UNA IMAGEN...
Vean casarse a Lolita
Lola Flores invitó a todos a la boda de su hija, que acabó casándose en la sacristía. Fueron 5.000 personas. Antes, Jayne Mansfield hizo lo mismo y congregó a 8.000
De pequeña tenía el convencimiento de que las personas más importantes de España eran Franco y Lola Flores. Hoy estoy segura de que Lola Flores lo es. Aunque esté muerta. Aunque Nuno Silva no la lleve en una camiseta. El 25 de agosto de 1983, día de la boda de su hija mayor, Lola estaba muy viva . Y muy morena. Lolita se casaba con Guillermo Furiase y no se le había ocurrido otra cosa que invitar a todo el mundo en un programa de televisión, igual que el que dice a un conocido «tenemos que vernos» sin intención alguna. Así que llegó el día señalado en la muy accesible y céntrica iglesia de la Encarnación de Marbella y la gente se asomó a husmear. La multitud alcanzó las 5.000 personas, cuando el aforo de la iglesia es de 1.200. La temperatura llegó a alcanzar los 43 grados, aunque no sé quién la mediría.
Desde el altar, y mientras Lolita lloraba, Lola Flores daba el sermón a los fieles: «No se puede casar. Si me queréis, marcharse. Si me queréis algo, irse» (frase original, que el algo siempre nos lo comemos). Y se dirigió a la Policía nacional, que todavía vestía de marrón: «Hay que sacar a la gente o no se casa» . Hecha una furia, sin darse cuenta de que estaba siendo protagonista de uno de los grandes momentos de la cultura popular en el siglo XX, continuó: «Esto es una vergüenza. Es una vergüenza nada menos».
El Cordobés (en la imagen, junto a Carmen Sevilla), que era el padrino de boda, se dedicaba a dar vivas. A la pobre novia y a su persona. Decía Groucho que a él lo casó un juez, pero que tenía que haber pedido un jurado. Lolita y Guillermo, como polizontes de una película de los Marx, acabaron casándose en el camarote. En la sacristía. Con un monaguillo que luego se haría fotógrafo abriendo la ventana a sus futuros compañeros para que pudieran captar las imágenes.
Jayne Mansfield también había invitado al público a su boda con Mickey Hargitay (los padres de Mariska) en enero de 1958. Se casaba en la Wayfarers Chapel, la capilla de cristal de Palos Verdes diseñada por Lloyd Wright (hijo de Frank). Esperando salir al día siguiente en los periódicos, como pasó, había hecho que lanzaran desde un helicóptero miles de tarjetas rosas en las que se leía: "Vean casarse a Jayne Mansfield a través del cristal". Como en cualquier invitación, daba el lugar, el día y la hora. Aquello se llenó de gente. Por los alrededores había 8.000 personas a las que la Policía consiguió controlar. Pero 1.500 se colaron hasta el exterior de la capilla transparente. "¡We want Mansfield! ¡We want Jayne!", gritaban. En la de Lolita, la única que gritaba era Lola Flores. Ni cantaba ni bailaba. Gritaba. No se la pierdan.