Modelo de integración
Riace, un pueblo situado en Calabria, al sur de Italia, ha renacido y ha reactivado su economía gracias a los refugiados
El cartel de bienvenida a la entrada del pueblo indica con orgullo: «Pueblo de la acogida». Refugiados de una veintena de países conviven en un pueblo que casi se quedó vacío con la emigración de los años cincuenta y hoy revive gracias precisamente a los inmigrantes que huyen de guerras y persecuciones. Cuando en Europa se elevan muros y se cierran puertas contra los inmigrantes, el pequeño pueblo de Riace , que se asoma al mar Jónico desde la suela de la bota peninsular, en la provincia de Reggio Calabria, se ha convertido en un modelo de integración entre inmigrantes y población local .
Domenico Lucano, reelegido desde 2004 en tres ocasiones alcalde de Riace -situado en la tierra de la ‘ndranghueta, la mafia calabresa-, tuvo el coraje y la intuición de que la muerte de su pueblo se podía evitar con los inmigrantes. Riace había tenido más de 3.000 habitantes, pero la mayoría se habían marchado. Cuando llegó la primera barcaza de kurdos, Lucano los acogió y con el paso de los años ha ido llenando el pueblo de afganos, pakistaníes, etíopes, sudaneses, eritreos, ghaneses… Hoy, a los 1.200 naturales que quedaban en Riace, se han unido casi 400 inmigrantes, un porcentaje notable. El centro histórico es hoy un enjambre de gentes, de colores, de actividad y de voces en muchas lenguas.
El alcalde, que estuvo amenazado por la ‘ndranghetta, ha hecho de Riace un modelo de convivencia y un símbolo de la lucha contra las mafias: «Este pueblo tiene una fuerte historia de inmigración. Acogemos a los refugiados con los brazos abiertos. El centro estaba vacío. La escuela no abría desde el año 2000. La llegada de inmigrantes hizo renacer una esperanza. Hemos arreglado las casas, cerradas desde hace años y cuyas ventanas ni se abrían. Lo fantástico es que los vecinos ven muy bien que el Ayuntamiento haya habilitado estas casas para los refugiados», afirma el alcalde.
La economía del pueblo se ha reactivado y se han creado nuevos puestos de trabajo. Hay pequeños talleres de artesanías -cerámica, vidrio soplado, tejedora manual…- donde trabajan refugiados y locales, para favorecer la integración.
No falta la imaginación en Riace. El Ayuntamiento tiene superávit y emite su propia moneda paralela al euro, con validez solamente local: «Recibimos modestos subsidios del Gobierno para los refugiados, pero como llegan con meses de retraso, nosotros les adelantamos esa pequeña fuente de ingresos a los inmigrantes y así se mantiene la economía local», afirma el alcalde.
Riace es hoy un modelo que se basa en una economía solidaria y en valores de acogida . Dice el cineasta alemán Wim Wenders que «la verdadera utopía no es la caída del muro de Berlín, sino lo que se ha hecho en Riace».
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