UNA IMAGEN

Obama «a lo Palomares»

En 2010, el presidente de EE.UU. emuló a Manuel Fraga y se dio un baño en el Golfo de México, pocos meses después de un catastrófico vertido de petróleo

Obama «a lo Palomares» archivo abc

JAVIER ANSORENA

Barack Obama solo quiere dos cosas en sus vacaciones: tranquilidad y mucho golf. Desde que llegó a la presidencia los ha encontrado en Martha’s Vineyard, una isla en Massachusetts en las antípodas del idealista «Yes We Can» que le catapultó a la Casa Blanca. Refugio clásico de las fortunas rancias de Nueva Inglaterra, Martha’s Vineyard fue también la elección estival de Bill y Hillary Clinton –más de un siglo atrás la visitó el presidente Ulysses Grant– y un lugar favorito –y maldito– de los Kennedy. Aquí tuvo casa Jackie Onassis, Ted Kennedy sufrió un accidente de coche en 1969 en el que murió su acompañante, y John F. Kennedy Jr. estrelló su avioneta en el océano con su mujer y su cuñada cuando acudían a una boda familiar en la isla en 1999.

Pero en agosto 2010, Obama perdonó un pedazo de su descanso en Martha’s Vineyard y lo cambió por el insoportable sofoco estival de Florida. Unos meses antes, el 20 de abril de aquel año, la plataforma petrolífera Deepwater Horizon explotó en el Golfo de México y vertió millones de barriles de crudo que el océano arrastró hasta las costas de Luisiana, Misisipi, Alabama y Florida . Fue un desastre ecológico, el mayor de la historia de EE.UU., que todavía se siente en el Golfo de México y por el que la petrolera implicada, BP, tendrá que pagar una multa de casi 19.000 millones de dólares.

Entre los damnificados, la industria turística, uno de los motores económicos de Florida, destino permanente de los jubilados estadounidenses y de millones de turistas durante todo el año. Obama, que ya había visitado varias veces zonas afectadas por el vertido, se dio un baño en la costa de Florida para certificar que sus playas eran seguras . Es imposible no acordarse de Manuel Fraga y su chapuzón en la playa de Palomares, el pueblo pesquero de Almería donde en 1966 cayeron cuatro bombas atómicas que no estallaron –una de ellas en el mar– tras un accidente de aviones militares estadounidenses. España despegaba entonces como destino turístico y no podía permitirse que se dudara de la seguridad de sus playas . El entonces ministro de Información y Turismo, posó para las cámaras del NO-DO con bañador enorme a la altura del ombligo y una barriga que compensaba la figura más estilizada de su acompañante, el embajador de EE.UU. Obama cuidó más su imagen: en las instantáneas –solo hubo fotografías oficiales de la Casa Blanca– se baña con su hija pequeña, Sasha, y de su cuerpo solo se ve la cabeza.

La imagen no estuvo a salvo de la polémica. Muchos criticaron que Obama no se había bañado en el mar, sino en una bahía, mucho más protegida de los efectos del vertido . En cualquier caso, el presidente no duró mucho en Florida. Poco más de 24 horas después de su llegada ya estaba en su avión hacia Martha’s Vineyard, quizá soñando con pegar bolas en una tarde templada por la brisa atlántica.

Obama «a lo Palomares»

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