La «maldición» de los exmaridos de las Kardashian
Los hombres que han pasado por sus vidas luchan contra las drogas y las dudas sexuales
El inglés keep up se puede traducir como «aguantar el ritmo» o «estar a la altura» pero también como «mantenerse informado». Es el verbo que eligió el clan Kardashian para bautizar su programa de televisión -«Keeping Up With the Kardashians»-, un reality en el que entretenerse con la frivolidad de Kim, Khloé o Kendall y en el que aplanarse los sesos desde el sofá de casa con su drama prefabricado. Las pequeñas y grandes tragedias son masticadas, repetidas, teatralizadas y afectan no solo a los miembros de la familia, sino a novios, parejas, amigas, maridos, socios, vecinos… Ellos son los que tienen que ser capaces de «aguantar» a las Kardashian.
Desde que llegaron a la tele, las Kardashian han sido un éxito. Pero a la vez, han visto multiplicarse las tragedias alrededor de ellas , en una suerte de maldición por haberle vendido su alma a la televisión. Muchas veces, las han utilizado para echar más combustible a sus propias miserias.
Lamar Odom , el ex compañero de Pau Gasol en los Lakers y ex pareja de Khloé Kardashian, es el último ejemplo de la maldición: pelea entre la vida y la muerte en un hospital de Las Vegas después de haberse sido encontrado inconsciente en un burdel de otra ciudad de Nevada. Con una infancia trágica, la mayoría de los problemas de Odom -fragilidad, adicciones- no están emparentados con el clan Kardashian. Pero es imposible no pensar que el ventilador que aireó las penurias de su matrimonio con Khloé también le empujó cerca del precipito.
El historial trágico de los Kardashian va mucho más atrás. El patriarca del clan, Robert Kardashian, padre de Courtney, Kim, Chloe y Rob, falleció joven, a los 59 años , por un cáncer de esófago. Él puso la semilla televisiva en la familia: se hizo famoso por ser amigo y uno de los abogados de O.J. Simpson -padrino de Kim-, en el juicio más famoso de los años 90, célebre por ser retransmitido casi en directo por televisión.
En su vida personal, algunas de las hijas de Robert tampoco han tenido suerte. La más famosa, Kim, está a punto de cumplir 35 años y va por su tercer matrimonio . A su primer marido, el productor musical Damon Thomas, le acusó de abusos físicos y psicológicos. Su segundo matrimonio, con el jugador de baloncesto Kris Humphries, tuvo pinta de estrategia publicitaria, solo duró 72 días y acabó con el deportista insultándola por las redes sociales. Antes, se filtró un vídeo sexual casero con su anterior novio, el cantante Ray J. Su actual marido, el cantante Kanye West, es quizá el famoso más lenguaraz de EE.UU., una bendición para los ratings y las portadas del papel cuché.
Otra historia personal e íntima, el cambio de sexo de Bruce Jenner -ahora Caitlyn Jenner-, un exitoso atleta estadounidense que se casó con Kris Jenner -ex de Robert, madre de las Kardashian y cerebro del negocio televisivo- y aportó más miembros -Kendall, Kylie- al espectáculo, fue usada hasta la saciedad. También fue aireada y frivolizada la supuesta depresión del único hermano varón de la familia, Rob, y su aumento de peso.
Scott Disick, como Lamar Odom, ha visto su relación con una de las Kardashian, Kourtney, retransmitida en el reality y sus crisis y reconciliaciones diseccionadas por temporadas. En verano se conoció su ruptura, y ayer se supo que Disick acaba de entrar en un centro para tratar sus adicciones, la tercera vez en lo que va de año.
Las Kardashian han volado a Las Vegas para acompañar a Lamar Odom en su lucha por seguir vivo. Han tenido el gesto -heroico- de pedir a las cámaras de sus ‘realities’ que no las graben en el hospital. Pero no teman: esta tragedia también formará parte de las próximas temporadas de su programa televisivo.
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