-, por su personalidad; pero, sobre todo, un ejemplo de supervivencia y de ganas de vivir. La función nos muestra a una mujer que lo exterioriza todo , constantemente en acción, pero también hay dos momentos en que se revela como una mujer frágil, como cuando recuerda a su marido, Reed Vreeland ; en esos momentos Diana se permite a sí misma tener sentimientos».

En «Al galope» (título que refleja su existencia siempre activa y siempre mirando hacia delante), se ofrece un retrato de Diana Vreeland a veces « ácido, duro y con un carácter tremendo -cuenta la actriz-. Pero también se muestra la otra parte, la que todos tenemos, y ella también, escondida. Lo que ocurría es que ella trabajaba muchísimo, se pasaba el día entero en su despacho, y esperaba que los demás trabajaran, como mínimo, lo que ella. Y eso le daba ese aspecto de déspota»

Torlonia , que ha realizado tres montajes de la obra, dice que « no hay que olvidar que tenía un gran poder dentro del mundo de la moda», y define a Diana Vreeland como «una mujer muy moderna, que a sus 70 años era amiga de Andy Warhol o Ray Halston, y frecuentaba la discoteca Studio 54. Era una adelantada a su tiempo, sobre todo en su visión de la moda».