UNA IMAGEN...
Agua fresca para la Corona
Don Felipe no tiene tuits ofensivos en la cuenta de su vida. Tampoco tiene pasado porque nació sabiendo cuál era su futuro. Las salpicaduras ajenas las lava con agua
Corría el verano de 1991 y los españoles se afanaban en escribir con buena letra la carta de presentación al mundo que suponían los Juegos Olímpicos de Barcelona 92. España había dejado de ser un «país de charanga y pandereta» y, en una de las escasas excepciones de nuestra historia, se aparcaron las diferencias para soñar todos el mismo sueño.
Para que aquello saliera bien, había que echarle muchos meses, incluso años, de trabajo previo y de entrenamiento. Deportistas y albañiles, guardias civiles y voluntarios, camareros y arquitectos, médicos, enfermeras, taxistas, artistas, reyes, príncipes, infantas, policías y comerciantes... todos se subieron al mismo barco.
Don Felipe, que tenía 23 años, se preparaba para su doble cometido : competiría como miembro del equipo olímpico de vela en clase Soling y desfilaría como abanderado del equipo español en la ceremonia de inauguración.
Aquel verano previo al de los Juegos, el Príncipe participó en la II Semana Internacional de clases olímpicas de Barcelona, una especie de simulacro de lo que ocurriría un año después. Y fue entonces cuando se le hizo la foto que ilustra esta página, en la que Don Felipe se enjuaga con agua dulce los restos de sal al regresar al Puerto Olímpico de Barcelona después de participar en una de las pruebas de la competición náutica.
Quizá entonces, cuando se miraba esta fotografía, solo se veía eso: un joven en traje de baño quitándose con una manguera la sal del mar ; pero 24 años después la imagen se ha convertido en una metáfora. Don Felipe nunca ha tenido pasado porque desde que nació sabía cuál era su futuro. Tenía grabada a fuego la idea de que la mejor protección es un muro de cristal cuando uno no tiene nada que ocultar. Por eso, el día que lo proclamaron Rey no tuvo que borrar ningún tuit ofensivo ni humillante en la cuenta de su vida.
Y eso que, durante los veinte años que transcurrieron desde que terminó su formación hasta que empezó a reinar, estuvo intencionadamente en la sombra. Se entrenaba cada día como si lo fueran a sacar al campo de juego , pero siempre lo dejaban en el banquillo. Solo quienes tuvieron la oportunidad de hablar con él en la corta distancia pudieron vislumbrar al Rey que llevaba dentro. Los demás tuvieron que esperar hasta el 19 de junio de 2014, cuando salió de la sombra.
En el armario de Don Felipe no ha habido trapos sucios que lavar, ni antes ni ahora, pero al joven Monarca de vez en cuando le salpica la sal de escándalos ajenos, como el protagonizado por su hermana Doña Cristina. Igual que hizo hace 24 años, Don Felipe deja correr el agua fresca sobre la Corona para que arrastre las impurezas. Qué pena que esta idea, tan sencilla, no se acabe de extender.