Hubertus de Hohenlohe: «Siguen viniendo celebridades a Marbella, pero ya no las cazan los fotógrafos»

Cuando su padre llegó a la Costa del Sol, en 1954, la gente no sabía pronunciar su apellido. Hoy, el hijo del fundador del Marbella Club lucha por conservar las esencias de la ciudad

Hubertus de Hohenlohe: «Siguen viniendo celebridades a Marbella, pero ya no las cazan los fotógrafos» cordon press

ángeles l. jiménez

Solo un Hohenlohe es capaz de devolver a Marbella el aire chic que corría por las venas de su padre, el príncipe Alfonso de Hohenlohe-Langenburg , y su glamour centroeuropeo. De ahí que esté inmerso en «El Patio», un nuevo concepto que pretende recuperar lo que fuera la historia del Marbella Club. Pero este espíritu inquieto no se detiene ahí: ha sido representante de México en diversos Juegos Olímpicos , fotógrafo -famoso por sus instantáneas premiadas de Zinedine Zidane e Ibrahimovic - y cantante -en Austria participa en los grupos Andy Himalaya y Royal Disaster-. Un placer pasar un rato en compañía de un príncipe tan creativo y vital como Hubertus de Hohenlohe.

-Primero, háblenos de «El Patio».

-Hemos querido recuperar lo que fue la historia de este hotel con un concepto muy cool. He decorado las mesas, los tapetes, las fotografías, y Simona Gandolfi, mi mujer, ha abierto una tienda. Quiero que la gente se sienta como si aún estuviese aquí mi padre, que intentó combinar mundos muy diferentes. Es un lugar de familia y amigos, para que nadie te mire raro.

-Hijo de dos personajes emblemáticos de la jet set internacional: Alfonso de Hohenlohe e Ira de Furstenberg... ¿Qué ha heredado de ellos?

-Creo que, sobre todo, me parezco a mi padre. De él tengo el don de gentes, la creatividad, aunque yo soy más moderno. Él me enseñó a no tomarme la vida demasiado en serio, pero sobre todo me enseñó a amar Marbella, que es para mí mucho más importante de lo que pensaba, si tenemos en cuenta que donde más he vivido ha sido en Austria y Suiza.

-¿Y de su madre?

-Cuando nos dejó estaba desbordada por la situación. Se había casado con quince años y a los veinte ya nos tenía a nosotros dos, y un marido dedicado a sus negocios...

-¿Ha sido más madre que amiga?

Sí... y no (risas). Es madre, porque lo es biológicamente, pero no he estado mucho con ella. Hoy nos aconsejamos, nos reímos, nos peleamos. ¡Como una vieja pareja! Todo bien.

-El Marbella Club, ¿fue la gran obra de su padre?

-Exacto. Además de emblemático para toda la costa. Ha dado miles de puestos de trabajo... Esa avalancha de turismo fue gracias a él. ¡Debería ser patrimonio nacional! Y eso que se están haciendo algunas cosas un poco feas en la costa.

-Sabe que los llamaban la familia «Olé Olé».

-Sí, sí. ¡Normal! A ver, ¿quién podía pronunciar el apellido recién llegados?

-Marbella ha pasado por muchas fases. ¿Ahora está en decaimiento o empieza a resurgir el glamour?

-Está en un cambio. Veo, de nuevo, gente de calidad, pero también es más democrática. Te puedes encontrar al Rey de Arabia o élite elegante y turista con menos poder adquisitivo.

-Sin embargo, Luisa de Prusia ya no organizará sus galas allí.

-Es una pena. Faltó pelea y energía para que te dieran fondos... pero es que es muy difícil. Pero nos quedan Eva Longoria, Banderas...

-Y los nuevos políticos. ¿Qué piensa de ellos? ¿Le agradan, le desagradan o está a la expectativa?

-Me da pena que Ángeles Muñoz no ganara porque era muy buena gente e hizo mucho por Marbella... Este lugar debe ser un sitio comandado por gente como ella. A los nuevos no los conozco, no puedo decir ni bien ni mal. A ver qué ocurre. Pero ella tenía clase, estilo, y no sé cómo Marbella no se lo agradeció. Yo soy fan de ella.

-Se habrá democratizado Marbella, pero ya no vemos pasear a Grace y Rainiero de Mónaco o a Audrey Hepburn, que se sentían en un cuento de hadas gracias al ambiente creó su padre.

-¡Ah, no! Sigue viniendo gente de ese tipo. Lo que pasa es que no nos enteramos porque se pierden en una casa escondida o se escapan en barco. Y luego está el juego de escapar de los fotógrafos. Pero siguen viniendo el Rey de Araba Saudí o Carlos Slim, y este año viene Lenny Kravitz. No. No falta glamour...

-¿Por qué dice recordar con un cariño especial a Gina Lollobrigida?

-(Risas) ¡Qué mujer! Vivía al lado de nuestra casa y me hacía muchas fotos. Hoy, ahora que soy fotógrafo, me doy cuenta de la visión del mundo que tenía. Además es lista, simpática, artista pura y dura. Aún la veo en Roma, de vez en cuando.

-¿Qué tal se encuentra su amigo Schumacher?

-No lo sé, la verdad. No he vuelto a saber nada, porque no he contactado con su familia. Sé lo que tú, por la prensa.

-Y volviendo al esquí... ¿Habrá más Juegos Olímpicos para usted?

-Mmmm. Es difícil..

-Pero aún lo duda...

-Espero que en México haya alguien más joven que yo, para clasificarse, porque los años cuentan. ¡Aunque sería divertido tener el récord de participante de más edad!

- ¿Y cómo superaría aquel mono de mariachi?

-¡Es imposible! (risas). Me lo diseñé yo, y el problema es que ahora tengo algo más de panza... Mira: ya que no puedes ganar, tienes que hacer show business.

-¿Sigue con sus fotos?

-Sí. Y en Marbella habrá una Feria de Arte Moderno, del 30 de julio al 4 de agosto, y me han dado un espacio para meter una obra por ser hijo de la ciudad.

-¿Y sigue cantando con los grupos Andy Himalaya y Royal Disaster?

-Sí, de vez en cuando. Pero, sobre todo, hago documentales para Red Bull, de ciudades, gentes, deportes, gastronomía. Llevo rodados cuarenta y se están vendiendo en todo el mundo.

-¡Buen verano Hubertus Olé-Olé!

-Os espero a todos en Marbella.

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