Santander, el escondite veraniego de los famosos

Carmen Martínez-Bordiú, Esperanza Aguirre o incluso Benito Pérez Galdós cayeron rendidos ante los encantos de «la novia del mar»

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eva bárcena

Fue un sargento del ejército republicano el primero en enamorarse de Santander. Era valenciano, se llamaba Luis Sancho y en otra vida cantó boleros bajo el seudónimo de Luis Sepúlveda. El popular cantante de los años 40 y 50 se enamoró de la capital cántabra , a la que definió como «la novia del mar» y dedicó uno de sus temas más conocidos, «Santander».

Más de medio siglo después, la ciudad sigue cautivando a sus visitantes. El auge de Santander como destino vacacional llegó en la segunda mitad del siglo XIX, gracias a sus playas y a la ciudad-balneario de El Sardinero. El rey Alfonso XIII dio el empujón definitivo al convertirla en el rincón estival favorito de la corte, que cada verano, durante 18 años y hasta que la Guerra Civil les llevó al exilio, hacía las maletas para asentarse en el Palacio de la Magdalena, un regalo de la ciudad al monarca.

Los Borbones abrieron la veda y no son pocos los rostros conocidos que sacrifican el sur por dormir con una manta en las noches cantábricas. Entre ellos, la presidenta del Partido Popular de Madrid, Esperanza Aguirre, que tiene en Santander uno de sus destinos favoritos para huir del sofocante calor madrileño. En la ciudad se siente como en casa, «y no sólo porque sea de los pocos feudos populares que quedan», bromean con sorna algunos santanderinos.

También Carmen Martínez-Bordiú es una incondicional de esta urbe que multiplica por tres a sus 175.000 habitantes cada verano. La socialité se enamoró de Santander gracias a un santanderino: el empresario José Campos. Con él contrajo terceras nupcias en el año 2006, y aunque el matirmonio se rompió en el 2013, Martínez-Bordiú aún conserva un pequeño apartamento en El Sardinero. «Es fácil verla paseando por la playa de El Sardinero a primera hora de la mañana», asegura el camarero de un chiringuito. Y es que a la «nietísima» le gusta estar en forma tanto a Paloma O'Shea, viuda del banquero Emilio Botín. Ella no veranea, sino que vive en Santander. La casa de los Botín, una impresionante construcción de piedra con una torreta, es casi un atractivo turístico más de la capital. En el caso de O'Shea, sus caminatas tienen lugar en las playas de La Magdalena , a donde suele acudir los domingos a primera hora de la mañana para pasear junto al mar.

Con permiso de Alfonso XIII, el escritor Benito Pérez Galdós es posiblemente el veraneante más ilustre que acogió Santander. El novelista canario llegó por primera vez a la ciudad en el verano de 1871, y allí acudió cada año de forma fiel, de julio a octubre, hasta 1890. Fue entonces cuando decidió construirse una residencia propia en la ciudad a la que llamó «San Quintín».

La casa se convirtió en su refugio, y en ella lloró las penas tras el final de su relación con Emilia Pardo Bazán. En 1917, Pérez Galdós abandonó Santander para no volver jamás. Quiso deshacerse en varias ocasiones de la casona, de estilo montañés, pero no fue hasta 1940 cuando se logró vender el inmueble a un particular, tras sacar todos los muebles del autor de «Los Episodios Nacionales» en un intento de borrar la huella del canario en la ciudad.

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